viernes, 23 de enero de 2015

Los periodistas españoles rechazan el discurso del miedo.


La Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP) señala en un comunicado su preocupación ante algunas de las reacciones que se han producido tras los brutales atentados contra el semanario francés Charlie Hebdo y un supermercado judío, que alientan a recortar libertades públicas como si esto fuera imprescindible para combatir el terrorismo. La FeSP condenó desde el primer momento estos atentados y desligó de esa condena a cualquier otro colectivo o cualquier creencia religiosa.

La FeSP llama la atención sobre la actitud de algunos medios de comunicación y de algunos tertulianos que, con sus titulares y opiniones, no contribuyen a la imprescindible convivencia social sino, por el contrario, parece que estimulan a la violencia de Estado y propician el odio entre las personas. Y considera igual de preocupante “la difusión de la perversa teoría que contrapone la plena vigencia de las libertades a la necesidad de normas de seguridad eficaces para prevenir la violencia terrorista”. Consciente o inconscientemente, añade, esas opiniones alimentan la tendencia de algunos políticos y gobernantes que pretenden imponer soluciones simplistas a problemas complejos.

Sostiene la FeSP que está demostrado que los ataques a las libertades ciudadanas no se pueden combatir de manera eficaz con normas restrictivas de esas mismas libertades: “Quienes defienden estas soluciones, por lo general no es que cometan un error sino que tratan de aprovechar una situación de angustia social para imponer de manera perversa sus tendencias represoras”. La Junta Ejecutiva Federal de la FeSP, en coincidencia con la opinión de los periodistas franceses, de sus organizaciones representativas y de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) y su filial europea (FEP) –a las que pertenece–, se dirige a los informadores, a toda la ciudadanía y a los gobernantes: “Reiteramos –sostiene la FeSP– la más rotunda condena de los atentados perpetrados en Francia, como de cualquier acto terrorista, en este caso dirigidos contra la libertad de expresión, uno de los pilares de la democracia. Pero rechazamos el maliciosamente extendido discurso de la necesidad de una seguridad extrema, porque los informadores queremos trabajar con seguridad pero no bajo un permanente control policial. Exigimos, más que nunca, la plena vigencia de las libertades para los medios de comunicación y toda la sociedad. Rechazamos los mensajes del miedo y del odio, que solo pueden traer más violencia y una existencia vigilada y bajo sospecha. Denunciamos el peligroso incremento de las desigualdades sociales y el efecto devastador de las discriminaciones como primer síntoma de violencia. Instamos a todos los compañeros y compañeras de la información a una seria reflexión sobre nuestra responsabilidad profesional, para evitar convertirnos en mensajeros del odio. Y exigimos a los gobernantes que cumplan con su obligación de garantizar la seguridad ciudadana sin ceder a la presión de los sectores ultraconservadores que agitan la falacia de que vivir seguros es contrario a vivir con libertad”.


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