viernes, 9 de agosto de 2024

La segunda huida de Carles Puigdemont, facilitada por los errores y la supuesta complicidad de algunos Mossos.

 

El expresidente de la Generalitat de Catalunya Carles Puigdemont en el acto de bienvenida.

Alberto Pozas reconoce en ElDiario.es que Carles Puigdemont no es ningún novato cuando hay que desaparecer. “Su volatilización este jueves, dando esquinazo a los Mossos d'Esquadra tras comparecer ante cientos de personas a pocos metros del Parlament, supone su segunda gran evasión en la última década después de abandonar España en 2017 con destino Waterloo pocos días antes de que la causa judicial del procés echase a andar en su contra. Siete años después, la situación política y judicial del expresident es muy diferente a la que dejó: su partido no preside la Generalitat de Catalunya, hay una ley de amnistía sobre el procés que impulsó y él mismo está en búsqueda y captura por malversación dentro de las fronteras españolas.

“A diferencia de cuando abandonó España en 2017, esta vez sobre Puigdemont sí pesaba una amenaza real: está en búsqueda y captura por orden del juez Pablo Llarena, que en su último auto sobre la amnistía interpretó que el delito de malversación atribuido al expresident no ha sido perdonado por la ley. La gestión de una detención que todos daban por hecho, dentro y fuera del Parlament, estaba en manos de los Mossos d'Esquadra.

El expresident había llegado a la plaza donde pronunció el discurso acompañado de un grupo de colaboradores medio a la carrera. Saludó a sus “queridos compatriotas”, cargó contra un “país con una ley de amnistía que no amnistía” y antes de que arrancase el debate de investidura se despidió con una frase premonitoria: “No sé cuándo nos volveremos a ver“. Luego bajó del escenario espoleado por un “¡Vamos!” de su abogado, Gonzalo Boye. El estrecho colaborador del expresident al que se atribuye toda la hoja de ruta que lo llevó a Waterloo y de su breve reaparición pública en Barcelona. A partir de ahí, el desconcierto: unos segundos después, Puigdemont no acompañaba al resto de políticos y dirigentes de Junts que marchaban hacia el Parc de la Ciutadella, camino de la sesión parlamentaria. Delante de decenas de cámaras, agentes de policía y cientos de seguidores, Carles Puigdemont se había vuelto a esfumar.

“La variedad de versiones y la escasez de certezas dibujan el factor caótico que introdujo Puigdemont al desaparecer por sorpresa. Los Mossos d'Esquadra tenían intención de que su arresto fuera lo menos espectacular posible: no engrilletarle delante de los manifestantes y hacerlo antes de que entrara en el Parlament. Ese margen de unos pocos metros es todo lo que ha necesitado el expresident para desaparecer por segunda vez”.

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