martes, 24 de septiembre de 2013

Juan Carlos, ¿por qué no te vas?


El rey Juan Carlos será hoy operado en el Hospital Quirón, de Madrid, por el doctor Cabanela, un español que trabaja en la Clínica Mayo de Rochester, en Minnesota (EEUU).

Algunos periodistas han aprovechado los problemas de salud del rey para preguntarle por qué no abdicaba y se va ya definitivamente a descansar. Una invitación que el monarca, de 75 años, proclamado rey de España, en 1975, ha rechazado tajantemente. Una de las que más directamente se lo ha pedido ha sido Esther Vivas (autora de diversos libros y publicaciones sobre movimientos sociales y consumo responsableI), en Público, que así se lo recordaba: “El rey vuelve a ser noticia. Esta vez no se trata ni de amantes, ni cacerías, ni salidas de tono, ni negocios opacos, ni tropezones, ni cuñados imputados, ni elefantes sino de una nueva operación. Los medios llenan portadas, minutos de noticias, declaraciones… sobre la próxima intervención quirúrgica de ‘su majestad’… Las limitaciones presupuestarias parece que no afectan al rey con quien no se escatiman recursos para su operación. El considerado ‘número uno mundial’ en cirugía de cadera, Miguel Cabanela, venido expresamente de Estados Unidos, donde trabaja en la Clínica Mayo, dirigirá la operación, y es quien lo ha examinado. Tal vez, nos podría pasar su presupuesto. Otros ciudadanos podrían precisar de sus servicios, y sería todo un detalle incluirlo en las prestaciones de la seguridad social. El rey, y toda su familia, nos salen muy caros. No sólo pagamos operaciones de cadera, de las que don Juan Carlos lleva ya unas cuantas, sino, también, viajes al extranjero, personal (secretarios, mayordomos…), mantenimiento y conservación de palacios, guardia real, vehículos oficiales y un largo etcétera. Y cuando pedimos las cuentas, vemos que la factura nos sale muy cara, y eso que no incluye todo el gasto… En el Estado español, tenemos el triste honor de ser una de las 29 monarquías que quedan en el mundo. La crisis debería ser una muy buena oportunidad para replantearnos el tema. Juan Carlos, ¿por qué no te vas? Y de paso te llevas a la familia entera, desde el cuñado que nos ha robado, a la princesa mantenida en Suiza, cuyo traslado nos va a costar una fortuna, a tu señora la reina, a tu hijo… No somos súbditos ni vasallos y no queremos monarcas ni príncipes ni princesas. Adiós, y no vuelvas nunca”.

En su artículo “Hay que desmitificar la figura del Rey”, el periodista gallego, Arturo González, confiesa que nunca entendió el enorme interés y la importancia que concedemos a la figura del Rey, habida cuenta de que no manda nada, no tiene el menor poder ejecutivo, y su papel es puramente representativo y casi simbólico. “Todo lo que firma lo hace ‘obligado’ por el Gobierno de turno como mero trámite, y, si se negara, las Cortes Generales podrían destituirlo sin contemplaciones. Si le ocurre algo grave, inmediatamente es relevado por el sucesor prefijado en la Constitución y sin sobresalto alguno. Su sucesión es una circunstancia ajena a él, impuesta y controlada por el Parlamento y por tanto por el pueblo español. La figura del Rey de España y los de otras varias naciones, está sobredimensionada y lejos del gran poder de decisión de anteriores reyes, tanto absolutos como ya en monarquías parlamentarias. (…) Quizás la razón de esta ‘mitificación’ reside en el ancestro histórico de la necesidad que alguien que represente y ostente el poder y la autoridad, así, y muy principalmente, en el sueño popular de identificarlos, a él y a su familia, con los cuentos de hadas tradicionales; por eso todo lo relativo a la Corona es carne de información rosa. El único inconveniente serio es que su sucesión sea estipulada por razones de sangre, cosa que no ocurriría con un Presidente de la República. (…)  En cuanto al tema tan pregonado de la abdicación, dada ya su edad y sus repetidas dolencias, pienso de modo temerario que quizás no abdique, preocupado por si con ella perdería su inviolabilidad, y consecuentemente podría ser llevado a juicio por varias cuestiones, caprichosas o falsas, como puedan ser sus negocios y patrimonio…”

Otros periodistas, como es el caso de Federico Quevedo, reclaman la jubilación real. “¡Abdique, Majestad!” es el título del artículo de este periodista muy cercano a la vicepresidenta en el que defiende la capacidad del príncipe de Asturias “para dar satisfacción a quienes quieren la continuidad de la Monarquía Parlamentaria como sistema de configuración del Estado”. Quevedo se define como no monárquico (llama la atención su alergia por la palabra republicano) aunque defiende la actual situación porque no quiere revivir lo que ocurrió en el 36. Políticos como Joan Coscubiela, portavoz de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV) en el Congreso, considera hoy “insostenible” la situación del Jefe del Estado y de la institución monárquica, y declara que  la operación a la que será sometido el Rey “es una oportunidad para iniciar un debate sobre la utilidad de un Estado republicano”. Especialmente crítico con la monarquía, para Coscubiela, la nueva intervención quirúrgica a la que será sometido el Rey “es una buena oportunidad para iniciar un debate sobre la mejor forma de estructurar la Jefatura del Estado”. Y añade que, fruto de este debate, debería considerarse “si no sería más útil abrir la posibilidad de una nueva forma de Estado republicano”. También Iñaki Anasagasti, sumamente crítico con la Monarquía, anhela la IIIª República. Tras dibujar a un monarca “anciano” que “no está para ningún trote”, asegura en su blog que "lo mejor que puede hacer es abdicar y que, en el estado español, venga la República. Tiene suficiente Inserso y Estoril esperándole"  Para Cayo Lara, coordinador general de IU, el rey Juan Carlos ha perdido “una oportunidad histórica” para apoyar a la sanidad pública al ser operado en un hospital privado. Y asegura que el debate no es si el rey podría abdicar, sino conocer si la sociedad es partidaria de la continuidad de la monarquía. “Nosotros esperamos que se recupere el rey para que exista la oportunidad de hacer una modificación de la Constitución, y que el pueblo decida si quiere monarquía o república, y no vayamos a una abdicación que, en definitiva, sería más de lo mismo, y sería volver a negar la democracia al pueblo español”. Rubalcaba desvelaba en el programa de Ana Pastor, de la Sexta, que el sábado habló con el rey y le encontró “bien de ánimo, pero con un trasfondo de tristeza”. El secretario general del PSOE manifestó su “preferencia” en que Juan Carlos I se hubiese operado en un hospital público y no en uno privado. “La sanidad pública –dijo– es magnífica, pero es una decisión que habrá tomado con sus médicos”. Aseguró que comprende que haya debate sobre si el rey debería o no abdicar ante su estado de salud, “si bien confío en las decisiones que tome porque ha demostrado “responsabilidad en momentos difíciles”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La monarquia es una malformación de la estructura social. Responde a un factor causal atávico documentado en antropología, que pretende recuperar y hacer prevalecer a través de la consanguinidad las facultades de algunos individuos que en algún tiempo destacaron como lideres o guías políticos o espirituales. Es pues, pensamiento mágico basado en un raciocinio causal no-científico, tal como la superstición, aunque el ADN y su secuenciación bien pudiera otorgar verosimilitud a todo esto, que hoy siguen siendo creencias arraigadas en el inconsciente colectivo de algunos. A lo que voy, Abdicar es un verbo y su gerundio es abdicando. Creo que el Rey está en ello como proceso vital. Es decir, no abdica pero esta abdicando. De todos modos, se quiera o no, el Hola será un documento histórico y batirá sus registros de ventas.