“Alfonso Guerra, el impostor”.
Iñigo Sáenz de Ugarte publicaba ayer, en Eldiario.es, el artículo “Alfonso Guerra, el impostor”, en el que aludía a la entrevista que Jordi Évole le hizo el domingo en el programa Salvados.
“Se trata -opina Sáenz de
Ugarte- de un personaje fascinante, en cierto modo, porque nunca fue lo que
quiso aparentar que era. Alguien lo desveló, como en las pelis de espías, pero
dio igual. Ahí siguió durante algunas décadas más. El ‘espía’ que descubrió su
secreto fue Jorge Semprún, ministro de Cultura (1988-91). En su último libro de
memorias, ‘Federico Sánchez se despide de ustedes’, desveló cuál era el papel
de Guerra en los Consejos de Ministros. Y la clave, lo que Semprún utilizó para
burlarse con más efectividad del entonces vicepresidente del Gobierno, era la
bombona de butano. Guerra, presunto líder del ala más pura del PSOE, tragaba en
el Gobierno con todas las medidas económicas liberales. Primero, con Miguel
Boyer. Luego, con Carlos Solchaga. En todo eso mandaba Felipe González, a fin
de cuentas, el presidente. Hay que recordar que, en esos Consejos de Ministros,
no se hablaba mucho de política, había poco debate. Eso no le gustaba a
González. Cada ministro presentaba sus medidas y punto. Guerra no decía nada,
pero había un tema que le hacía intervenir. Cuando se subía el precio de la
bombona de butano. Entonces, largaba un discurso en el Consejo sobre cómo eso
afectaba a la economía de las clases populares y por qué el Gobierno debía
pensárselo muy bien antes de tomar una decisión de ese tipo.Acababa su discurso
y tranquilamente Felipe pasaba al siguiente tema. Había dejado que su número
dos se desahogara. Todo era postureo, aunque entonces no se conocía esa
palabra.
“Guerra siempre fue un
muy astuto operador político. Y despiadado. La ideología era algo secundario.
Todo estaba cubierto de una pátina seudointelectual que los medios de
comunicación compraron sin rubor. Teatro, poesía, Mahler. Esas parecían ser las
prioridades del número dos del Gobierno. Lo de la política era sólo una carga
que debía sobrellevar con desagrado. Asuntos mundanos, inferiores a su
categoría personal. Evidentemente, Jorge Semprún contaba todo esto por el
simple placer de la venganza. Un aristócrata de la intelectualidad francesa
veía, de cerca, a un impostor al que no consideraba su igual. Como un ladrón de
bancos que conoce a un carterista.
“Hace unos días, Carlos
Prieto contaba en El Confidencial algunas cosas más sobre Guerra como el gran
impostor a partir del libro de Semprún. Ahora, Guerra hace las delicias de la
derecha. Siempre fue un jacobino (así le llamaban). Ahora su discurso es
indistinguible del PP. Había que ver a las señoras de derechas aplaudiendo
extasiadas en la presentación reciente en el Congreso de su último libro, ‘La
España en la que creo’".
REPASO de ALFONSO GUERRA a JORDI ÉVOLE
REPASO de ALFONSO GUERRA a JORDI ÉVOLE
No hay comentarios:
Publicar un comentario