Fórmulas para salvar a los ‘sin techo’ (y II) La fórmula finlandesa para salvar a los vagabundos de las calles.
Imagen calle de Helsinki.
En Finlandia, se ha
consiguió algo parecido a lo perseguido por el psicólogo Sam Tsemberis. Es el
caso de Housing First: la simple —y a la vez original— forma de sacar a miles
de vagabundos de las calles devolviéndoles un pedacito de dignidad e integrándolos
socialmente. “El futuro empieza con un manojo de llaves”, reza el lema de la
campaña.
Belén Domínguez Cebrián
nos lo explicaba el pasado 5 de septiembre, en su reportaje de El País: “La
fórmula finlandesa para salvar a los ‘sin techo”. “Un politólogo, un obispo, un médico y un
sociólogo formaron, en 2007, el comité especial gubernamental que tenía como
misión sacar de las calles a miles de personas sin hogar. Inspirado en el
movimiento estadounidense Pathways Housing First, fundado por el psicólogo Sam Tsemberis,
el Gobierno del país nórdico consiguió reducir entre 2008 y 2015 un 35% el
número de ciudadanos que se acuestan y se despiertan cada día a la intemperie:
1.345 personas que vagabundeaban por las calles sin esperanza de futuro lo
dejaron de hacer. En Helsinki, según dicen las ONG involucradas en el programa,
ya casi no hay vagabundos. Y el objetivo del Gobierno ahora es erradicar la
población sin techo en todo el país para 2027, según Bloomberg.
Siguiendo la estela de
Tsemberis —la clave no está en la reinserción ni en la desintoxicación de
drogas o alcohol como condición sine qua non para acceder a una vivienda—. Por
lo contrario, se trata de un cuasiliteral “empezar la casa por el tejado”.
“Todo comienza con la entrega de llaves, sin condiciones ni prejuicios. Y, a
partir de ahí, aseguran los impulsores del proyecto, la vida de miles de
familias y ciudadanos empieza a mejorar. ‘Se concibe la casa como el punto de
partida y no como punto de llegada en el camino de los sin techo’, explica en
un vídeo la ONG FEANTSA, involucrada en el proyecto que ya gestiona más de
3.000 apartamentos en 10 ciudades del país.
A diferencia de Estados
Unidos y de otra docena de países europeos (España entre ellos) a los que se ha
exportado Housing First, los vagabundos de Finlandia, un país de poco más de
cinco millones de habitantes, sí tienen el deber de pagar un alquiler. Pese a
las crisis económicas —de su gigante Nokia primero y del euro después—, el país
nórdico cuenta con un robusto Estado de bienestar que el nuevo Gobierno,
liderado por el socialista Antti Rinne, quiere preservar y proteger a toda
costa. Los beneficiarios pueden pagar la renta del nuevo hogar con parte de la
ayuda económica que reciben del Estado por su condición de desempleado, de
incapacitado, de viudo, en concepto de ayudas al alquiler, etcétera. Otro punto
que hace único a este programa es que, en los complejos de viviendas,
integradas en barrios de clase media para evitar los guetos (como ocurre en
Dinamarca, por ejemplo), no está prohibido el consumo de alcohol.
Finlandia está eliminando
paulatinamente los refugios temporales para personas sin hogar (de 600 que
había en Helsinki en 2008, ya solo quedan unos 50, que solo se utilizan en
invierno como emergencia, cuando las temperaturas se desploman hasta los 20
grados bajo cero). El fundador de Housing First, Sam Tsemberis, añade que, a
diferencia de un piso compartido o de un refugio donde uno pernocta de manera
intermitente, esta iniciativa ofrece “sentimiento de pertenencia” a un lugar, a
una comunidad. Un valor intangible que hace al ser humano más humano. Los
impulsores de la idea en Finlandia, que bautizaron su primer informe como Nimi
Ovessa (tu nombre en la puerta), están convencidos de que el mero hecho de ver
una placa con la identificación de cada inquilino al lado del telefonillo o en
el buzón inyecta fuerza de voluntad para poder empezar a cambiar de vida y de
hábitos.
Y, pese a los 5.482
vagabundos que se estima que aún quedan en las calles de toda Finlandia (un
país con una densidad de población muy baja: 17 habitantes por kilómetro
cuadrado), según las autoridades, el programa ha cosechado éxito. Mientras en
el Reino Unido el número de sin techo ha aumentado un 7% en el último año; en
Alemania, un 35% desde 2017, en Madrid un 32%, en Francia, un 50% en la última
década, el país nórdico es el único en Europa, según el WEF, en el que el
número de personas sin hogar ha disminuido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario