Silvia&Andreu, el amor, el humor y la vida.
Los presentadores Silvia Abril y Andreu Buenafuente, en entrega de los Premios Goya 2019.
Si algo hubo de los Goya de
este año que me llamara la atención, a parte de los ganadores de El Reino, de
Rodrigo Sorogoyen, la película del año con 7 Goyas, y Campeones, de
Javier Fesser, coronada como Mejor Película, fueron los presentadores de la
gala. Por lo que dijeron, lo que silenciaron y lo que representaron. Me
refiero, por supuesto a Silvia Abril y Andrey Buenafuente, una pareja en paños
menores para presentar el premio al mejor vestuario, que se entiende
perfectamente en la vida, en el amor y en el humor.
Al engancharse la cola
del traje de Silva, se quedó en faja. Buenafuente la miró. Le susurró “Te
quiero”. Se arrancó el esmóquin y quedó a su lado en calzoncillos. Fue un buen
golpe de humor visual, pero sobre todo fue un gesto trascendente, como apunta
Ferrán Monegal en El Periódico, “el hermoso síndrome Silvia&Andreu, un
posturismo que demuestra una solidaridad muy hermosa. El amor bien entendido que
provoca el mimetismo existencial en la pareja. Romeo y Julieta, por ejemplo. En
la vida común y corriente existe el llamado síndrome de Couvade, que consiste
en que el esposo mimetiza los mismos síntomas del embarazo de su mujer. Es una
comunión muy profunda. La pareja funciona al unísono. Lo que siente uno, lo
siente también el otro. Es armonía. Es no dejar solo al cónyuge. Silvia y
Andreu han conseguido un golpe de solidaridad a través del amor, y del humor”.
Otros, como Antonio
Avendaño, en ElPlural.com, apuntan la intervención de la pareja a cuyo guión, “aunque
trabajado, le faltó desenvoltura, ingenio, convicción, tal vez atrevimiento.
Sus papeles sobre el escenario no estuvieron suficientemente perfilados: ni
Buenafuente hacía del todo de Buenafuente, ni Abril hacía del todo de Abril… Berto
Romero y Javier Broncano, colgados de un arnés sobre el escenario tampoco
funcionó. Ni siquiera quedó claro si había fallado la tramoya o es que simplemente
la escena no tenía gracia. Menos dudas cupieron sobre la irrupción en escena de
–socorro– ¡¡¡una tuna!!! ¿Una tuna en una gala de cine de la segunda década del
siglo XXI? ¿Perdona?... La gala no fue de las mejores, pero pasó
la prueba. ¿Con qué nota? Digamos que con un 5,9: casi tan lejos del aprobado como del notable”.
Pese a todo, me quedo con el sketch que más me impactó y al que yo hubiera dado otro Oscar, el que llevaba aparejados el amor y el humor como del notable”.
Mejores momentos Silvia Abril y Andreu Buenfuente | Goya 2019.
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