Asalariados y pobres.
En un artículo titulado así, el
periodista y escritor Xavier Caño Tamayo llega a las siguientes conclusiones: “Quien
no tiene garantizada la existencia material no tiene libertad y que las
personas la tengan asegurada es condición sine qua non para vivir en libertad.
Lo razona y argumenta, entre otros, el profesor de la Universidad de Barcelona,
Daniel Raventós. De esa certeza se deduce que, a los muchos males que soportan
grandes sectores de la ciudadanía, con la realidad y el pretexto de la crisis,
hay que sumar la pérdida de libertad”. Y, como asevera Eduardo Galeano, “este
sistema asesino mata hambrientos en lugar de matar el hambre y está en guerra
contra los pobres, pero no contra la pobreza”. Hasta el punto de llegar al
infame dislate de que hoy, en la vieja, predadora y egoísta Europa, tener un
trabajo asalariado no garantiza dejar de ser pobre. Trabajadores y trabajadoras
pobres, aún con empleo remunerado, no pueden escapar de la pobreza. Cada vez
hay más pobres y además son mucho más pobres.
“La fundación 1 de mayo ha
publicado en España este informe en el que se asegura que más del 12% de
trabajadores españoles están por debajo del umbral de la pobreza. Un porcentaje
solo superado por Grecia (15%) y Rumanía (19%). Pero no echemos las campanas al
vuelo porque esos serían los casos a destacar, el furgón de cola. En la
próspera Alemania, la locomotora de Europa, los salarios medios y bajos bajan
más aún, la brecha salarial crece y una parte considerable de la clase
trabajadora corre el riesgo real de empobrecer. A sumarse a los que ya son
pobres. Ya en 2011, un informe de la Comisión Económico-Social de Naciones
Unidas denunciaba que uno de cada cuatro niños iba al colegio sin haber desayunado
y que dos millones y medio vivían en la pobreza. Hace un par de años, la BBC y
otros medios informaron que más de siete millones de trabajadores sobreviven
con miniempleos por los que perciben 450 euros mensuales. La doble
contrarreforma del sistema de Seguridad Social y del mercado laboral que se
perpetró con la llamada Agenda 2010 está en el origen del empobrecimiento de la
clase trabajadora. Según el partido Los Verdes y algún diputado
socialdemócrata, el gobierno maquilla la realidad del empleo y censura los
datos reales sobre el mismo y la calidad de los empleos. Pero lo cierto y
comprobado es que millones de personas en Alemania no pueden vivir de su corto
salario y se ven obligadas a solicitar ayuda estatal para no caer en la
indigencia.
“Lo cierto es que las élites no
están por esa labor. No es casualidad que el 1% de la población mundial (72
millones de personas frente a más de 7.000 millones) posea la mitad del capital
de la Tierra, mientras la otra mitad de recursos y riqueza se reparte
desigualmente entre el 99%. Son datos de Crédit Suïsse, una banca nada
sospechosa de ser de izquierda. De esta manera, la desigualdad y la pobreza crecen
en Europa. Harvey lo llama ‘acumulación por desposesión’. Acumulación
exponencial de beneficios de unos pocos a costa de la mayoría de la población
trabajadora. Y cabe recordar que, como asegura la siempre prudente Amnistía
Internacional, ‘la pobreza no es inevitable, es causa y consecuencia de
violaciones de derechos humanos. Tiene responsables y ellos deben rendir
cuentas’ “.
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