miércoles, 30 de agosto de 2023

“Ellas pasarán a la historia; Rubiales, no”

Las jugadoras de la selección española de fútbol femenino tras recibir sus medallas y el trofeo de campeonas del mundo, en Sídney.

El domingo día 20 de los corrientes jugaron en Sidney España-Inglaterra la final de la Copa del Mundo femenina disparando los índices de audiencia de TVE. Juan Tortosa, en el reportaje “Ellas pasarán a la historia; Rubiales, no”, nos recuerda en Público lo ocurrido en pleno mes de agosto y en las antípodas del planeta con las 23 españolas “que acababan de dejar en evidencia la caspa de un país con millones de machistas que de pronto no sabían cómo gestionar sus convicciones de tantos años, tantas certezas mal entendidas”. Ocurrió entonces lo que nadie imaginaba, cuando Luis Rubiales, el presidente de la Federación fue abrazando a todas las jugadoras rebosantes de alegría y, al llegar a Jenni Hermoso, la besó en la boca sin su supuesto consentimiento. “La pesadilla que llevamos viviendo esta última semana evidencia el largo camino que queda por recorrer hasta que todos entendamos de qué va el acoso laboral, de qué va la violencia sexual”.

“Las futbolistas españolas dejaron además en evidencia, al ganar el mundial y traerse con ellas la Copa del Mundo, tanto postureo como se estila en el fútbol masculino. Con su impecable victoria emocionaron, hicieron llorar incluso a millones, sí, millones de personas. Nos pusieron en el mapa mundial del deporte femenino, certificando así una revolución, silenciada más que silenciosa, que hace ya tiempo que se estaba produciendo entre la gente joven a pesar de quienes, comenzando por el trumpista presidente de la Federación Española de Fútbol, parecen empeñados en ignorarla.

“Menos mal que Salma, Olga, Alexia, Cata o Mariona son un reflejo fantástico de la diversidad de un país que se mueve a años luz de la España casposa que aún defiende tanto intolerante como todavía anda suelto por oficinas, despachos y escaños parlamentarios. Ivana, Ona, Alba, Jessi o Aitana no solo han desnudado a los niñatos multimillonarios y chulitos que van por el mundo sacando pecho porque saben darle pataditas a un balón, sino a todo ese entorno machista y prepotente que lleva decenios mangoneando en el fútbol de manera impune y pontificando mientras se fuman un puro, se rascan los genitales o ambas cosas a la vez. Las jugadoras de la selección femenina de fútbol también han dejado en evidencia a ese periodismo baboso y genuflexo que se empeña en dorar la píldora a cretinos de medio pelo. Con su desfachatez, desahogo barriobajero, chulería y horterez supina acreditadas el pasado viernes, Luis Rubiales nos ha jodido la fiesta, ha empañado buena parte de la alegría que supuso que 23 jóvenes mujeres ganaran la Copa del Mundo jugando magistralmente al fútbol.

“Las 23 españolas de Sidney (campeonas, que no campeones, por mucho que insistan tanto el nefasto Rubiales como el entrenador Jorge Vilda) han ganado mucho más que un campeonato mundial de fútbol: han contribuido a dar un paso de gigante, de gigantas, en la lucha por la igualdad de las mujeres en España, en la pelea por la equiparación de derechos. Quizás porque se trata de una revolución en toda regla, y toda revolución es política, quizás por eso estamos donde estamos, con Rubiales y sus secuaces revolviéndose como gatos panza arriba. Por mucho que se empeñen, más pronto que tarde serán olvidados. La gesta de las futbolistas, en cambio, pasará a la historia, es ya historia. De ellas será para siempre el mérito de haber contribuido a situar los derechos de la mujer en el centro del debate. Por muchas consejerías y concejalías de Igualdad que los ultras se empeñen en hacer desaparecer, el trabajo y la victoria en Sidney de 23 jóvenes españolas el pasado 20 de agosto pone fecha al arranque de un tiempo nuevo y mejor”.

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