Cerdos y estrellas ibéricos en Moscú.
Soraya Arnelas, extremeña de 27 años, última de las cantantes del festival de Eurovisión celebrado el sábado pasado en Moscú, pasó el concurso con más pena que gloria pese a su auto-convencimiento de hacer un papel estelar. Ni el título de su canción “La noche es para mí”, ni su clasificación, en penúltimo lugar, consiguieron epatar al público europeo, ni mucho menos al moscovita, que pasó de ella. Ni la estrella ni los cerdos españoles fueron bien vistos en Moscú, aunque ni la primera ni los segundos tuvieran nada que ver.
Convencida de su glamur, la ex azafata de vuelo se estrelló en Rusia, no pudiendo superar a su antecesor, Rodolfo Chikilicuatre quien, con su “Baila el Chiki Chiki”, acabó el año pasado en el puesto 16. Soraya, tuvo que conformarse en el 24. Chiquilicuatre y todos sus seguidores se lo tomaron a broma desde antes de competir, pero, en esta ocasión, RTVE iba muy en serio, con lo que fue mucho peor. Y demostró que España ni en broma ni en serio era tenida en cuenta en Europa, y menos en Moscú. “Escribo esto –se lamenta con su humor Eric González en el artículo “Símbolos” que esta vez no fue censurado en ‘El País’–, aún transido de dolor, como toda España, por la humillación eurovisiva. No hay derecho. Que terrible puñalada al orgullo nacional”.
Por cierto, Rusia fue la primera nación que vetó el cerdo ibérico tras el estallido del brote de Gripe A. Ocurrió el 1 de mayo, al prohibir las autoridades rusas la importación de carne de cerdo española y sus derivados. El comunicado señalaba que el veto se extendía no sólo a cerdos vivos, sino también a su carne y derivados que no hubieran sido sometidos en su tratamiento a temperaturas superiores a los 80 grados Celsius durante al menos 30 minutos. Rusia catalogó a España como “segunda zona de riesgo”, junto con otras provincias canadienses. Productores españoles del sector porcino, Gobierno y oposición, coincidieron en calificar la calificación de “desproporcionada”. Elena Espinosa, ministra de Medio Ambiente, la consideró “exagerada e injustificable” y recordó que la OMS (Organización Mundial de la Salud) defendía el criterio de que la carne de cerdo se puede consumir sin riesgo alguno.
Pero el país de Putin fue irracional y poco científico en este asunto, dejándose llevar por una mezcla de histerismo y de exageración. Lo mismo le pasó a Francia, donde los maleteros del aeropuerto de París-Orly se negaron a cargar o a descargar maletas de nuestros paisanos. O a China, en donde españoles y mexicanos, aislados en Hong Kong, fueron apartados del resto de la población, acusados injustamente de tener síntomas de esta gripe.
Al fin, el 7 de mayo, se conoció que el Gobierno ruso levantaría “de forma paulatina” la prohibición de las importaciones de carne de cerdo. Pero, Alexéi Alexéyenko, portavoz bolchevique del Servicio Federal de Control Veterinario, declaró que su país mantendría el veto hasta que se aclarasen los mecanismos de contagio, porque, a su juicio, “todavía quedan serios motivos para suponer que el virus de la Gripe A puede transmitirse de los animales a los humanos”. Una semana más tarde, Rusia anunciaba el levantamiento parcial de la prohibición, aunque éste no regiría para las provincias de Barcelona, Sevilla y Valencia. Ayer, al fin, las autoridades soviéticas rectificaron y retiraron su recomendación de no viajar a España, después de una reunión mantenida entre la ministra de Sanidad y Política Social, Trinidad Jiménez, y la vice-ministra rusa de salud de Salud, Veronika Skvortsova, en la sede de la OMS, en Ginebra. Algunos críticos hispanos y personalidades televisivas sospechan que, de haber rectificado dos días antes, tal vez nuestra representante española no hubiera tenido tan mala fortuna.
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El escolta de Castro. Capítulo XXVII. La Caleta de Rosario, base en donde están atracados los barcos de Fidel, en la Península de Zapatos y Bahía de Cochinos.
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