Media docena de reyes delincuentes inviolables.
Nieves Concostrina
comenta esta semana cómo un letrado del Congreso de los Diputados, en una
conversación con un redactor de Público hará poco menos de un año, dijo que
“cuando se diseñó la Constitución, jamás se hizo pensando en un rey
delincuente”. “El comentario intentaba justificar así que en una Constitución
de finales del siglo XX se hubiera incluido la inviolabilidad del rey, lo que a
su vez ha impedido que el defraudador Juan Carlos haya podido ser objeto de una
investigación parlamentaria porque dos partidos políticos, uno de ellos solo
republicano de boquilla, han preferido proteger a un delincuente que defender
los intereses de los españoles frente al delincuente en cuestión.
“El letrado, no lo dudo,
será un cerebrito en Derecho, pero tiene ganado un cero patatero en Historia
Contemporánea de España. Teniendo en cuenta que de los seis borbones que han
reinado desde que se inauguró en 1812 la historia constitucional de España los
seis han delinquido, está claro que tenemos todas las papeletas para que
cualquier borbón que instalemos en la Jefatura del Estado salga con las mismas
hechuras. Lo extraordinario sería lo contrario. Todos y todas (Fernando, María
Cristina, Isabel, los dos Alfonsos y Juan Carlos) han quebrantado leyes y
constituciones al amparo de su inviolabilidad. Los que no han sido golpistas y
perjuros han sido comisionistas y evasores, y cuatro de ellos, dicho sin
ambages, ladrones. Y todos adúlteros… aunque esto incumba más a la endémica
impudicia de los borbones que al Código Penal.
“Entre los seis borbones
delincuentes referidos está claro que no me he atrevido a incluir al séptimo
por razones obvias. Aunque se coman la indignación y se cuiden mucho de decir
ni mu, porque ya saben ellos que no está el horno para bollos, el artículo 491
del Código Penal sigue ahí. El actual jefe del Estado tendría mucho de lo que
avergonzarse si no fuera inmune a la vergüenza, y aunque aún no existan pruebas
de sus delitos, sí hay evidencias de complicidad. Qué menos. Es su padre.
Cómplices de Juan Carlos han sido todos sus hijos, Sofía, la nuera, yernos,
ascendentes y descendientes que conocían sus delitos y se beneficiaban de
ellos. Protegían al adúltero, al evasor, al comisionista… porque así defendían
su estatus, sus ingresos y sus privilegios.
“Y tras Juan Carlos, la
historia se repite. Felipe, la ciudadana Letizia, las privilegiadas hijas y
todos los ascendentes y descendientes del señor majestad siguen a salvo de
todo, mientras que los demás estamos expuestos a cualquier denuncia de
cualquiera de esos… ¿parásitos? ¿Parásitos es injuria? ¿Es calumnia? El
diccionario de la RAE dice que es un adjetivo que define a la persona que vive
a costa ajena, y cuyos sinónimos son “aprovechado, abusón, vividor, chupón,
gorrón, sablista”. Yo creo que no hay duda alguna de que el rey y la familia
medio real viven a costa ajena con carácter perenne, y que incluso la antes
asalariada ciudadana ni siquiera se molestó en pedir una excedencia laboral
(deduzco sin pruebas) porque ya sabía que se subía al carro monárquico para los
restos. (...)
“Quince o dieciséis veces
han estado de acuerdo el PP y el PSOE en vetar la creación de una comisión de
investigación parlamentaria sobre las irregularidades cometidas por Juan Carlos
de Borbón. Incomprensible que un partido que se dice progresista votara
proteger al que había robado a la nación, evitando que las víctimas del robo
conozcamos cómo nos había robado. Gracias al voto socialista, cualquier día de
estos Juan Carlos saludará a las cámaras chupando una pata de centolla.
“Por qué, ante las mismas
circunstancias, lo que fue posible hace casi 200 años no ha sido posible ahora.
Porque -añade Concostrina- los políticos del PP y el PSOE han optado por
proteger al delincuente para protegerse a sí mismos. La ministra de Defensa,
Margarita Robles, otra emboscada de la más pura derecha, casi nos llamó idiotas
a los españoles cuando quiso explicarnos que no procedía investigar a Juan
Carlos porque eso sería como cuestionar las instituciones. La señora Robles
considera, pues, que en una democracia no se pueden cuestionar las instituciones,
aunque esas instituciones son sospechosas de ser corruptas. Ole tú, Marga… Pues
anda que tenemos un bonito Poder Judicial… por no hablar del propio Ministerio
de Robles, que incumple deliberadamente la Ley de Memoria Democrática del
gobierno al que pertenece. Mejor proteger la memoria de un golpista que la de
sus víctimas”. (...)

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