2 de abril. Jubilaciones y prejubilaciones a manta.
Ejecutivo orgulloso, sentado sobre un montón de pasta.
En los últimos diez años, aumentó el número de prejubilaciones y de jubilaciones en España Los empresarios, cada vez más ávidos de dinero, se han dedicado a rejuvenecer las plantillas, mediante ajustes salariales, despidiendo a los de más edad y desaprovechando el capital humano. Fueron ellos los que determinaron por convenio la edad máxima que “debía” tener el empleado para formar parte de la plantilla. Y decidieron adelantar el retiro de los veteranos, optando por prejubilarlos, con el presunto objetivo de aumentar la competitividad y abaratar costes, lo que no sólo ha causado un prejuicio a los trabajadores sino que ha influido de manera negativa en el régimen estatal de pensiones.
Sandalio Gómez, profesor del IESE, explica cómo el aumento de las prejubilaciones "apunta a reducir las plantillas a través de una solución no traumática (es decir, sin conflictos o huelgas) y aceptable por los sindicatos". En no pocos casos, las negociaciones han terminado con prejubilaciones generalizadas a los 52 años. Y en algunos, se ha llegado a prejubilar a trabajadores de 41 ó 42, personas perfectamente capacitadas y en plenitud de sus facultades para seguir en el tajo. Mientras los “jefes” se sentaban, orgullosos de sus gestas, sobre montones de pasta de la empresa.
Pero, a la larga, el incremento de las prejubilaciones ha incidido de manera negativa en el mercado laboral. Y el buen tiempo para las empresas, de nuevo volvía a oscurecerse, obligando a rectificar. Hoy, los poderes públicos y los expertos ya no invitan a que nadie se marche antes de hora. Al contrario, todos parecen más interesados en alargar la vida laboral. La experiencia vuelve a ser un objetivo preciado y la investigación advierte que ha llegado el momento de activar nuevas políticas de retención de empleados experimentados.
Según la firma de servicios de empleo Randstad y la escuela de negocios Esade, en 2050, el número de personas en España con más de 65 años habrá aumentado un 111 por ciento respecto al año 2004, pasando de 7,1 millones a 15 millones. La población en edad de trabajar (de 15 a 64 años), que en 2005 alcanzaba una cifra máxima, a partir de 2010 registrará un descenso vertiginoso, cayendo, en 2050, en un 53,4 por ciento. Para ese tiempo, la promoción de jubilaciones anticipadas tendrá repercusiones dramáticas. “Sólo si aumentaran las tasas de participación y de empleo del segmento de la población entre 55 y 64 años –dice este informe– se compensaría la reducción de la población en edad de trabajar”, para lo que “hará falta hacer desaparecer o reducir las jubilaciones anticipadas y otros estímulos”.
Claro que, para esa década, no creo yo que ninguno de mi generación siga con vida. Y de los nacidos antes, todos calvos.
Sandalio Gómez, profesor del IESE, explica cómo el aumento de las prejubilaciones "apunta a reducir las plantillas a través de una solución no traumática (es decir, sin conflictos o huelgas) y aceptable por los sindicatos". En no pocos casos, las negociaciones han terminado con prejubilaciones generalizadas a los 52 años. Y en algunos, se ha llegado a prejubilar a trabajadores de 41 ó 42, personas perfectamente capacitadas y en plenitud de sus facultades para seguir en el tajo. Mientras los “jefes” se sentaban, orgullosos de sus gestas, sobre montones de pasta de la empresa.
Pero, a la larga, el incremento de las prejubilaciones ha incidido de manera negativa en el mercado laboral. Y el buen tiempo para las empresas, de nuevo volvía a oscurecerse, obligando a rectificar. Hoy, los poderes públicos y los expertos ya no invitan a que nadie se marche antes de hora. Al contrario, todos parecen más interesados en alargar la vida laboral. La experiencia vuelve a ser un objetivo preciado y la investigación advierte que ha llegado el momento de activar nuevas políticas de retención de empleados experimentados.
Según la firma de servicios de empleo Randstad y la escuela de negocios Esade, en 2050, el número de personas en España con más de 65 años habrá aumentado un 111 por ciento respecto al año 2004, pasando de 7,1 millones a 15 millones. La población en edad de trabajar (de 15 a 64 años), que en 2005 alcanzaba una cifra máxima, a partir de 2010 registrará un descenso vertiginoso, cayendo, en 2050, en un 53,4 por ciento. Para ese tiempo, la promoción de jubilaciones anticipadas tendrá repercusiones dramáticas. “Sólo si aumentaran las tasas de participación y de empleo del segmento de la población entre 55 y 64 años –dice este informe– se compensaría la reducción de la población en edad de trabajar”, para lo que “hará falta hacer desaparecer o reducir las jubilaciones anticipadas y otros estímulos”.
Claro que, para esa década, no creo yo que ninguno de mi generación siga con vida. Y de los nacidos antes, todos calvos.
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