La banda del Tuerto, los temblores y terremotos marca Fabra.
Vuelve a la actualidad Vicente Vilar, químico
empresario que, en 2003, denunciara y destapara el mayor caso de corrupción de
la historia provincial de Castellón y pusiera contra las cuerdas a Carlos Fabra,
ex presidente de la
Diputación y presidente del PP. Y vuelve éste, presentándose
el pasado día 3 de los corrientes ante la Audiencia. Vilar desmiente,
en su declaración, lo que había
denunciado: “Carlos nunca me pagó nada”. Dice que Fabra no intervino en nada
para que sus productos fitosanitarios se legalizaran y que todo se debió a un “cabreo”.
Vilar cumple una pena por violación, robo y lesiones a su exmujer, Montserrat
Vives, igualmente imputada en el caso. Y no quiere seguir con la batalla
judicial porque, hasta ahora, ha sido el único condenado y no espera verse
acusado junto a Fabra. Su mujer, Montserrat, se hizo amiga de María Amparo
Fernández, esposa de Carlos Fabra. Tanto que los Fabra fueron padrinos de dos
de los hijos del matrimonio Vilar-Vives. En Castellón, se recuerda que, en la
sede de Naranjax, firma dirigida por Vicente Vilar, la empresa incrementó su facturación
en los últimos años, cuando era “habitual” ver en ella a Fabra y a otros
políticos del PP. Pero, durante el divorcio de su mujer, Vilar fue acusado de
violación, de robarle 3.000 euros, de detenerla ilegalmente y de lesionarla. Hechos
que le acarrearon una condena de 10 años de cárcel. Y ahora asegura que todo
fue un montaje político tras haber presentado la denuncia contra su examigo,
Carlos Fabra, después de años y años de amistad íntima.
Vilar siempre presumió de tener cajas y cajas de documentación en Naranjax y empezó una guerra para la que no dudó en usar todas sus armas. Incluso editó un CD bajo el título 'La banda del Tuerto', por el que fue condenado. En aquella aventura musical se burlaba de Carlos Fabra y de su entorno, con canciones como 'Los perros de Don Fabricio'. Musicalizó las entretelas de su relación con Fabra y la justicia acabó condenándole por su contenido. “Ni Camps, ni Zaplana, ni Aznar, ni Rajoy –decía el estribillo de la primera canción que bautizaba el álbum–;la Banda del Tuerto es la que manda en Castellón”. En
las diez pistas que lo completaban había para todos. En “Benvenuto Don Carlone”,
retrataba la visita de Fabra al pueblo de Vilar para asistir a una procesión; “Montserrat” la
dedicada a su exmujer; en “Fabrichor”
y “Los
perros de Don Fabricio”, cantaba cómo operaba el alter ego
musical de Fabra con él y otros empresarios en la provincia; hasta su amante
brasileña (en Canción para Carla) o el actual abogado de Montserrat
Vives, Wenley Palacios (con Ven a mi despacho), tenían sus propios
temas. “No voy a parar en mi apuesta para que salga a la luz todo lo que ha
pasado y contarlo con música –declaraba Vilar al diario Levante-EMV, en
noviembre de 2005 –es
una buena fórmula; le gustará a la gente”.
La portada ilustraba una caricatura del presidente dela Diputación de Castellón
y otros protagonistas del que, a la postre, sería el caso Fabra. “Como
compositor de la letra y la música (aunque no intérprete) –confesaba Vilar–,
creo que soy bueno y nunca hay que perder el sentido del humor”. El barón del
PP se querelló y reclamó, en su denuncia inicial, un millón de euros. En la condena,
Vilar no se libró de una indemnización de 30.000 euros (posteriormente
rebajados a 6.000) por “daños morales”.. “El contenido excede a todas luces la
crítica política”, recogía la sentencia firme de la Audiencia de Castellón,
sobre el maldito CD cuya prohibición cautelar de su difusión cayó sobre él en
cuanto Carlos Fabra interpuso su denuncia. Y sólo Internet permitió que la
huella de la frustrada carrera musical de Vicente Vilar no despareciera de
golpe.
Vilar siempre presumió de tener cajas y cajas de documentación en Naranjax y empezó una guerra para la que no dudó en usar todas sus armas. Incluso editó un CD bajo el título 'La banda del Tuerto', por el que fue condenado. En aquella aventura musical se burlaba de Carlos Fabra y de su entorno, con canciones como 'Los perros de Don Fabricio'. Musicalizó las entretelas de su relación con Fabra y la justicia acabó condenándole por su contenido. “Ni Camps, ni Zaplana, ni Aznar, ni Rajoy –decía el estribillo de la primera canción que bautizaba el álbum–;
La portada ilustraba una caricatura del presidente de
Carlos Fabra en su última declaración judicial. En segundo plano, Vicente
Vilar.
“Fabra y
los temblores –titula Javier Andrés Beltrán en la web ‘La lamentable’–. Primera
consecuencia de la extrema dilación del proceso: el Fabra que hoy comparece
ante la justicia no es el mismo al que su socio y amigo Vicente Vilar denunció
hace una década. La misma
persona, sí, pero no el mismo personaje. Así lo refleja la soledad que le
acompaña en su entrada a la audiencia. Nada que ver con la imagen de prietas
las filas y adhesiones inquebrantables de sus comparecencias en los juzgados de
Nules. De aquel gentío sólo repiten los muchos periodistas, sus fieles
guardaespaldas, y unos pocos de los más íntimos. Lo que si ha aumentado son los
efectivos de la Guardia
Civil y la Policía Nacional que le protegen –de qué, ó de
quien, no se sabe– con un ardor guerrero que ya hubiera querido para sí la
folklórica Isabel Pantoja, ella sí que lo pasó mal en las puertas de los
juzgados de Marbella. La salida
de Fabra podría ser igual de caótica y multitudinaria si finalmente es
absuelto. Volverán los palmeros para llevarlo en volandas y serán legión, al
tiempo. El abrazo en público, y el deseo de buena suerte, del presidente
Alberto Fabra en la víspera del juicio es una clara señal al respecto: saldrá a
hombros si es capaz de cortar las dos orejas y el rabo de la exculpación.
Una posibilidad que gana enteros tras
el sorprendente giro en la declaración de Vilar. El empresario que le denunció
exculpa ahora a Fabra: no le pagó para que mediara por sus fitosanitarios y
fueron ellas, las ex mujeres, las que se pasaban las maletas cargadas con millones.
Una “ensalada familiar” –dijo– en alusión, tal vez, a que Mª Amparo y
Montserrat se conocieron en un puesto de verduras del Mercat Central de
Castelló, donde compran las amas de casa bien de ‘toda la vida’… en la que ha
sido otra de las grandes revelaciones que dejó la primera semana de juicio.
Vilar dice que no quiere “meterle en un
lío”, ahora que lo ha metido en la sala de vistas, y que le acusó por cabreo,
porque no se le puso al teléfono los días en que su ex mujer lo acusó por
violación en aquella denuncia que se tramitó en el chalet de los Fabra. Vamos,
que diez años, nueve jueces, cuatro fiscales, miles de folios… sólo por un
‘cógeme tú el móvil’. ¿Qué ha cambiado para que cambie su relato? ¿Miente ahora
o mintió antes, y por qué? Se ha apuntado una razón de peso: Vilar ha cumplido
casi seis de los diez años de cárcel de la condena por la agresión sexual a su
ex esposa y da marcha atrás porque si se prueba el cohecho él también sería
condenado. Eso le asegura un largo periodo más entre rejas, justo ahora que
está más cerca del tercer grado y de volver a pisar la calle. En esas
circunstancias puede llegar a confesar ser el toro que mató a Manolete.
Acostumbrado a ganar en la lotería, la buena suerte que acompaña a Fabra no le
abandona y muchos creen que también le ha tocado el ‘gordo’ de la lotería
judicial tras el repentino ataque de sinceridad que le ha dado a Vilar”.
Vicente Vilar, durante la vista judicial.
“Sentar a Fabra en el
banquillo de los acusados y ponerse a temblar la tierra ha sido todo uno
–escribe David Torres en Público.com, bajo el título ‘Terremotos marca Fabra’–.
Ya se sabía que intentar procesar a Fabra tiene sus riesgos. Por eso en
Castellón se toman la justicia con mucha calma: diez años de prospecciones
judiciales sólo para sentar un culo ante el juez. Pero, al mover a Fabra de su
lugar natural en la pirámide alimenticia, por poco no se les desparraman las
mareas. Fabra
en el banquillo es un oxímoron viviente. Y también una metonimia porque en
Castellón la justicia no es ciega: es tuerta y lleva gafas oscuras. La
filiación mafiosa fue apuntada tiempo atrás por el propio acusado, quien una
vez contó cómo su padre le repitió palabra por palabra el consejo de Vito Corleone
a su hijo Michael: ‘Mantén cerca a tus amigos, pero más cerca a tus enemigos’.
Para prolongar las semejanzas con la saga, la semana pasada el empresario Vilar
se desdijo de golpe de todas sus acusaciones: ‘Aquella denuncia fue fruto de mi
cabreo con Fabra’. El hombre parecía Frankie Pentangeli tragándose sus palabras
con patatas al ver a su hermano recién desembarcado de Sicilia entrar en el
tribunal con la boina todavía atornillada a la sien. Entre hermanos,
matrimonios, primos y hijos anda el juego. Castellón, por lo que se ve, es un
gran negocio familiar y las familias unen mucho aunque también hay peleas.
Vilar contó esa extraña peregrinación de los maletines yendo y viniendo por los
despachos oficiales, provocando contratos y movimientos telúricos. Luego, Fabra
explicó que llevaba la contabilidad como si la provincia fuese una tienda de
ultramarinos. Unas veces los ingresos los hacía el chófer, otros el escolta,
otras el propio Fabra, depende de quién llevara el maletín ese día.
“En el país de los
ciegos –comenta Fabra– el rey es Fabra. Hay una célebre frase mafiosa: ‘Que
parezca un accidente’. En Castellón, en efecto, la justicia parece un
accidente, pero a cámara lenta y con moviola. Ha tardado tanto en reaccionar
que la Audiencia ,
entre bostezo y bostezo, tuvo ocasión de declarar prescritos cuatro de los
cinco delitos fiscales que le imputaban a Fabra, un hombre a quien le caducan
las acusaciones como si fueran yogures. La verdad es que un proceso judicial
que se alarga más de una década no es exactamente un caso de corrupción, sino
más bien una beatificación. Al final es muy posible que lleven los papeles al
Vaticano mientras a Fabra lo sacan a hombros del juzgado, incorrupto y mártir,
entre erupciones y seísmos de alegría. Un poco más de suerte, la misma con la
que siempre gana a la lotería, y Fabra puede hacer realidad el sueño de Lex
Luthor en California: un terremoto resquebraja la costa de Castellón y el
aeropuerto virgen de los nietos se le queda a huevo para inaugurar un club náutico”.
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