martes, 29 de octubre de 2013

Varias varas de medir.

 
Miles de personas convocadas por la AVT, en la Plaza de Colón de Madrid.

 
Arenas, Floriano, González Pons, Ana Botella,Arantxa Quiroga e Ignacio González, contra la derogación de la doctrina Parot.

 Esperanza Aguirre, la presidnta del PP de Madrid.
 

Iñaki Anasagasti, senador del PNV.

La manifestación del pasado domingo contra la derogación de la doctrina Parot parece demostrar que hay varias varas de medir: la de los manifestantes, la de los que se oponen sin necesidad de manifestarse y la que mantiene Iñaki Anasagasti, senador del PNV. Esperanza Aguirre, presidenta del PP de Madrid, considera “vil e infame” la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y se manifestó para evitar “que dicha sentencia humille a las víctimas y enaltezca a los asesinos”. Su postura avaló los miles de manifestantes congregados que recibieron con abucheos a varios dirigentes del PP, presentes en la Plaza de Colón que pedían justicia, tras la sentencia del TEDH contra a la “doctrina Parot´”. En este sentido cabe interpretar los gritos que acusaban de “traidor” al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Entre los políticos del PP, se encontraban los tres vicesecretarios generales Esteban González Pons, Javier Arenas y Carlos Floriano, Esperanza Aguirre; Ana Botella; el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González; Arantza Quiroga, presidenta del PP vasco y el secretario general de la formación, Iñaki Oyarzábal. La dirigente de AVT, Ángeles Pedraza, lanzó una velada crítica al Gobierno del PP y justificó la convocatoria no como un acto de “venganza o rencor”, sino como uno de “justicia” mientras se oían los gritos contra Rajoy, acusándole de “traidor” y “marioneta”.
El secretario general del PP vasco se mostró confiado en la política del Gobierno para acabar con los terroristas. "El PP es sensible a las críticas –explicó– y tomamos nota de todo lo que escuchamos, pero el Gobierno está actuando de acuerdo a la ley”. Y el hijo del expresidente del PP aragonés Manuel Giménez Abad, que fue asesinado por ETA en Zaragoza en 2001, dijo que, aunque no le gusta la resolución del TEDH, el estado de derecho fue quien  acabó con la banda terrorista. No obstante, los tres dirigentes del PP, Floriano, Pons y Arenas, recibieron gritos de “traidores”. Pero Ortega Lara, funcionario de prisiones al que ETA sometió durante 532 días de secuestro, dijo de Rajoy que la organización terrorista “ha seguido la hoja de ruta del anterior Gobierno y de ETA”. Y Esperanza Aguirre, la más querida, recibió apoyos a voces de “presidenta, presidenta” y declaró a los periodistas que ETA “ha dejado de matar, pero no podemos permitirle que obtenga victorias en otros campos”.

Otra reacción a tener en cuenta es la ofrecida por Iñaki Anasagasti, senador del PNV, quien dice entender a quien le han matado un hijo, un hermano, un padre, un sobrino o algún familiar por parte de ETA: “Entiendo y comprendo no solo su indignación sino su rabia”. Pero, a continuación, añade: “Pero ¿qué decir ante el no cumplimiento de sus penas, miles de años, del general Rodríguez Galindo y otros asesinos y torturadores, creadores del Gal o miembros activos de la guerra sucia? Se han cumplido treinta años del asesinato de los jóvenes Lasa y Zabala y todos hemos comprobado cómo el general de la Guardia Civil vive tan campante en su casa. Y eso que se le había encomendado por la sociedad proteger la vida de Lasa y Zabala. Y luego los metió en cal viva. Entiendo que a los familiares de los muertos producidos por miembros de ETA, beneficiada por la sentencia de Estrasburgo, estén desolados, indignados y clamando justicia. Lo entiendo. Pero que España entienda también que los familiares de Lasa y Zabala opinen lo mismo de la justicia española. ¿Se entiende? No, no se entiende por la sencilla razón que hay dos varas de medir”.

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