Ya basta.
La adopté, pero ella se
negó a irse conmigo. Fue extraño porque los perros no pueden esperar para salir
de la perrera. Estaba llorando y agitando las patas. Debería haberla
arrastrado. Pero cuando miré hacia abajo entendí la razón y tuve que hacer una elección.
Cualquier otra perrita se hubiera topado con
los abrazos de sus rescatadores. Pero ella no lo hizo. Se quedó quieta,
agarrada a cuatro patas y se negaba a salir de la jaula. En un rincón, un
chihuahua la miraba, con miedo. Ella sabía que, al irse, estaba a punto de
perder a su mejor amigo.
Y en ese momento sucedió
un pequeño milagro, la pareja vio toda la escena y decidieron adoptar a los
dos. Hicieron los documentos también para el chihuahua y los 4 salieron de la
puerta del refugio.
La foto fue tomada en el
auto, antes de salir.
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