Borbones constitucionales, el oxímoron nacional.
Los borbones, según
Nieves Concostrina en Público, disfrutan desde hace un par de siglos de una
enorme ventaja con los españoles: somos gilipollas. “Pese a que no han parado
de darnos sobradas muestras de indecencia durante los últimos seis reinados,
aquí siguen gracias a que la desinformación y la desidia de los ciudadanos los
mantiene a salvo, y gracias, sobre todo, a la inmunidad e impunidad que les han
venido brindando las distintas constituciones. La que no ha sido corrupta ha
sido perjuro… o, para ser más exactos, todos han sido corruptos y perjuros. El
defraudador Juan Carlos de Borbón nos ha dejado muchas imágenes hirientes,
injuriosas… seguro que todos guardamos alguna en la retina: junto al elefante
muerto, saludando a bordo del Bribón después de haber sido expulsado del país,
con bermudas, gorra del revés y cara de tolai en la barbacoa de Corinna,
mintiéndonos en nuestra cara cuando salió de la habitación de su hospital
privado diciendo eso de ‘Lo siento mucho…’ o respondiendo a una periodista con
el insultante ‘¡Explicaciones de quéééé!’… desde un coche. La lista de agravios
recogidos en imágenes es larga, pero como su exmajestad no sabe parar de
pifiarla, en los últimos días ha añadido otra de las suyas: un vídeo de
estética chunga diciendo no sé qué de su hijo Felipe y de los jóvenes que le
deben dar su apoyo. Hubo que visionarlo varias veces para saber si eso era un
fake hecho con IA por algún republicano activista o si Juancar ha entrado en
deterioro cognitivo camino de la demencia senil. La madre que lo parió. Ha
pasado a ser el borbón meme...
“A los partidarios de
alcanzar la República todas estas pifias nos dan tremendas satisfacciones,
porque la corona va cayendo en mayor ridículo y desprestigio, pero a Felipe y a
la ciudadana Ortiz les debe haber provocado un pico de tensión porque papi no
para de poner clavos en el ataúd de la monarquía... A mí me ofende
especialmente la imagen de Juan Carlos y Sofía frente a una urna el día 6 de
diciembre de 1978 votando la ratificación de la Constitución. Damos por hecho
que la pareja votó que sí, porque eso les aseguraba absoluta inmunidad para
delinquir. Es ciertamente vergonzoso que tenga derecho a voto quien está al
margen de la ley que está votando. Cerramos una semana en la que otra vez, como
cada año, se nos llena la boca de Constitución, el documento más importante de
la nación que nos hemos dado para regular los derechos, libertades y deberes de
la mayoría de los ciudadanos, pero está tan absurdamente sacralizada, que en
cuanto alguien pronuncia las palabras cambio, enmienda o modificación brota un
sarpullido institucional que pone de los nervios a sus señorías porque creen
que tocar una coma o eliminar machismos manifiestos va a dinamitar los
cimientos de la nación. Bien es cierto que la única enmienda a la totalidad
debería ser, de una vez por todas, la supresión del Título II. De la Corona,
con sus diez artículos dentro, del 56 al 65 ambos inclusive. (...)
“Los borbones deben
mantenerse al margen de toda celebración que incumba a nuestra Carta Magna. Si
no tienen pudor, que al menos manifiesten respeto, porque tiene mucho delito
pretender trasladarnos ese concepto de ‘borbones constitucionales’. Eso es un
pedazo de oxímoron que supera, incluso, al de ‘inteligencia militar’. Entre las
celebraciones constitucionales más vergonzosas recuerdo la de 2012, cuando Juan
Carlos de Borbón, en plena cumbre de su inmoralidad fiscal y amatoria, acudió a
celebrar el bicentenario de La Pepa a Cádiz. Aquel fue un acto disfrazado de
hipócrita solemnidad y de una absoluta falta de respeto a la memoria histórica
por parte del borbón, y con la aquiescencia de los 300 representantes de los
tres poderes del Estado. Ni uno solo de los intervinientes ni del PSOE ni del
PP, ni presidentes del Congreso, del Senado, de los distintos tribunales, de la
Junta de Andalucía, del Gobierno… mencionaron al destructor de la Constitución
que estaban celebrando ni lo que supuso el golpe de Estado del déspota Fernando
VII, los 20.000 liberales a los que ordenó ahorcar o fusilar, el exilio de los
ilustrados, el retroceso científico y cultural, la pérdida de derechos…Nada.
Silencio absoluto. Al fin y al cabo, los españoles somos gilipollas y no lo
íbamos a advertir. (...)
“Ahí tienen a Suárez El
Trampas, metiéndonos a su benefactor con calzador para impedirnos disfrutar de
una democracia plena. Imbuidos de aquel esperanzador lema que decía ‘Habla
pueblo, habla’, el 15 de diciembre de 1976 dieciséis millones y medio de
españoles y españolas votaron sí a aquella Ley de Reforma Política donde iba
camuflado el Borbón. Suárez metió a Juan Carlos por la puerta de atrás. Suárez
también dejó grabado durante aquella imprudencia, que él creía off the record,
que Felipe González es el que pedía a los gobiernos extranjeros que exigieran a
España el referéndum sobre monarquía o república. Hay que ver, Felipe… quién te
ha visto y quién te ve, con principios de lo más variados, como Groucho Marx”.

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