18 de abril. Palabras, palabras, palabras...
Durante años, me cansé de mandar este “Diario de un periodista en paro” a diversas casas editoriales y de recibir sus respuestas, creíbles o no, pero sin resultado alguno. He aquí algunas de ellas, redactadas con idéntica diplomacia por los que detectores culturales del mundo editorial.
Xavier Batlle, de Editorial Ronsel, me comentaba el 15 de mayo del 2002: ”Estudiado el original que nos envió, el tono polémico (por usar un calificativo suave) de alguno de sus fragmentos disminuye cualquier interés de esta editorial por publicar su Diario. Si fuéramos lo bastante grandes como para poder afrontar las múltiples demandas que su puesta en el mercado podría ocasionarnos, probablemente seríamos amigos del Rey y la corte, y no estaríamos interesados en contratarlo. Siendo pequeños y muy próximos al pueblo llano y a usted, simplemente no podemos afrontar tamaño riesgo por una mera cuestión de supervivencia. Hay muros frente a los que cabe detenernos, como hiciera Don Quijote y Sancho, confiando que se cumpla el dicho de que cada cerdo le llegue su San Martín. Deseando que su Diario encuentre finalmente el editor y la osadía necesaria, reciba un cordial saludo”.
De Ediciones Anagrama, recibía el 23 de octubre del 2002 la siguiente misiva: “Sentimos comunicarle que, debido al exceso de títulos contratados y a las características especiales de la obra, no nos resulta posible incluirla en nuestra programación sin que ello suponga un juicio negativo de la obra. Confiamos en que no tenga problemas para su publicación en cualquier otra editorial con menos agobio de títulos y, agradeciéndole que haya pensado en nosotros, le saludamos muy cordialmente”.
El director general de Edhasa me contestaba el 4 de junio del 2003: “Muchas gracias por enviarnos su manuscrito. Le he leído con mucho interés y encuentro su mezcla de sinceridad política y atrevimiento estilístico muy estimulante. Pero la verdad es que esta no es la editorial para su libro. No estoy inventando ninguna excusa cuando le digo que sencillamente no tenemos colección donde encaje. Por este motivo le devuelvo el manuscrito, deseándole mucha suerte...”.
El 12 de septiembre del 2003, Siglo XXI, aseguraba lamentarse “tener que comunicarle que hemos cerrado nuestra cartera de contratación para el periodo de los próximos dos años y no nos resulta posible incluir su obra en nuestro plan de publicaciones”. Más cortés no se puede ser. Aunque me imagino, con toda seguridad, que si no la hubieran cerrado, tampoco la hubieran publicado.
Finalmente, se la mandaba al Nobel, José Saramago, quien tuvo la amabilidad de contestarme en una breve carta: “Lo que he leído de su diario me ha interesado mucho. Es un repertorio de importantes informaciones y de juicios pertinentes y oportunos. Ojalá pueda publicarlos como merece. Un abrazo cordial”.
Xavier Batlle, de Editorial Ronsel, me comentaba el 15 de mayo del 2002: ”Estudiado el original que nos envió, el tono polémico (por usar un calificativo suave) de alguno de sus fragmentos disminuye cualquier interés de esta editorial por publicar su Diario. Si fuéramos lo bastante grandes como para poder afrontar las múltiples demandas que su puesta en el mercado podría ocasionarnos, probablemente seríamos amigos del Rey y la corte, y no estaríamos interesados en contratarlo. Siendo pequeños y muy próximos al pueblo llano y a usted, simplemente no podemos afrontar tamaño riesgo por una mera cuestión de supervivencia. Hay muros frente a los que cabe detenernos, como hiciera Don Quijote y Sancho, confiando que se cumpla el dicho de que cada cerdo le llegue su San Martín. Deseando que su Diario encuentre finalmente el editor y la osadía necesaria, reciba un cordial saludo”.
De Ediciones Anagrama, recibía el 23 de octubre del 2002 la siguiente misiva: “Sentimos comunicarle que, debido al exceso de títulos contratados y a las características especiales de la obra, no nos resulta posible incluirla en nuestra programación sin que ello suponga un juicio negativo de la obra. Confiamos en que no tenga problemas para su publicación en cualquier otra editorial con menos agobio de títulos y, agradeciéndole que haya pensado en nosotros, le saludamos muy cordialmente”.
El director general de Edhasa me contestaba el 4 de junio del 2003: “Muchas gracias por enviarnos su manuscrito. Le he leído con mucho interés y encuentro su mezcla de sinceridad política y atrevimiento estilístico muy estimulante. Pero la verdad es que esta no es la editorial para su libro. No estoy inventando ninguna excusa cuando le digo que sencillamente no tenemos colección donde encaje. Por este motivo le devuelvo el manuscrito, deseándole mucha suerte...”.
El 12 de septiembre del 2003, Siglo XXI, aseguraba lamentarse “tener que comunicarle que hemos cerrado nuestra cartera de contratación para el periodo de los próximos dos años y no nos resulta posible incluir su obra en nuestro plan de publicaciones”. Más cortés no se puede ser. Aunque me imagino, con toda seguridad, que si no la hubieran cerrado, tampoco la hubieran publicado.
Finalmente, se la mandaba al Nobel, José Saramago, quien tuvo la amabilidad de contestarme en una breve carta: “Lo que he leído de su diario me ha interesado mucho. Es un repertorio de importantes informaciones y de juicios pertinentes y oportunos. Ojalá pueda publicarlos como merece. Un abrazo cordial”.
Hasta que, harto de recibir palmadas, excusas diplomáticas y cartas de editoriales que lamentaban el no poder publicarlo, decidí plasmarlo en estas páginas de Internet. Quisiera reflejar en ellas un deseo ya expresado en otra ocasión: Me sentiría realmente satisfecho si quienes, por interés o curiosidad, las leen o consultan –entre cincuenta y cien lectores diarios–, fueran tan amables de dejar reflejadas sus impresiones o comentarios, aunque no fueran favorables. Porque la comunicación entre autor y lector es algo que da alas al texto escrito y me ayuda a pensar que no soy una simple caña en el desierto. Reconozco que tener la posibilidad de que otros compartan mis dudas y esperanzas, mis temores y mis contradicciones, mis estados y mis experiencias, es algo impagable. Agradezco incluso a quienes se atreven a contestarme que no están de acuerdo con mis planteamientos. Porque la comunicación sólo existe de verdad cuando el lector expresa su opinión. Sé que cada visitante de este blog tiene una respuesta, aunque muy pocos estén dispuestos a exponerlas y menos aún con sus nombres y apellidos. Si supieran cuán agradecido estoy cuando las encuentro. Y es que ¡cuesta tanto compartirlas con los demás!
4 comentarios:
Es un don hacer que la caída de una cerveza sobre una mesa compartida por dos extraños logre transmitir intriga, emoción, comprensión hacia ambos y, en definitiva, que la lectura de un hecho tan simple y cotidiano logre ser un placer para el lector.
Personalmente, siento que se malgasta dicho don cuando se usa para relatar feos asuntos de gente que no me interesa, sean ciertos o no. Personalmente digo, entiendo que otros sí sientan interés por esos temas, claro que, para decir ciertas cosas es indiferente el modo en que son expresadas.
Yo te animo...en el fondo te pido, como lector habitual de tu blog, que nos deleites en más ocasiones con tu don contando cosas mundanas.
Gracias Santiago.
Santi,
estoy de acuerdo con el primer comentario. Tus narraciones personales son de lo más placenteras para el lector.
Pero también me gustan tus artículos críticos y provocadores, que, seguro, te darán más de un problema.
Por mi parte me comprometo a dejarte más comentarios si con eso aliento tu tarea.
ANIMO.
Dejate de gaitas y llama a Ramón Akal para ofrecerle tus gavillas para la editorial Foca. Y si no... te lo editas tu, le pones una bonita portada en cartoné, tapa dura, ya sabes, y lo vendes en esta página, en ebay y en todocoleccion.net. Y a los editores-censores ...¡que les den! Te lo dice El Cagadios. Y no te olvides, Santiago de que
El Cagadios me llaman
porque El Cagadios soy
pero mas cadadios eres tú
que ahora a mi me estás leyendo.
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