Licencia para matar ballenas.
Antonia, Nate, Mo, John,
Huiting y todo el equipo de Avaaz denuncian a un multimillonario islandés que se
ha dedicado a matar ballenas de aleta, una especie en peligro de extinción,
muchas de ellas embarazadas. “Ahora —aseguran—, el gobierno de Islandia acaba
de conceder licencia para cazar otros 128 ejemplares de este majestuoso animal.
Hace años, la presión pública—¡incluidos 1,7 millones de miembros de Avaaz!—
obligó al gobierno a replantearse la decisión. ¡Unámonos de nuevo para pedir
que no conceda ni una licencia más!”
Hace unos días, Islandia
concedió una licencia al magnate ballenero Kristján Loftsson para matar 128
ballenas de aleta. Estas, o rorcuales, son animales fascinantes que se
comunican mediante el sonido, se enamoran y experimentan un profundo
sufrimiento emocional. Loftsson acostumbra a matar a hembras embarazadas y
según un estudio, estos colosos marinos pueden tardar hasta dos horas en morir
después de recibir el arponazo letal.
“Aún podemos impedir esta
crueldad y proteger al segundo mamífero más grande del planeta —y no solo para
esta temporada, sino definitivamente— ayudando a cambiar la ley y asegurándonos
de que esta sea la última licencia que Islandia conceda. El gobierno islandés
está bajo presión. Aunque la ministra correspondiente ha reconocido su
desacuerdo con la caza de ballenas, se escuda en que la ley la obliga a
conceder el permiso. Pero hay un valiente grupo de legisladores que está
tratando de derogarla”.
Los científicos han
descubierto células en los cerebros de las ballenas que procesan emociones
complejas, como el enamoramiento o el duelo. Se pensaba que estas neuronas eran
exclusivas de los humanos y los grandes simios, pero ¡resulta que las ballenas
tienen tres veces más que nosotros!
Loftsson dice que quizá
esta temporada le falte tiempo para organizar la matanza de estos afables
colosos, pero no parece tener intención de dejarlo. Hace unos años, cuando una
embarcación turística se cruzó con uno de sus balleneros, los pasajeros se
quedaron de piedra al ver cómo el barco remolcaba un cadáver de ballena dejando
una estela roja en el agua. “Que no miren. No tienen más que darse la vuelta y
mirar hacia otro lado”, dijo el empresario. Dejémosle claro que no pensamos
mirar hacia otro lado hasta que la caza de ballenas esté prohibida para
siempre.
La temporada ballenera ha
empezado, Loftsson tiene una licencia y en cualquier momento podría decidir
emprender una de sus letales expediciones. Debemos actuar rápido para detener
la matanza, por hoy y por siempre. Suma tu nombre y pásalo entre todos tus
contactos. Cuando nuestro clamor sea multitudinario, entregaremos nuestra
petición directamente a los principales responsables de la decisión en
Reikiavik. Islandia: ¡ni una licencia más!
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