sábado, 20 de junio de 2020

Las calles rugen contra la monarquía.

El rey emérito y el actual jefe del Estado, Felipe VI, en una imagen de archivo.


“Ni con mascarilla, ni con guantes. Tampoco con look militar ni luciendo un discreto traje que contrasta, en su discreción, con los escándalos que le rodean. El rey Felipe VI llegó ayer a sus seis años al frente de la monarquía española, y lo hizo en medio de dos crisis: la del coronavirus y la de su familia, señalada ahora directamente por las tramas oscuras de su padre, el emérito Juan Carlos de Borbón. No es buen momento para la corona”. Nos lo recuerda Danilo Albín en el artículo “El sexto aniversario de Felipe VI llega con la monarquía en su peor momento”. Artículo que termina recordando que Alejandro Quiroga, investigador de la Universidad Complutense de Madrid remarca que Felipe VI “está en una encrucijada: quiere separarse de los escándalos y presuntas corruptelas de Juan Carlos I, pero a la vez le debe a su padre la corona que ostenta. Es más, en la España post-franquista la propia institución monárquica está profundamente vinculada a Juan Carlos I y a la narrativa de una transición modélica. Si Juan Carlos es condenado por corrupción se va a hacer imposible mantener la idea de la monarquía como institución ejemplar que trajo la democracia a España tras la muerte del dictador”. De ahí el comentario de que, “o en vano, Felipe VI tiene hoy poco que celebrar”.

Por su parte, David Bollero publicaba el pasado martes en Público el artículo “Las calles rugen contra la monarquía” en el que dice: “Desde la misma vuelta a la democracia tras la dictadura de Franco, España viene disparándose en los pies con balas borbónicas. Si Adolfo Suárez admitió habernos privado del referéndum que merecíamos para poder elegir nuestro modelo de jefatura de Estado, posteriormente se ha dotado a los Borbones de impunidad bajo el cuestionable eufemismo de inviolabilidad. Quizás por eso nadie espera que prospere la investigación del Tribunal Supremo sobre las comisiones supuestamente recibidas por Juan Carlos I por el AVE a La Meca. El hecho de que los letrados del Congreso vuelvan a blindar al rey emérito confirma esos temores y las calles rugen... con y sin mascarilla.

“Muchas personas dirán que no es el momento, que el país tiene otros frentes abiertos, que hay que centrar los esfuerzos en otras tareas... pero en una coyuntura en la que es necesario hasta el último céntimo de euro, todos los millones que nos cuesta el régimen borbónico, sumado a lo que supuestamente –y lo indica hasta la justicia suiza– nos ha robado la familia del campechano nos vendrían realmente bien.

Bollero añade: “Dice muy poco de nuestra democracia que el jefe de Estado pueda cometer delitos a discreción sin que la ley pueda tocarlo, pueda dañar gravemente al pueblo español sin que la justicia tome medidas, sin que ni siquiera pueda investigar los hechos. ¿Qué clase de democracia es esta? La situación es un verdadero atropello para la nación, incluso, para quienes defienden la utilidad de la monarquía; para quienes vemos en esta fórmula caduca y antidemocrática una suerte de parasitismo inútil, una auténtica violación. La inviolabilidad del rey nos está violando a todas y todos, abusando de nuestra democracia, quebrantando nuestro respeto por la ley.

Y termina recodando: “Con el silencio cobarde y mezquino de la Casa Real y asumido que la vieja guardia del bipartidismo, apoyado por la extrema-derecha, volverán a encubrir los posibles delitos borbónicos, todo el foco se dirige a las investigaciones del Tribunal Supremo: o éstas prosperan y lo hacen, además, de un modo realmente concluyente y transparente, o ¿qué nos queda a la sociedad civil que defendemos una verdadera democracia? Las calles. La pandemia ya postergó las urnas que se iban a repartir por buena parte del país para realizar una consulta sobre el modelo de Estado, pero el nuevo ultraje sufrido llama imperiosamente a la acción. Si ni nuestro Congreso ni nuestra Justicia están a la altura de la democracia que merecemos, será el pueblo quien deba asumir esa responsabilidad y hacer historia”.

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