Todo está listo.
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez.
Con este título, corto y
conciso, explicaba Gregorio Morán, el pasado sábado, 7 de septiembre, en
Vozpópuli, lo sucedido “durante unas semanas de falsa inquietud y, quizá, de
pura ficción, creada bajo los auspicios de que la inseguridad, la antesala del
temor y de que el miedo es la ayuda más consistente que tiene el poder para
intimidar a los ciudadanos”. Me salto los primeros párrafos para llegar a la
conclusión.
El caso de Unidas Podemos
“tiene algo de suicidio con cicuta. Una muerte teatral y lenta. Ante las
bravatas de Sánchez que aún sigue sosteniendo su gran victoria electoral –123
escaños es una minoría parlamentaria que coloca al PSOE en posición de fuerza y
al tiempo de resignación por sus limitaciones–, Podemos siguió por la senda de
la megalomanía del pobre: si los socialistas creen ser muchos, ellos en cambio
son los suficientes. Las negociaciones entre PSOE y Podemos fueron un modelo de
incompetencia quizá por la causa común de que ninguno se hacía consciente de su
fuerza y de su debilidad, unidas e indisolubles. Ambos jugaron con la
vulgaridad del veterano del naipe. El tute, el chinchón, incluso el póker, por
más que sirvan como metáforas no son otra cosa que juegos de mesa y la
política, el gobierno y el estado, es asunto de mayor enjundia que un combate
de boxeo. Demasiado tiempo mirando la pantalla los vuelve planos. Si cupiera
algún mensaje en esta época de listos líquidos sería el de menos tuits y más
ideas.
“Todo parece preparado
para la entronización de Pedro Sánchez I de España y V de Alemania que, con 123
diputados, es aclamado ya como el único. Si el PNV y Esquerra Republicana le
apoyan tendrá su costo, pero pone en lugar incómodo a Unidas Podemos, que creía
ser la Princesa del cuento. Aquí no hay hadas ni brujas; todo es carnaza y
personal de medio pelo buscando su lugar al sol que más calienta.
“Seamos sinceros. Las
promesas a la ciudadanía se cumplen o no, eso depende de muchos factores, pero
lo acordado sobre las haciendas de los filibusteros se pagan o se purgan: en
cualquier caso, tienen consecuencias de mayor calado. Para eso estamos los
medios de comunicación al quite de que alguien rompa el pacto y nos
precipitemos al abismo de los reproches y la descalificación. Nosotros somos
notarios de los secretos que nadie debe destapar si se cumple lo que pactan los
señores. Por lo demás, todo ya está listo”.
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