Viejos sí, pero no tontos.
Una cuarentena de jubilados protestaron el lunes
pasado por la reforma de las pensiones aprobada recientemente por el Gobierno
que les condena a una importante merma
de su poder adquisitivo. Los yayoflautas se encadenaron en la Puerta del Sol mientras
aseguraban: “Somos viejos, pero no tontos”. Reclamaron pensiones más justas y
protestaron por la subida fija del 0, 25%, independiente de lo que haga el
precio de la vida. Los jubilados se quejaron de que cobraban cada vez menos
tanto por la falta de subidas como por el engaño del Gobierno del PP quien, en
campaña electoral, se comprometiera a “meter la tijera a todo menos a
pensiones, sanidad y educación”. Sus gritos contra el Gobierno no dejaron de
repetirse, tras una pancarta con el lema “Los mayores en lucha por nuestros
derechos”. “El 0,25% de una pensión media son dos euros.
Nos quieren matar de hambre –protestaron–. Encadenarnos es algo
simbólico. Aguantaremos lo que podamos, que no será mucho porque ya estamos
algo mayores”.
En la sede de la Confederación
Estatal de Prejubilados y Pensionistas (CEPYP) sus principales
dirigentes debaten sobre el futuro del sistema público de pensiones. Manuel
Doblado, Manuel Iglesias, José Ramón y Félix Higueras no pueden permitirse el
lujo de ser optimistas. En el 2011 vieron cómo el Gobierno de Zapatero congelaba las pensiones,
mientras que, en 2012, tuvieron
que conformarse con una subida del 1%,
muy por debajo de la inflación real, que ese año llegó al 2,9%. En el 2013, la
subida ha sido del 2% para las pensiones de menos de 1.000 euros y del 1% para
las superiores a esa cantidad. Y, en 2014, se perfila una congelación
encubierta con una subida ridícula.
Durante su campaña electoral, Rajoy definió a los
pensionistas como “las persona más indefensas”. En 2010, la pensión media de jubilación era de 893,21 euros al mes.
Casi tres años después, cobraban 922,
22 euros, 29 euros más al mes y en ese periodo de tiempo la inflación
acumulada llegaba hasta el 5%. Una
brecha que va a ir a más en los próximos años. Mientras tanto, la
ministra de Empleo, Fátima Báñez,
sostiene públicamente que los pensionistas no pierden poder adquisitivo,
o, al menos,
que no lo perderán a largo plazo. E pasado sábado alardeaba de una
subida del 0,25%: “Gracias a la reforma –decía, ufana– las pensiones van a
subir siempre, todo los años. Cuando las cosas vayan mal, subirán un 0,25%,
pero, cuando vayan normal, el mantenimiento del poder adquisitivo está
garantizado”. Y Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, recordaba la semana
pasada que la partida consignada en las cuentas de 2014 para el gasto en
pensiones es de 112.102,61 millones de euros, un 5,4% más que en 2013. Pero evitó
decir, entre otras cosas, que cada año se incorporan al sistema de pensiones
unas 135.000 personas. El Gobierno
se lamenta de que no hay dinero para
pagar a todos las pensiones. Por eso, dice, se ve
obligado a acudir al Fondo de Reserva de las Pensiones, que cuenta
con 59.000 millones. Y anunció que, en 2014, sacará 11.000 millones, una
cantidad cercana a lo ya gastado entre 2012 y 2013.
José Ramón, secretario de la organización de la CEPYP (Confederación Estatal
de Prejubilados y Pensionistas) está harto de que nos tomen por tontos. “Que
digan la verdad. Llevamos tres años perdiendo poder adquisitivo y ahora vamos a
perder más. A todo eso hay que sumar los copagos que nos obligan a asumir. Están
masacrando a los mayores”. Los directivos de esta organización creen que el
sistema público de pensiones es perfectamente viable y que su sostenibilidad “es
cuestión de voluntad política”. Sospechan que el Gobierno no tiene esa voluntad,
que lo que pretende es “desprestigiar las pensiones públicas para dar entrada
al capital privado”. Para Manuel Doblado, presidente de CEPYP, lo que se
esconde detrás de la reforma de Gobierno es la privatización pura y dura de las
pensiones: “Si el Gobierno quiere cambiar de sistema, si quiere llevarnos a un
sistema de pensiones privadas, que lo diga”. Y el tesorero, Manuel Iglesias
rebate con datos oficiales: “No es de recibo que vacíen la caja con todo lo que
hemos contribuido y luego digan que no hay dinero. España dedica un 10% de su
PIB a las pensiones. Italia está en un 15% y Francia y Alemania, en un 14%. En
un país donde se rescata a la banca con miles de millones de euros decir que no
hay dinero para las personas mayores es una falacia. El sistema es
manifiestamente mejorable, pero se puede hacer a través de un debate sereno,
con tranquilidad. Para eso esté el fondo de reserva, para tener tiempo”.
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