domingo, 17 de marzo de 2013

El Vaticano elige a un papa argentino, tolerante con el nacismo y las dictaduras y desbordado por la corrupción.


El cónclave de 115 cardenales.

De los 115 cardenales reunidos el martes pasado en el cónclave, 62 de ellos eran europeos y sólo 28, italianos, la quinta parte. La prensa italiana enfocó la noticia como una final de la Copa del Mundo de fútbol y se empeñó en que los cardenales de su país habían pactado un candidato único para evitar por tercera vez consecutiva un papa no italiano. Llevan ya 35 años sin un pontífice de Génova (Benedicto XV), de Brescia (Pablo VI) o de la misma Roma (Pío XII). El cónclave del que salió el polaco Juan Pablo II estaba formado por 111 cardenales y, entre ellos, 25 italianos, o sea, una proporción similar. Los cardenales de la catolicísima España, cuyos reyes ganaron el título de Católicos por sus servicios a la cristiandad romana, no figuraban en la cartografía de los elegibles. Indudablemente, pesaban más los cardenales europeos que los treintitrés americanos, los once africanos, los diez asiáticos y el único de Oceanía.  Y, entre los países, los decisivos eran tres: Italia (28), Estados Unidos (11), y Alemania (6). España e India se situaban inmediatamente después por su número, pero no por su peso en la elección. Los once cardenales estadounidenses eran un bloque bastante compacto, al contrario de los italianos, que luchaban a muerte entre ellos para destacar. Aunque quienes más sobresalían, al menos, negativamente, eran los 38 purpurados curiales, es decir, los miembros de esa vapuleada curia romana, que habían dado al mundo el pésimo ejemplo del escándalo Vatileaks. Un grupo acusado de acumular poder, de no escuchar a los obispos, de haberse erigido, en suma, en una especie de élite entregada a sus propias guerras y desconectada de la Iglesia real. Desgraciadamente,  la curia era el lugar donde más divisiones había. Y en este cónclave se presentaban al menos dos frentes bien diferenciados: los diplomáticos, fieles al cardenal Angelo Sodano (de 85 años, y por eso, fuera del cónclave), y los que apoyaban a Tarcisio Bertone, mano derecha de Benedicto XVI. Este contaba con muchos cardenales de su lado. Entre ellos, los españoles Antonio Cañizares, y Santos Abril y Castelló, que estaban en la curia. Este último era diplomático, y guardaba sus buenas relaciones con el grupo de Sodano, lo que le permitiría servir de puente entre ambas facciones. Pero las negociaciones podían ser arduas y difíciles. Conseguir 77 votos no era sencillo para ninguno de los candidatos.
 

Se daba por sentado que el papa podía ser italiano y, en todo caso, europeo. Pero la realidad era que, entre los 265 pontífices católicos habidos, sobre todo en los primeros siglos, coincidiendo con la existencia del imperio romano, hubo africanos, asiáticos y algunos judíos. En el siglo XVI, los italianos se habían hecho con el papado de manera ininterrumpida. Y el 16 de octubre de 1978, un cónclave había elegido a Juan Pablo II. Desde entonces, él y su sucesor, Benedicto XVI, habían sido europeos pero no italianos. Otros cardenales extraeuropeos tenían a su favor ser de lugares de gran crecimiento del número de cristianos, a diferencia de Europa, donde el invierno demográfico, unido a la secularización, estaba haciendo retroceder el catolicismo. En de la Capilla Sixtina se sentaron cinco brasileños y cinco indios. En África la religión católica ya era mayoritaria, a pesar de la persecución realizada por un sector de los musulmanes, o quizás gracias a ella. ¿Y un papa indio, nigeriano o de piel oscura? ¿Cuántos millones de seres humanos tragarían saliva o abrirían la boca al verlo asomarse al balcón de la Plaza de San Pedro?
Los cardenales entran en la capilla Sixtina.
 
Entre los 115 cardenales de la Iglesia Católica Romana encerrados en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo Papa después de una turbulenta semana de complots, intrigas e intercambios secretos, en los que el Espíritu Santo fue la coartada y los papeles del Vati-Leaks, el Vati-Sex y el Vati-Bank, el material para encender en las tuberías de donde saldría la “fumata bianca”, se introdujo una docena de “papables” que, para no pocos, resultaban, paradójicamente, impapables, por haber sido, defensores o cómplices de los curas pedófilos. Entre los señalados por la Red de Supervivientes de los que sufrieron Abusos por Sacerdotes (SNAP) –una organización de EEUU que había divulgado en Roma su lista negra de la “sucia docena”–, destacan al Camarlengo, Tarcisio Bertone, secretario de Estado de Benedicto XVI. La SNAP recordaba que el cardenal Bertone había afirmado en su día no creer que a un obispo se le tuviera que exigir que denunciara a un sacerdote acusado de abuso sexual, porque “si un sacerdote no puede confiar en su obispo por temor a ser denunciado, significaría que no hay libertad de conciencia”. Le seguían en esa lista el cardenal italiano, Angelo Scola; el canadiense, Marc Ouellet; el ghanés, Peter Turkson; el mexicano, Norberto Rivera Carrera, arzobispo de México DF, amigo de Marcial Maciel y cómplice en la ocultación y defensa de curas pederastas; el hondureño, Oscar Rodríguez Madariaga, (que habría afirmado: “Iría con mucho gusto a la cárcel antes que hacer daño a mis sacerdotes, ya que yo no soy un policía”); los estadounidenses Timothy Dolan (Nueva York), Donald Wuerl (Washington) y Sean O'Malley (Boston); el argentino Leonardo Sandri, el australiano George Pell; o el checo Dominik Duka...


Pero también aparecían otros cardenales, como el arzobispo de Los Ángeles, cardenal Roger Mahony, quien diera luz verde al acuerdo de dar, a las cuatro víctimas de abusos sexuales, 10 millones de dólares para evitar el juicio. También él estaba en Roma para elegir al nuevo Papa a pesar de la movilización de 10.000 católicos que pedían su retirada por proteger a curas pederastas El exsacerdote Michael Baker, vinculado al caso, habría abusado de menores, en la década de los setenta, según dijeron los abogados a la CNN. El cardenal de Los Ángeles solicitó que Baker se sometiera a tratamiento psicológico y le permitió posteriormente volver a ejercer el sacerdocio, reincidiendo en la pederastia. Baker fue condenado en el 2007 por el abuso de un menor. Pero el cardenal Mahony asistió al Cónclave de Roma, pese a la cadena de críticas de católicos norteamericanos en su contra. A Rivera, Pell, Dolan, O'Malley y Wuert les acusaban de “ocultación de casos”; al canadiense Ouellet de “negarse a reunirse con víctimas y de negociar con el cardenal escocés O'Brien”, que renunció tras ser acusado de “conductas impropias” con jóvenes sacerdotes. “Nosotros decimos –precisaron– que son los hechos y no las palabras los que protegen a los niños y cuando los obispos hacen comentarios públicos que hieren, causan más dolor a las víctimas”. El portavoz vaticano, Federico Lombardi, no tuvo empacho en juzgar a esta Red de Víctimas: “No corresponde a esta asociación decir quién debe entrar en el Cónclave o calificar a los cardenales que se reúnen”. Sólo dos cardenales se vieron obligados a no asistir a Roma: el británico Keith O'Brien, exarzobispo de St. Andrews y Edimburgo, acusado de “comportamiento inapropiado” hacia otros religiosos en los años ochenta, y el indonesio Julius Riyadi Darmaatmadja, por “motivos de salud”.


En la tarde del miércoles, la fumata blanca del Vaticano anunciaba “Habemus papam”. Era el Sumo Pontífice número 266. No se trataba de ningún candidato de origen italiano, ni europeo, sino, por primera vez,  argentino. El arzobispo de Buenos Aires y cardenal, Jorge Mario Bergoglio, de 76 años, sería quien ocuparía la silla de Pedro con el nombre de Francisco I. Era el primer latinoamericano y el primer miembro de la compañía de Jesús que dirigiría la Iglesia católica. Había estudiado y se había graduado como ingeniero químico, pero, después, había elegido el sacerdocio y entró en el seminario de Villa Devoto. El 11 de marzo de 1958, se unió al noviciado de la Compañía de Jesús y, posteriormente, estudió humanidades en Chile. En 1963, regresó a Buenos Aires y se licenció en filosofía. De 1967 a 1970 estudió y se  graduó en teología y, en 1969, fue ordenado sacerdote. En la década de los 80 viajó a Alemania para completar su tesis doctoral y posteriormente se trasladó a la iglesia de la Compañía en la ciudad de Córdoba como director espiritual y confesor. Luego fue obispo, arzobispo de Buenos Aires y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. Es autor de algunos libros. Los primeros apuntes de su biografía recuerdan su oscuro pasado durante la dictadura argentina, así como su llamamiento a la “guerra de Dios” contra la ley del matrimonio homosexual aprobada en el 2010 durante el mando de Nestor Kirchner. El nuevo jefe de la Iglesia católica había declarado como testigo, por petición de la Fiscalía y las Abuelas de Plaza de Mayo, en el juicio por el plan sistemático de robo de bebés nacidos en cautiverio, durante la dictadura de Videla, después de que otra testigo, Estela de la Cuadra, presentase varias misivas que su padre le había enviado a Bergoglio para que le ayudase en la búsqueda de su hija desaparecida y su nieta.


Jorge Rafael Videla, con Jorge Mario Bergoglio
 
En 2009, mostró su lado más caritativo cuando, en una homilía, afirmó que la deuda social es “inmoral, injusta e ilegítima”, especialmente “en una nación que tiene condiciones objetivas para evitar o corregir tales daños, pero que, lamentablemente, pareciera optar por agravar aún más las desigualdades”. En su contra está el haber sido acusado de colaborar con la dictadura militar argentina, sobre todo, después de declarar como testigo en el juicio de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), el mayor centro clandestino de detenciones y torturas que existió con el régimen militar. Durante más de cinco horas, el cardenal declaró ante el tribunal que investigaba la detención, en 1976, de dos curas jesuitas, Francisco Jalics y Orlandio Yorio, que trabajaban en una villa miseria (chabola), siendo Bergoglio líder de la Compañía de Jesús. Ambos adoptaron una posición activista en la defensa de los derechos de los pobres. Y ambos fueron secuestrados y detenidos por un grupo de la ESMA, después de que su superior les retirara la protección institucional, la licencia religiosa y la protección, y fueron torturados. A los cinco meses, fueron encontrados drogados y semidesnudos en las afueras de Buenos Aires. Según señala el reconocido periodista argentino de “Página 12”, Horacio Verbitsky, presidente de la organización que defiende  a las víctimas de la guerra sucia en Argentina, cuatro catequistas y dos de sus esposos fueron también secuestrados en el mismo operativo en el que detuvieron a los curas. Ninguno de los seis volvió a aparecer. Según la querella del caso, Bergoglio “mintió” y se mostró “reticente” al referirse a los dos sacerdotes jesuitas. En cambio, él aseguró ante la Justicia que había pedido por la suerte de sus subordinados en dos reuniones que tuvo Jorge Videla, el primer general que encabezó la dictadura, y, en otro par de ocasiones, con Emilio Massera, jefe de la Marina que dirigió la ESMA e integró la Junta Militar responsable del golpe de Estado. Hace dos días, Horacio Verbitsky considerba que el nuevo Papa Francisco, Jorge Bergoglio, será “un sucedáneo de menor calidad, como el agua con harina que las madres indigentes usan para engañar el hambre de sus hijos”. Y en una columna publicada en Info-News, el autor de “El Silencio” y “Doble Juego” sostenía el jueves pasado que el nuevo Pontífice de la Iglesia Católica era un “populista conservador” que tratará de introducir cambios cosméticos con sus dotes actorales. Además, recordó el caso del sacerdote Orlando Yorio, “quien denunció a Bergoglio como el responsable de su secuestro y de las torturas que padeció durante cinco meses de 1976”. “Bergoglio –dijo– está habilitado para apostrofar a los explotadores y predicar mansedumbre a los explotados”
 

El arzobispo Bergoglio fue igualmente llamado como testigo, a petición de la Fiscalía y de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, para que declarase sobre la apropiación por parte de los militares de los bebés que nacían en cautiverio durante la dictadura. Bergoglio pidió dar su declaración por escrito. Estela de Carlotto, actual presidenta de las Abuelas, cuestionó a Bergoglio por afirmar, durante el juicio en la causa ESMA, que se había enterado del robo de menores durante la dictadura unos diez años antes. “Por no hablar y mantener el silencio en este país –dijo De Carlotto en el 2007– tuvimos 30.000 desaparecidos y 560 nietos apropiados por represores. Nosotros aún estamos esperando de la Iglesia que haga una autocrítica sobre su actuación durante la última dictadura”. Bergoglio no se defendió públicamente de estas acusaciones, hasta que, en 2010, se publicó el libro “El jesuita, conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio’, en el que afrontó el tema de la dictadura. “Si no hablé en su momento fue para no hacerle el juego a nadie -explicó entonces–, no porque tuviese algo que ocultar. Hice lo que pude con la edad que tenía y las pocas relaciones con las que contaba para abogar por personas secuestradas”. De Carlotto acaba de señalar en el diario “La Nación” que su organización va a dar un voto de confianza al Papa Francisco en “esta nueva misión que ha empezado con mucha humildad”, a pesar de cuestionar su papel en la Iglesia Católica argentina durante la última dictadura militar. Sobre sus presuntos vínculos con la dictadura militar, ha explicado que “todas las opiniones se conjugan haciendo memoria sobre qué rol tuvo la Iglesia… Y uno condena a la jerarquía eclesiástica porque fueron partícipes, cómplices, ocultadores, directa o indirectamente”. Según la presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, “es una historia muy triste que entinta a toda la jerarquía de la Iglesia Católica argentina”.  Lamenta que no se haya dado “ni un paso para colaborar con la verdad, la memoria y la Justicia”. Y añade que “Bergoglio pertenece a esa iglesia –y hoy la representa– que oscureció al país… Lógicamente, ahora es Papa y hay una especie de satisfacción porque la Argentina figura ahora como país civilizado, conocido y reconocido. Esa satisfacción nacional confunde un poco. Uno razona que Bergoglio nunca habló ni se nos acercó a las Abuelas para ayudarnos. Ha ayudado en otros temas, muy lacerantes, pero no en el nuestro”.


El cura, Carlos Berón de Astrada, durante una misa celebrada en la Capilla de la Casa Central de la Pequeña Obra de la Divina Providencia Don Orione, da la comunión al ex dictador Jorge Rafael Videla. La fotografía, modificada con manchas añadidas de sangre, fue hecha en 1990.
 
Bergoglio nunca ha sido muy querido por la presidenta Cristina Fernández, a raíz de las desavenencias y la distancia protocolar que mantuvo con él. Pese a todo, ya le ha felicitado y ha anunciado que asistirá a su asunción como Sumo Pontífice. Pero, desde las filas del oficialismo, algunas reacciones no se han hecho esperar. Alberto Weretilneck, gobernador de Río Negro, ha mostrado su asombro por la elección de los cardenales de El Vaticano: “No sé qué aporte ha hecho la Iglesia argentina para que lo hayan nombrado como Papa”. Menos sutil ha sido Agustina Kampfer, la pareja del actual vicepresidente, Amado Boudou. “No entiendo; ahora somos todos reee-católicos y la Iglesia es la casa de Dios de verdad –escribió en Twitter–. Bergoglio sigue siendo investigado por la participación de la Iglesia en delitos de lesa humanidad. Ni olvido ni perdón”. Otras personalidades recuerdan las relaciones no hostiles entre la Iglesia y el dictador, Jorge Rafael Videla. Una Iglesia que no sólo no condenó a Videla, sino que lo protegió. La misma que se abrazó con Hitler, Mussolini, Franco, Pinochet… Son imágenes en blanco y negro en las que aparece el concordado que Benito Mussolini firmara con Pío XI, en 1929, el Vaticano y el Reich alemán, el 20 de julio de 1933, y el exmilitar, Jorge. R. Videla, comulgaba en una capilla, en 1990. Hechos que reabren el debate sobre la connivencia que la Iglesia católica mantuvo con las dictaduras más sanguinarias a lo largo del siglo XX. Lamentablemente, la fotografía anteriormente mencionada no es ni mucho menos una excepción. En el recuerdo más cercano todavía persiste la imagen de Augusto Pinochet, líder de la dictadura chilena entre los años 1973 y 1990, comulgando y saludando al Papa Juan Pablo II.

Convivencia entre Iglesia y nazismo.
 
Cabe, asimismo, recordar la relación entre la Iglesia y Francisco Franco en todo el período de su dictadura (1939-1975). Franco hereda de la Monarquía Católica el derecho de presentación de obispos y la costumbre de entrar bajo palio en los templos como si de un santo se tratara. Los obispos, nombrados por el dictador, se lo creyeron a pies juntillas y le trataron como representante de Dios en España. Es asimismo innegable que la jerarquía católica se relacionó muy estrechamente con la Alemania nazi. No sólo nos referimos al concordato que, con el fin de legitimar el gobierno de Adolf Hitler, firmaba Pío XII con el canciller nazi Franz von Papen sino también de documentos gráficos que ilustran a la perfección la connivencia que se dio entre la jerarquía católica con el nacionalsocialismo. Al igual que con Hitler, la Iglesia católica mantuvo una relación prácticamente inmejorable con Benito Mussolini, quien gozó de poderes dictatoriales en Italia, desde 1922 hasta 1945. Antonio de Oliveira Salazar (Portugal) y Rafael Leónidas Trujillo (República Dominicana), son otros de los dictadores que, lamentablemente, disfrutaron de la comprensión y el cariño de la Iglesia católica. Mención aparte se merece la instantánea que marcó en buena parte el mandato de Benedicto XI, quien en la década de los 30 –con el fortalecimiento del nacionalsocialismo–, se afilió a las Juventudes Hitlerianas. A los 16 años, el Papa emérito fue llamado a filas, siendo destinado a la protección de la fábrica de BMW en las afueras de Múnich.


Sin embargo, el argentino Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz y conocido activista de los derechos humanos, niega que el nuevo Papa, Francisco I, tenga vínculos con la dictadura militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983. En declaraciones a BBC Mundo, Pérez Esquivel dice que “hubo obispos que fueron cómplices de la dictadura, pero Bergoglio, no.  Desde que, el miércoles pasado, fuera nombrado nuevo Papa, algunos medios y muchos críticos le relacionan con desapariciones y torturas durante el gobierno de la Junta Militar de Videla en Argentina. Críticas que aseguran que Bergoglio miró hacia otra parte cuando se produjeron las matanzas de los militares y que no hizo nada para sacar de la prisión a dos sacerdotes, siendo él el superior de la congregación de los Jesuitas. Pero yo sé personalmente que muchos obispos pedían a la junta militar la liberación de prisioneros y sacerdotes y no se les concedía”, sentencia Pérez Esquivel quien concluye: “No hay ningún vínculo que lo relacione con la dictadura”.


Documento original de la reunión entre el Episcopado argentino y la Junta Militar.
 
Otros insisten en que Jorge Mario Bergoglio ocultara la complicidad del Episcopado argentino con la Junta Militar del dictador Jorge Rafael Videla, en un libro en el que omitió las frases comprometedoras, según la investigación realizada por Horacio Verbitsky. En el original, un memorándum sobre la reunión celebrada el 15 de noviembre de 1976 entre la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina  con la Junta Militar, se expone que el objeto de la reunión es “ante todo, aclarar la posición de la Iglesia” sobre el golpe de Estado de ocho meses antes y el régimen dictatorial consiguiente. Los cardenales muestran “adhesión y aceptación” del “proceso emprendido y encabezado por las Fuerzas Armadas”. En su blog, Verbitsky muestra la transcripción de Bergoglio treinta años después, en un libro que prologó con la frase “no debemos tener miedo a la verdad de los documentos”. El hoy Pontífice suprimió el concepto central expresado en la introducción, de “aclarar la posición de la Iglesia” y que dejaba bien claro: “De ninguna manera pretendemos plantear una posición de crítica a la acción de gobierno” dado que “un fracaso llevaría, con mucha probabilidad, al marxismo”, por lo cual “acompañamos al actual proceso de re-organización del país”. El documento original expresa de forma explícita la “comprensión, adhesión y aceptación” episcopal de ese “proceso”, “emprendido y encabezado por las Fuerzas Armadas”.


Francisco, el nuevo papa, saluda a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro.

Los datos aparecidos en numerosas biografías y perfiles de Bergoglio tienden a demostrar que es un tipo conocido por su sencillez, enemigo de los lujos, que vivía en una humilde “pieza” en el centro de Buenos Aires. Usaba el transporte público y cocinaba sus propias comidas. Aunque en las cuestiones morales se aferre a la tradición. En una carta dirigida a las monjas carmelitas, a raíz del debate argentino sobre la Ley de Igualdad de Sexos, no sólo se manifiesta defensor del matrimonio a ultranza, sino que se permite afirmar “dogmáticamente” que “una ley sobre el matrimonio gay es una movida de Satanás”.  Defiende el bautismo de los hijos de madres solteras, cuando no pocos curas y obispos se niegan a realizarlo, y expresa su condena de la pena de muerte, en una Argentina que pasó por unas dictaduras con miles de asesinatos y crímenes contra personas inocentes. Se dice que, en más de una ocasión, condenó el genocidio nazi de los judíos (cosa que no hizo Pío XII), atreviéndose a reconocer la infame conducta histórica del pasado de la Iglesia en este tema. Incluso se le atribuye esta afirmación: “¡Cómo no maldecir los tiempos eclesiales y sociales en los que la conciencia aún juzgaba que, bajo determinadas condiciones, circunstancias y requisitos, era legítima la aplicación del castigo capital!”. Hincha del “San Lorenzo”, exbailarín de milongas, forofo de Tita Merello y un poco “arrabalero”, el flamante papa argentino puede resultar una bocanada de aire fresco en una Iglesia “descompuesta en su cúpula, retrógrada en su normativa moral, prepotente en sus aspiraciones y presiones políticas, corrompida en su conducta financiera, humilladora de la mujer, muda, hipócrita y cínica frente a los miles de sacerdotes pederastas y silenciadora de los teólogos progresistas, amén de creyentes, y de los sacerdotes defensores del celibato opcional”. Y, en su saludo a los fieles presentes en la plaza vaticana, sale al balcón sin esclavina y sin anillo papal en sus dedos, diciendo que desea ser “un obispo del pueblo, que hagamos juntos el camino de la fraternidad, del amor, de la confianza, camino que comenzaremos en esta bella ciudad de Roma”…


Un Vaticano tenebroso, oscuro, y sospechosamente corrupto, obligó a dimitir a Benedicto XVI. ¿Será capaz el nuevo Papa de enfrentarse a esta situación?
La historia de los papas está plagada de turbulencias, intrigas, corrupciones, complots, nepotismos e incluso crímenes. El Vaticano es una institución a la deriva de intrigas palaciegas, luchas por el poder y corruptelas que obligó a Benedicto XVI a dimitir. La turbulenta vida sexual de algunos de los altos dignatarios de la Iglesia y la división del Colegio Cardenalicio respecto al horizonte hacia donde debe caminar la Iglesia, han dejado estupefactos a una buena mayoría de los fieles cristianos, ajenos a estas turbulencias. De otros escándalos  como la pederastia de una parte del clero y los dineros sucios manejados por los banqueros de Dios– ya están los cristianos bastante enterados... El periódico La Repubblica habla de una red de intercambio de favores sexuales entre seminaristas, laicos y prelados que se citaban en los lugares más insospechados de Roma (una sauna, un centro de estética, una residencia de estudiantes), poniendo en peligro de manera definitiva la reputación de la Iglesia. Todo gira en torno al incumplimiento del sexto y el séptimo mandamiento. Sobre el primero, el “no robarás”, los focos apuntan directamente al Instituto para las Obras de la Religión (IOR), conocido como “Banca Vaticana”. El Banco de Italia decidió suspender las operaciones en cajeros en el Vaticano por no respetar las normas internacionales contra el lavado de dinero. Habla de las trabas del secretario de Estado, Tarsicio Bertone, para ampliar la transparencia de la entidad. Hace tiempo que se viene hablando de que el IOR ha ayudado a lavar dinero a este tipo de personajes y según La Repubblica, Bertone habría sido el máximo responsable. Y estas intrigas monetarias habrían empujado a Ratzinger a la decisión definitiva: renunciar para dejar paso a un papa más joven que pudiera lidiar con el problema.

El cardenal Bergoglio tuvo, en los últimos años un enfrentamiento con el gobierno argentino, especialmente contra el ex presidente Néstor Kirchner y su sucesora y viuda, Cristina Fernández de Kirchner. Polemizó sobre temas como el matrimonio gay, el aborto y la adopción de niños por parejas homosexuales. En 2010, describió la ley para legalizar el matrimonio y la adopción por parejas del mismo sexo como “una guerra contra Dios” y “una maniobra del diablo”. Una postura que Kirchner consideró como “medieval”. Circulan por las redas sociales unas supuestas declaraciones del arzobispo de Buenos Aires, que se atribuyen falsamente a la agencia argentina de noticias Telam, quien desmintió haberlas difundido. En ellas se afirma que “las mujeres son naturalmente ineptas para ejercer cargos políticos. El orden natural y los hechos nos enseñan que el hombre es el ser político por excelencia; las Escrituras nos demuestran que la mujer siempre es el apoyo del hombre pensador y hacedor, pero nada más que eso”. Pero lo que no se ha desmentido es que Bergoglio protagonizara fuertes enfrentamientos con la presidenta Fernández, especialmente en lo concerniente a la ley sobre matrimonios homosexuales. Sobre el matrimonio homosexual, Bergoglio afirmaba en una carta pastoral: “No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento), sino de una 'movida' del Padre de la Mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”.

 
El Papa Francisco y Federido Lombardi.
 
Dos días después de la elección del nuevo papa, Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, denunciaba las críticas aparecidas en medios argentinos e internacionales contra el Papa Francisco, referentes al periodo de la dictadura argentina. “Provienen –dijo– de una izquierda anticlerical para atacar a la Iglesia y son rechazadas con decisión. Se trata de una campaña difamatoria, bien conocida.Jamás ha habido una acusación creíble contra él. La Justicia argentina lo interrogó, pero como persona informada de hechos y jamás fue imputado por algo”, subrayó el portavoz. Lombardi asegura que Bergoglio “hizo mucho para proteger a las personas durante la dictadura” y, una vez nombrado arzobispo de Buenos Aires, pidió perdón en nombre de la Iglesia por no haber hecho bastante urante el periodo de la dictadura.
 
Imagen del artículo sobre el nuevo Papa publicado por “The New York Times”.
 
Sin embargo, el nuevo papa no convence a uno de los diarios más prestigiosos y más leídos, “The New York Times”, que, en su editorial del miércoles pasado, describía a Francisco como un religioso conservador, machista y homófobo fielmente alineado con la doctrina actual del Vaticano, contraria a la ordenación de mujeres, a cualquier tipo de aborto y a los derechos de los gays, además de señalar su actitud colaboracionista con la sangrienta dictadura de Videla en Argentina. “Enfrentado a la izquierda argentina –escribe el periódico neyorquino–, Bergoglio se mostró menos enérgico en su oposición a la dictadura militar de Videla durante la década de 1970, cuando el país entró en crisis por un conflicto entre la derecha y la izquierda que se conoció como la 'Guerra sucia'. Se le ha acusado de conocer los abusos de los militares y no hacer lo suficiente para detenerlos, por lo que más de 30.000 personas desaparecieron o fueron torturadas o asesinadas. Fue el encargado de supervisar las actividades de la orden jesuita en Argentina, desde 1973 hasta 1979, y su actuación durante la guerra sucia ha sido objeto de controversia… El cardenal Bergoglio fue demandado formalmente por un abogado argentino por ser cómplice en el secuestro de dos sacerdotes jesuitas que manifestaban abiertamente su postura en contra de la dictadura y que él había expulsado de la orden una semana antes de que desaparecieran. Aunque la demanda fue desestimada, el debate ha continuado, con la publicación de artículos de periodistas argentinos y libros que parecen contradecir la versión de Bergoglio, con la publicación de documentos de la época y declaraciones de los sacerdotes y laicos que se enfrentaron con el cardenal. Bergoglio, que siempre había negado cualquier implicación con la dictadura, testificó en 2010 que se había reunido en secreto con Videla y Massera para pedir la liberación de los sacerdotes. Al año siguiente, la fiscalía lo llamó a declarar sobre el secuestro sistemático de niños por parte de la junta militar argentina, un asunto del que también ha sido acusado de conocer pero no evitar”

“Además –prosigue el “NYT”– Bergoglio fue la máxima autoridad de la Conferencia Episcopal Argentina mientras la Iglesia se enfrentaba al escándalo del reverendo Christian von Wernich, ex capellán de la policía de Buenos Aires, que fue acusado en 2005 de colaborar en interrogatorios, torturas y asesinatos de prisioneros durante la dictadura. Las autoridades de la iglesia sacaron al padre von Wernich fuera del país y lo enviaron a una parroquia en Chile, bajo un nombre falso, pero fue detenido y llevado de vuelta a Argentina para enjuiciarlo. Así, en 2007, fue declarado culpable de 7 cargos de complicidad en homicidio, más de 40 cargos de secuestro y más de 30 de tortura, y fue condenado a cadena perpetua. Según el NYT, al padre von Wernich se le permitió seguir celebrando misa en la cárcel, y el cardenal Bergoglio nunca emitió una disculpa formal en nombre de la Iglesia, ni se pronunció directamente sobre el caso”. El artículo señalaba su férrea oposición a la izquierda argentina mientras que se mostraba mucho más dócil con la dictadura militar instaurada por Videla en los años 70. Y le acusaba de estar al tanto de los desmanes de la Junta Militar y de  no poner demasiado de su parte para impedirlos. Por otra parte, el diario argentino “Página 13” dice de Bergoglio que “es visto como conservador en Argentina, pero como reformista en el seno de la Iglesia y en el Vaticano medieval, desbordado por escándalos de corrupción”.


Los cardenales que participan en el Cónclave para la elección del nuevo papa –escribe  Qaesar en El Ventano– han sufrido una extraña intoxicación por un fallo en la combustión de la estufa que se emplea para la emisión de la fumata. A pesar del secretismo que rodea la reunión, un monaguillo ha logrado publicar en su Twitter una foto de los reunidos donde se observan los efectos que han sufrido.  “El 'fumatino', la persona encargada de la estufa, está siendo interrogado por los servicios de seguridad del Vaticano para encontrar las causas de la intoxicación, por si se tratase de un acto de sabotaje por parte de algún clan de la curia. El hombre ha reconocido que, además de la leña habitual que emplea todos los años, procedente del huerto de los olivos donde se retiró Jesús a rezar en Semana Santa, ha quemado en la estufa una pequeña estantería de Ikea y unos papeles de contabilidad que le entregó el español Rouco Varela de parte de Rajoy. Tras preguntarle por el fuerte olor a tubérculo quemado, el fumatino ha reconocido que había metido a asar en la estufa unas patatas de Mercadona y se había olvidado de ellas, por lo que acabaron socarradas. Tras un somero análisis, los investigadores han concluido que la combustión de la madera de Ikea y las patatas de Mercadona pueden producir gases peligrosos, aunque sospechan que los extraños papeles de Varela hayan podido el principal causante de la extraña intoxicación.


“El monaguillo, miembro del colectivo 'Indignatus Sumus' que opera en la Santa Sede desde la dimisión de Ratzinger, hizo la foto con una minicámara modelo 'Método3 BCN' camuflada en su escapulario, que se autodestruye tras tomar la imagen y colgarla en la red. Según ha afirmado, los cardenales andan todo el día como lelos por las estancias vaticanas, con la boca abierta y los ojos luminosos, lo que está impidiendo las votaciones, por lo que las próximas fumatas serán negras hasta que se normalice la situación. Mientras los cardenales las están pasando canutas, dos muchachas del colectivo Femen protestaban en la plaza de San Pedro con sus pechos descubiertos al grito de 'Pope no mor', ante la atenta mirada de los peregrinos”.


“La acogida al humeante espectáculo vaticano –escribe Matías Vallés bajo el título Bergoglio vs. Ratzinger– demuestra que el mundo no necesitaba tanto un nuevo Papa como una nueva elección de Papa. Los teólogos ortodoxos poseen una inteligencia apreciable. Si hace dos meses se hubiera propuesto a estas eminencias la dimisión de Ratzinger, habrían replicado a coro que la salida era absurda, porque el pontífice se hallaba en el momento óptimo para que fructificara su semilla. Ratzinger abdicó, y los doctores de la iglesia repicaron que el abandono se producía en el momento óptimo, porque la semilla de Ratzinger ya había fructificado. No se advierten diferencias reseñables con los forofos futbolísticos, propensos a aplaudir cualquier decisión de su club. Hasta ahora mismo, ningún teólogo oficial ha puesto un pero a la proclamación de Bergoglio. Si es el mejor Papa imaginable, ¿por qué fue relegado a la segunda posición en el penúltimo cónclave, cuando ya estaba a punto de adentrarse en el septuagenariado? Además, la novedad de la supervivencia del olvidado Ratzinger convierte las alabanzas a Francisco en denigraciones de su predecesor. Incluso el anodino “cambio de rumbo” implica que el rumbo anterior era erróneo. Este conflicto fratricida se traslada a las sucesiones a otros tronos religiosos, como la corona española. Si el Rey abdicara en contra de la voluntad de Corinna, los elogios de ordenanza a Felipe –sin ordinal, como el Papa– ofenderían a su antecesor y progenitor. Todo lo anterior ofrece perspectivas inéditas sobre los cargos vitalicios y su eliminación en épocas pretéritas. El envenenamiento, de honda tradición en los tronos vaticanos, regios y chavistas, cumple la misión piadosa de ahorrarle al saliente las comparaciones negativas o vengativas con su sucesor. Los jerarcas de las religiones se adelantaron a la eutanasia, y los cardenales vigentes atienden a la misma regla al nombrar a un cardenal de sobrada edad y magullado. Otro dato en que se equivocaron unánimemente los teólogos, que ahora coincidirán en que la semilla papal fructifica mejor a los ochenta años. Amén”.


La Iglesia católica fue cómplice de crímenes de lesa humanidad durante la dictadura militar en Argentina entre 1976 y 1983, según sentencia de un tribunal argentino.

Enric Sopena director de Elplural.com escribe: “El sacerdote y periodista Federico Lombardi  –por cierto, jesuita– es el portavoz de El Vaticano. Ayer denunció una “campaña difamatoria, orquestada desde la izquierda anticlerical o radical contra el Papa Francisco, también jesuita, a propósito de cuál fue su papel durante la dictadura asesina del general Videla. No deja de ser un sarcasmo la acusación de Lombardi. La Iglesia católica –a lo largo de su historia– jamás ha sido un ejemplo de transparencia. Más bien, de todo lo contrario. Lo suyo ha sido casi siempre de una implacable opacidad. Los misterios forman parte, muy activa, de esta organización religiosa, más cercana al medioevo que al siglo de las luces… Salvo excepciones, los dirigentes de la Iglesia católica han acostumbrado desde siempre a respaldar las políticas ultramontanas y, a ser posible, regresar a “la unión estrecha entre el Trono y el Altar”. Los misterios que rodean a la Iglesia son habituales y vienen de muy lejos. Por consiguiente, no debería Lombardi acogerse al victimismo. El Papa Francisco nunca ha alardeado de progresista y menos todavía de ser jesuita de la vieja escuela, en absoluto favorable a la teología de la liberación. Es un jesuita conservador, y de la vieja escuela, aunque en la actualidad –lo que, en este sentido, le enaltece– es un firme partidario de reencontrase, dice, con los orígenes del cristianismo. Eso es verdad, pero también parece que sea verdad su nula crítica profunda y pública contra la dictadura brutal de los jerifaltes argentinos. También es verdad que predica el amor al prójimo y a los más débiles, pero en cambio es incapaz de asumir que los homosexuales no son hijos del Diablo, sino de Dios. En resumen, no hablen de “campañas difamatorias” para desacreditar al Papa, sino que inviten a los periodistas a poder averiguar en los archivos eclesiásticos cuál fue la conducta del ahora Francisco ante los golpistas sangrientos de la dictadura. Transparencia, Papa Francisco”.

 
 

Bergoglio es un reconocido aficionado al fútbol y declarado seguidor del equipo argentino San Lorenzo de Almagro. De hecho, este club fue fundado por el padre Lorenzo Massa en 1908. En distintos actos recibió camisetas y hasta el carné de socio del club. Él mismo recordó que su padre fue jugador de baloncesto en el club Boedo, por lo que frecuentaba las instalaciones del Cuervo, sobrenombre del San Lorenzo.

Jorge Mario Bergoglio, viajando en metro en Buenos Aires.
 


Iniciamos, con este dibujo la sección humorística de esta semana en la prensa, dedicada especialmente, al nuevo Papa. Comenzamos con Erlich.





 

Continuamos con los humoristas habituales: Forges, Albert Mont, Peridis, J. R. Mora, El Roto, Angonoa, Alfons López…
 










Y terminamos con el humor de Pep Roig: Retroceso progresivo, La cloaca se divierte, Aquinodimitenadie, Esto es unatracolandia y Ni en pintura.
 





Nos despedimos con cuatro vídeos. El primero es una manifestación de dos activistas de Femen en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, mientras cientos de fieles esperaban el inicio del cónclave para elegir al nuevo papa. Las jóvenes protestaron contra el proceso de elección del Sumo Pontífice. Ambas fueron detenidas por la Policía y sacadas a la fuerza de la plaza. A mediados de enero de este año cuatro mujeres ucranianas de este movimiento se quitaron la ropa en la misma plaza, mientras el papa Benedicto XVI rezaba desde la ventana de su residencia. En el segundo, el Papa Juan Pablo II, en su segundo día de visita en Chile, saluda al Presidente Pinochet en el Palacio Presidencial de la Moneda en Santiago de Chile el 2 de Abril,1987. En la plaza de la Constitución da los honores la Escuela Militar del Ejército de Chile. En la entrada del Palacio Presidencial, los honores oficiales los hace la guardia presidencial de Carabineros de Chile. El tercero es sobre una sentencia de un tribunal argentino sobre la Iglesia católica, cómplice de crímenes de lesa humanidad durante la dictadura militar en Argentina entre 1976 y 1983.


Finalmente, volvemos sobre nuestra tierra y sus fiestas. Se trata de una adaptación de una escena de la película Matrix a las Fallas de Valencia de estos días. Refleja ese viaje a lo siniestro que ha iniciado el partido de Rajoy. Las protestas y reivindicaciones bajo el balcón de Rita están suponiendo una molestia para la imagen de las fallas, pero el ayuntamiento tiene un as en la manga.
 

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdo, que hace algunos años los más mayores empleaban la expresión "Es un jesuita" o "es jesuitico" para referirse a alguien, aludiendo a su condición desleal, ruin, mezquina, traidora, bellaca, y en general de apariencia y conducta engañosas.

chiflos.

Anónimo dijo...

Para ser periodista hummmm... te recomiendo que verifiques las fuentes ( y las fotos), hay bastantes errores por no decir horrores , ni hablar de lo tendencioso y mal intencionado del escrito.¿te lo soplaron al oido?

Anónimo dijo...

Para ser periodista hummmm... te recomiendo que verifiques las fuentes ( y las fotos), hay bastantes errores por no decir horrores , ni hablar de lo tendencioso y mal intencionado del escrito.¿te lo soplaron al oido?

Anónimo dijo...

Para ser periodista hummmm... te recomiendo que verifiques las fuentes ( y las fotos), hay bastantes errores por no decir horrores , ni hablar de lo tendencioso y mal intencionado del escrito.¿te lo soplaron al oido?

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

jaaaaaaaaaa! PELOTUDO! ESE NO ES BERGOGLIO!! jaaaaaaaaaaaa! Que tipo pelotudooo!! Tendrías que haber desaparecido..

Anónimo dijo...

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