Retrato de Francisco de Goya, “El Entierro de la Sardina"
“Mi mayor deseo es ir con la corriente de las cosas, sin andarme a buscar cotufas en el golfo, ni el mal fuera de mi casa, cuando dentro de ella tengo el bien… Porque yo, todo lo de Mariano, lo hago mío”. Son frases del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, en la tradicional recepción a la Alegre Cofradía del Entierro de la Sardina el miércoles de ceniza. Pero ¿a qué Mariano se refería el primer edil, a Mariano… José de Larra o a Mariano… Rajoy? ¿Ya está el alcalde de nuevo con las dobles intenciones, como el año pasado en idénticas fechas, cuando hizo una referencia a “Doña Cuaresma” que no pocos interpretaron que iba dirigida a la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre? Este año advierte a los asistentes que “me tienen que prometer que van a tomar (lo dicho) a pies juntillas, sin quitar ni poner, que luego vienen los exegetas del antruejo y ven fantasmas donde no los hay”. Porque el acalde está convencido de que “campan por la Villa palabreros y murmuradores, analistas y hermeneutas, almas de confidencial y tertulia diaria, qué digo diaria, ¡horaria!, y que, cuando el diablo no sabe qué hacer, mata moscas con el rabo o le busca las entrelíneas al Entierro de la Sardina”. Aunque, como dijo Larra: “Todo el año es Carnaval y no hay que esperar de este día ninguna chanza singular”. Pero, para Ruiz-Gallardón “todas las interpretaciones son libres, aunque Doña Cuaresma es Doña Cuaresma y no otra, Don Carnal sólo es Don Carnal y la sardina nadie más que la misma sardina”. Y, para hablar de la crisis, aprovechó la sardina, que llegó a Madrid entre “vacas flacas”, aunque le consuela “saber que sus primas ricas, la anchoa y el arenque, ya no pueden mirarla por encima del hombro, perdón, de la branquia, porque, tal y como están las cosas, la señora en todas las casas va a ser pronto ella”. Y se atrevió a comentar que esto sucede, "después de años de esplendor y frenesí multicolor en los que, a decir de los expertos, Don Carnal habría hecho de su capa un sayo, comprando y vendiendo y, más que nada, especulando, poniendo en riesgo, en suma –o en resta– el beneficio de los pequeños”...
Gallardón, durante el discurso con motivo de la recepción de los participantes en la alegre Cofradía del entierro de la sardina. Foto Diego Sánchez
Y va la gente y se disfraza de lo que uno nunca ha sido, viudo/a, sacerdote, obispo, cardenal, papa o papá, político corrupto…, y se arrastra, bañada en lágrimas por la despedida de la libertad que ha reinado en la ciudad tolerante, durante Carnaval. Y llora, lamenta y baila en el entierro, metida la sardina en un ataúd. Y la fiesta finaliza con la quema de símbolos como el haragán, el Judas o el Entierro de la Sardina que representan los vicios, el desenfreno y los sentimientos de liberación que surgen en la fiesta. Y todo pasa por la hoguera –el fuego, como símbolo de liberación y regeneración– antes de volver al orden.
Entierro de la sardina en Arrecife de Gran Canaria
Es, en resumen, la expresión simbólica de lo ocurrido en el pasado, que va a ser enterrado, destruido, eliminado, para que pueda renacer con una mayor fuerza. Por eso, tal vez, el regidor de Madrid canta las virtudes de la sardina, la única que, “con su martirio y entereza, ha intentado redimir (a los españoles) de este general desbarajuste. ¿Quién negará que es ella la que, después de tanta algarabía, tanto derroche y tanta burbuja, nos viene a recordarnos ahora, con espíritu de rebajas, que todas las pompas son fúnebres y que sólo los discretos las vieron venir?”. Probablemente sea el espectáculo más irreverente y desenfadado del Carnaval. Anuncia el fin de la fiesta libertina, del ligue clandestino y de la llegada de la cuaresma, tiempo de reflexión religiosa y espiritual. Aunque “citar la sardina –comenta desde “El Mundo” Raúl del Pozo–, cuando el sistema de partidos huele a podrido, parece arriesgado”. Y hace un requiebro al alcalde Gallardón: “Parece que no tiene buena opinión de la sociedad mediática, aunque no está bien que se valga de Larra, pobrecito hablador, aplastado por la censura, cuando el Estado de partidos camina con torpeza magullando a los contribuyentes”.
Carnaval de Aguimes, Canarias. Foto de Arcadio Suárez.
Una quincena de defensores de los animales, pertenecientes a la asociación “Igualdad Animal”, organización internacional sin ánimo de lucro dedicada a “conseguir que los animales sean considerados nuestros iguales y respetados como tales”, se exhiben en Madrid, frente a la Audiencia Nacional. Muestran fotos de “piezas muertas”, protestando contra la participación del juez Baltasar Garzón en cacerías y reivindicando “los derechos de los animales”. Sus gritos, “Garzón ¿quién te juzga a ti por matarles?”, nada tienen que ver con la Cuaresma, sino que van dirigidos contra el juez que participó en una cacería, junto al ex ministro Bermejo, quien terminara como el Entierro de la Sardina. Javier Moreno, portavoz de la asociación, aclara que su protesta “no tiene nada que ver con ningún partido o ideología política porque a los animales les es irrelevante el signo político de sus cazadores”. Se refiere al juez Garzón al que tilda como un aficionado a matar animales por diversión. “Se va con una escopeta a arrebatar vidas de otros seres que también quieren vivir y son también inocentes”. La intención de la organización es “generar un debate social y que la sociedad se ponga en el lugar de los animales”. E insiste en pedir “justicia” para ellos, en la caza o en otros ámbitos. “Igualdad Animal” condena a todos los cazadores “y a Garzón, en particular, por quitar la vida a otros animales que también quieren vivir”.
El paso de la princesa de Asturias, Letizia Ortiz, fue interrumpido el jueves pasado, cuando se encontraba en el vestíbulo del hospital Son Dureta, en Palma de Mallorca, acompañada por Francesc Antich, presidente balear, Bernat Soria, ministro de Sanidad, y por otros representantes políticos de la comunidad. Leticia había llegado al centro sanitario para conocer la labor de los payasos de “La sonrisa médica” que cumplía su quinceavo aniversario y alegra de vez en cuando el panorama. Un residente en Baleares de 55 años se abalanzó contra la comitiva, exclamando, entre otros gritos, “Muerte al Rey”. Los miembros del servicio de seguridad de la Casa del Rey le detuvieron y comprobaron que ni formaba parte de ningún comando armado ni del entierro de sardinas, sino que iba desarmado y, además, estaba en tratamiento psiquiátrico. Se trataba de un argentino nacido en Italia y con tarjeta de residencia en España, “un enfermo psiquiátrico que se ve descompensado por no seguir el tratamiento”, según el delegado del Gobierno, Ramón Socías, quien explicó que el hombre quedó ingresado en el área de psiquiatría del hospital y que “los miembros de seguridad decidieron inmovilizarlo para evitar una situación de riesgo”. Tampoco quería el pobre hombre desatar la risa en fecha tan apropiada al cachondeo.
La princesa de Asturias durante su visita al hospital palmesano de Son Dureta.
Dalí conoció a Freud en 1938 (un año antes de la muerte del austriaco) y le llevó bajo el brazo su cuadro “Metamorfosis de Narciso”, pintado meses antes y que incluía un particular manual de instrucciones. Dalí lo consideraba como “el primer poema y el primer cuadro obtenidos según la aplicación integral del método paranoico-crítico”. Un método de conocimiento –según Montse Aguer, directora del Centro de Estudios Dalinianos– para sistematizar la confusión: Dalí crea dobles imágenes, hace que surja la duda y provoca al espectador. La edición, publicada por de Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores y Fundación Gala-Salvador Dalí, es más que un envoltorio para aquellas 22 páginas emborronadas con tinta azul. Incluye esbozos a lápiz, algunas reproducciones del texto original y tres fotografías de Dalí y Gala, además de dos textos de especialistas que ahondan en la relación del ampurdanés con Freud y esa particular “magia paranoica”. El resto del volumen lo ocupan referencias a Gala, a la homosexualidad, a Lorca, a su hermano, muerto, a la alta cultura, a sí mismo... La obra está expuesta hasta finales de mayo en el Museo Thyssen.
Metamorfosis de Narciso, obra expuesta hasta finales de mayo en el Thyssen
La National Gallery de Londres acoge la exposición “Picasso, desafiando al pasado”. La muestra, de 60 obras expuestas en seis salas diferentes, con un montaje que ignora la cronología y se decanta por la trayectoria temática, es una versión mejorada de la que tuvo lugar los últimos cuatro meses en El Grand Palais de París, “Picasso contra los maestros”. Aparece Picasso con 16 años, caracterizado con una peluca goyesca, que bien podría ser obra de Goya o de Rembrandt. El humor, la ironía o el sarcasmo salpican el recorrido. Más que un desafío, parece un jugueteo. En los trabajos del malagueño se reconocen las reminiscencias de los grandes pintores, sus musas y sus etapas. Y pasa por los monumentales desnudos de su periodo clásico al oscuro y afilado cubismo. Todas las caras de Picasso brillan gracias a sus maestros, a quienes lució con orgullo.
Picasso no sólo se inspira en los maestros. También juega con ellos.
Desnudo en la hierba, según Manet.
Desnudo con manos juntas, de Picasso.
Durante el verano de 2006, el escritor y artista alemán, Günter Grass, autor de una veintena de obras entre las cuales resalta “El tambor de hojalata”, Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1999 y Nobel de Literatura en el mismo año, se encerraba con sus dibujos y poemas para intentar levantar el ánimo tras las críticas por su pasado nazi. Su confesión, en agosto del 2006, al diario conservador alemán, “Frankfurter Allgemeine Zeitung”, según la cual en su juventud perteneció a las Waffen, cuerpo de elite y brazo de combate de las SS, un mes antes de que saliera a la venta la primera parte de su autobiografía “Con la piel de cebolla”, causó impacto y decepción. Grass reconocía que hacía 60 años se había alistado de manera voluntaria al sanguinario cuerpo nazi.
Pero Grass no se derrumbó y buscó la poesía y los dibujos. En marzo del 2007, publicaba “Payaso de agosto”, un payaso en la pista del circo que recibe tomatazos a discreción. Nadie dejó pasar la oportunidad contra la mala sombra que él mismo se pintara. “Son poesías son demasiado apologéticas –apunta el germanista Edo Reents–, demasiado autocomplacientes y pensadas como autojustificación”. Tanto los periódicos de derechas como los de izquierdas, pusieron en duda lo que presentaba el escritor en ese libro poético. Molesto o no con los medios, Günter Grass se hartó de que, después de 50 años de relación con ellos, se le revelaran de una manera tan descarada, cuestionando su moralidad con aquella mercancía caliente. Desveló que no confiaba en nadie, porque nadie le defendía. Que lo único que quería es volver a orientarse, recuperar la razón y encontrar el camino para salir del pozo en el que se encontraba. Y pidió que le buscaran en el libro, no en los medios, que su pasado estaba entre tapas duras.
La Exposición seguirá abierta hasta el 24 de mayo. A posteriori, las obras originales serán encuadernadas y entregadas a Antonio Mingote quien, desde 1987, es miembro de la Real Academia Española de la Lengua. El 15 de diciembre de 2005 fue investido como Doctor Honoris Causa en Filosofía y Letras por la Universidad de Alcalá de Henares. En el 2007, lo fue de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Y, en 2007, se le entregó la Medalla de Bellas Artes. En este momento el Instituto Valenciano de Arte Moderno IVAM tiene montada una retrospectiva con más de cien pinturas y dibujos del genial artista.
La Exposición seguirá abierta hasta el 24 de mayo. A posteriori, las obras originales serán encuadernadas y entregadas a Antonio Mingote quien, desde 1987, es miembro de la Real Academia Española de la Lengua. El 15 de diciembre de 2005 fue investido como Doctor Honoris Causa en Filosofía y Letras por la Universidad de Alcalá de Henares. En el 2007, lo fue de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Y, en 2007, se le entregó la Medalla de Bellas Artes. En este momento el Instituto Valenciano de Arte Moderno IVAM tiene montada una retrospectiva con más de cien pinturas y dibujos del genial artista.
Nada tiene que ver este acto de homenaje con el olvido que el Govern Balear mantiene sobre la Societat Protectora de l’Humor. Pep Roig, presidente de la misma, acaba de publicar un comunicado contra la censura televisiva impuesta por el Govern Balear y la Generalitat. ”Podemos dar el nombre que quieran –dice el mismo– pero la Sociedad Protectora del Humor tiene claro que el acuerdo de reciprocidad firmado entre la Generalitat de Catalunya y el Govern Balear, por el cual los isleños no podremos gozar de las emisiones deportivas, cine y otros espacios que emite TV3, no es otra cosa que “censura”, que nos avergüenza. Pueden decir lo que quieran los nuevos “inquisidores”, pero con su actitud, por mucha razón legal que quieran alegar, habrán terminado con un servicio que dura desde hace más de veinte años y supuso un gran servicio a la normalización lingüística. Los firmantes y promotores de esta nueva modalidad de censura parece que les importa poco lo que piensa la ciudadanía isleña, con lo que queda demostrada una vez más la gran distancia entre la casta política dominante de voluntades y la gente, los ciudadanos que son quienes pagan. Por eso, la Societat Protectora de l’Humor otorga a Antonio Martorell, al conseller Berto Moràgues, a Joan Manuel Tresserras y a Rosa Cullell, la simbólica “escobilla de blanquear”, galardón negativo que podrán recoger el día 24 de abril, en Consell, en el acto de hermanamiento de los dos museos más pobres del mundo: el del Aforismo y el del Humor.
Otras imágenes de esta semana del mismo Pep Roig son: Dignidad particular, Puntería, Mayoría y Rarezas.
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