11 de abril. Elecciones italianas: la obsesión por el centro y por la mafia.

Berlusconi, aspirante del centro derecha y Veltroni, del centro izquierda.

Los dos principales candidatos a primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi (centro-derecha) y Walter Veltroni (centro-izquierda), que el próximo domingo serán votados, no levantan pasiones entre los electores. Como en otros países europeos mediterráneos, el centro parece ser el matiz preferido por los votantes de izquierda y de derecha. Pero, la mayoría de políticos han defraudado a los italianos y éstos ya no confían en ellos. “Económica, social e institucionalmente, estamos inmersos en una crisis gravísima –dice Flores d’Arcais, profesor de Filosofía en Roma y fundador de la revista MicroMega, en una entrevista con Miguel Mora–, y los políticos son los principales responsables. Si Berlusconi gana, asistiremos a una ‘punitización’ de Italia. Gobernará cinco años, cambiará la Constitución, pondrá a la Justicia de su parte, se dará más poderes y destruirá la democracia parlamentaria para montar otra presidencialista. De ahí que muchos jóvenes italianos que antes iban a los EEUU, ahora están huyendo a España. Conozco a muchos, de 25 años, muy brillantes, que encuentran allí las oportunidades que aquí no hay”.

Nacido en Milán, en septiembre de 1936, Silvio Berlusconi, magnate de los medios de comunicación (preside el grupo Mediaset, propietario de Telecinco) y del equipo AC Milán, es, según la revista Forbes, una de las personas más adinerada de Italia. Posee una fortuna de 9.400 millones de dólares y ocupa el puesto 90 en el mundo. Creó el movimiento Forza Italia con el que obtuvo el poder en 1994, perdiéndolo al año siguiente por abandono de la Lega Nord, de Humberto Bossi, con el que formaba coalición. Berlusconi ha sido acusado en repetidas ocasiones de tener conexión con la mafia. Pero, en 2001 volvió a ser presidente del Gobierno italiano hasta que, en 2006, fue relevado por Romano Prodi. Ahora vuelve a la carga para recuperar el puesto e intentar dejar a Veltroni, actual alcalde de Roma, fuera del Gobierno y del control de las cámaras.

“Estamos mal –diagnostica Maurizio Braucci, escritor napolitano–, peor que nunca. La decadencia moral es absoluta. Vivimos en una falsificación permanente y no hacemos más que lamentarnos porque el mundo no se adapta a nosotros. La política, que exalta nuestros vicios, no nuestras virtudes, ya no funciona como motor de cambio social. Y la gente debe movilizarse desde abajo...”. Braucci insiste en que los empresarios y las élites se comportan de modo criminal con el medio ambiente y la seguridad. La precariedad laboral ha precarizado la vida. El corporativismo ha paralizado la izquierda y la derecha y la Iglesia es un enorme problema cultural.

A todo ello, se añade el problema de la Camorra que se extiende por doquier. Ni para Berlusconi ni para Veltroni el crimen organizado ha sido un asunto prioritario en la campaña. Sin embargo, la fiscalía investiga a un senador de Berlusconi en relación con la mafia calabresa y alguno de sus colaboradores ha sido condenados por corrupción. Una mafia que se ha convertido en la tercera empresa de Italia, con un volumen de negocio anual de 150.000 millones de euros, tres veces las cifras de la Fiat. Y, pese a que los electores parecen estar desengañados de la política, tanto la mafia como el centro aspiran a controlar, cada una por separado, e hincan el diente coincidiendo con estas elecciones. Una manera sibilina para hacerse con el poder, objetivo de todo partido y de toda mafia.