miércoles, 29 de noviembre de 2017

Al menos 30 catedrales que pertenecían al Estado desde 1931 pasaron a ser de la Iglesia, cada vez más rica.

Cimborrio y torre de la Seo de Zaragoza.

Mientras que la Iglesia no deja de pedir limosnas, sus propiedades en España no dejan de crecer. Entre 1998 y 2015, los obispos de una treintena de diócesis inmatricularon por treinta euros a su nombre algunas de las catedrales españolas más importantes que, desde hacía décadas, habían pasado a formar parte del Tesoro Artístico Nacional. Y esta iglesia que predica la pobreza hizo financiar a las distintas administraciones la restauración de dichos templos o su iluminación, en virtud de su condición de bienes de interés cultural. Sin embargo, los pingües beneficios derivados tanto de su uso litúrgico (mediante limosnas, estipendios de misas, etc...) como de su explotación turística –la Seo de Zaragoza, la Giralda de Sevilla o la Mezquita de Córdoba (inmatriculada ya en 2006) son tres de los lugares más visitados de España–, sólo tienen un destinatario: la Iglesia católica, que además se beneficia de las múltiples exenciones fiscales derivadas de los acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede.

Estos son los principales templos expoliados por la Iglesia con el beneplácito de los sucesivos Gobiernos: Catedral de Valladolid (la diócesis llegó a inmatricular 16 propiedades, todas ellas sin escritura reconocida), la catedral y la Giralda de Sevilla (recibe anualmente a un millón de visitantes, con unos ingresos que superan los 9 millones de euros al año, 63 millones desde su inmatriculación), la de Granada, la del Buen Pastor, de Donostia, La Seo de Zaragoza y la iglesia de la Magdalena (ambos templos, inscritos a nombre de la Iglesia)… En la lista cabe también contar con la catedral de Jaca, la de Málaga y algunas otras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pero cómo tiene Vd. la desfachatez de decir que se trata de "templos expoliados por la Iglesia con el beneplácito de los sucesivos Gobiernos"

Es muy difícil reconocer haber sido engañados, decía Marck Twain, pero aún así el autoengaño es peor.

Los templos fueron expoliados a la Iglesia, es decir robados, por el Gobierno de la República y ahora retornan a sus legítimo dueño, la Iglesia católica.

Y no solo les robaron los templos sino las distintas propiedades con las que se mantenía la restauración de los mismos y el mantenimiento del clero, mediante acciones de robo legalizado llamado eufemísticamente "desamortizaciones".

Por eso en el primer Concordato se reconoce la obligación de resarcir a la Iglesia del expolio (robo) sufrido, acordando el Estado contribuir al mantenimiento del clero. Mucho mejor fórmula sería la de evaluar lo robado y pagarlo (en Letras del Tesoro, por ejemplo), como hizo el Estado Italiano en los tratados de Letrán, lo que dio lugar al nacimiento del Banco Vaticano.