Una crisis que separa la derecha y la izquierda.
Zapatero asegura no aceptar chantajes de nadie.
Cuatro días antes, el presidente Zapatero, en Pontevedra, durante la clausura del Congreso extraordinario del PS de Galicia, recordaba a Rajoy que la solución a los problemas económicos “vendrá de la mano de la solidaridad y de la cohesión social, liderada por el PSOE”. Con más de cuatro millones de parados, Zapatero advertía del peligro de que la crisis derive en “una fractura social” y defendía que el gasto público debe apurarse hasta “el límite de nuestras posibilidades”. Si Rajoy aseguraba que no hay “solución socialista” a la crisis, Zapatero, para quien sus planteamientos son incompatibles con los de la derecha, repetía que “el camino para transitar la crisis y su salida será social o no será”. Y ponía un especial énfasis a sus palabras, cuando las cámaras de televisión se acercaban a él: “No voy a aceptar ningún chantaje de nadie, ni para abaratar el despido, ni para recortar el gasto social, ni para los cínicos cantos de sirena que piden reducir el gasto público… Con crisis o sin crisis, seguiremos subiendo las pensiones, el salario mínimo y las becas”.
El lunes pasado, desde Estonia, durante su visita oficial, el Rey Juan Carlos repetía la llamada de unidad de todos los políticos frente a la crisis. Llamada que ya había hecho en la pasada Navidad y que, muy pronto, los políticos de derechas e izquierdas habían olvidado Los gobernantes socialistas reconocen que, si queremos que la futura etapa de prosperidad económica se base en una economía más sólida e innovadora, hay que cambiar el modelo de crecimiento. Para ello, piden un poco más de paciencia a la hora de evaluar los efectos de la inversión “porque una crisis, alimentada durante años con la burbuja inmobiliaria y la especulación, no se va a resolver en tres meses”. Lo malo es que, a los más de cuatro millones de españoles que sufren directamente la crisis, ya no les queda apenas paciencia para seguir esperando, mientras que la oposición enfoca la protesta contra de la política del Gobierno socialista y tratará de servirse de ésta para conquistar el poder y volver a lo suyo.
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Tras unas semanas de calma, José Blanco, nuevo ministro de Fomento, ha vuelto a criticar la política “anticrisis” del PP, acusando a su líder, Mariano Rajoy, de “querer llegar a la Moncloa a costa del sufrimiento de la gente que pierde empleo”. Blanco sentencia que “la codicia” del PP acabará por “pasarle factura en las próximas elecciones generales” y recuerda que, frente a “los cantos de sirena de algunos”, el Gobierno de España “no va a recortar el gasto público”. Fue en la celebración del 1 de mayo y el lucense tachó de “receta insolidaria” el conjunto de medidas presentadas por el PP para hacer frente a la crisis y apuntó que las dificultades económicas “no son sólo la consecuencia de un hecho concreto”, sino la muestra de que “un modelo político ha entrado en crisis, la crisis de los valores de la derecha”. Blanco pide a Rajoy, otro gallego que fue ministro de Aznar, que colabore con el gobierno socialista para evitar que suban las cifras del paro, en lugar de lanzar propuestas que “apuestan porque unos pocos ganen mucho en detrimento de todos. Porque, después de reducir el gasto público, viene el recorte de los derechos de los trabajadores”.
Cuatro días antes, el presidente Zapatero, en Pontevedra, durante la clausura del Congreso extraordinario del PS de Galicia, recordaba a Rajoy que la solución a los problemas económicos “vendrá de la mano de la solidaridad y de la cohesión social, liderada por el PSOE”. Con más de cuatro millones de parados, Zapatero advertía del peligro de que la crisis derive en “una fractura social” y defendía que el gasto público debe apurarse hasta “el límite de nuestras posibilidades”. Si Rajoy aseguraba que no hay “solución socialista” a la crisis, Zapatero, para quien sus planteamientos son incompatibles con los de la derecha, repetía que “el camino para transitar la crisis y su salida será social o no será”. Y ponía un especial énfasis a sus palabras, cuando las cámaras de televisión se acercaban a él: “No voy a aceptar ningún chantaje de nadie, ni para abaratar el despido, ni para recortar el gasto social, ni para los cínicos cantos de sirena que piden reducir el gasto público… Con crisis o sin crisis, seguiremos subiendo las pensiones, el salario mínimo y las becas”.
El lunes pasado, desde Estonia, durante su visita oficial, el Rey Juan Carlos repetía la llamada de unidad de todos los políticos frente a la crisis. Llamada que ya había hecho en la pasada Navidad y que, muy pronto, los políticos de derechas e izquierdas habían olvidado Los gobernantes socialistas reconocen que, si queremos que la futura etapa de prosperidad económica se base en una economía más sólida e innovadora, hay que cambiar el modelo de crecimiento. Para ello, piden un poco más de paciencia a la hora de evaluar los efectos de la inversión “porque una crisis, alimentada durante años con la burbuja inmobiliaria y la especulación, no se va a resolver en tres meses”. Lo malo es que, a los más de cuatro millones de españoles que sufren directamente la crisis, ya no les queda apenas paciencia para seguir esperando, mientras que la oposición enfoca la protesta contra de la política del Gobierno socialista y tratará de servirse de ésta para conquistar el poder y volver a lo suyo.
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El escolta de Castro. Capítulo XXV. Dalia Soto del Valle comentó en una ocasión: “El futuro está asegurado”. El teniente coronel Sánchez asegura que se refería al día después fuera de Cuba.
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