Tras los pasos de Pepe “el del Popular”.
Un personaje de la banca que prometía elevados intereses y daba créditos sin hacer preguntas, desapareció después de un desfalco de 36 millones de euros. Era asturiano y se llamaba José Pérez Díaz –conocido por “Pepe, el del Popular”–. Pepe dirigía la sucursal número 1 del Banco Popular de Santander y multiplicó los beneficios de clientes que acudían a esta oficina de la elitista zona de Puertochico. Olga Agüero nos recuerda en Eldiario.es su rocambolesca historia: “Excitados por el boca a boca del milagro de los panes y los peces, el nombre de Pepe 'el del Popular' se hizo muy conocido por su gran amabilidad. Pero, sobre todo, por otras virtudes, como dar mayores intereses al abrir una cuenta en otras oficinas del propio banco, blanquear dinero negro o dar créditos con extraordinaria ligereza sin hacer muchas preguntas. En las libretas de los clientes, que se utilizaban entonces para apuntar los movimientos, solo figuraban sus iniciales. Pero pese a los sospechosos indicios, todos guardaban silencio porque salían notablemente beneficiados. Todo el mundo hizo la vista gorda. La oficina de Pepe era como la consulta del médico: todos los clientes querían tratar personalmente con él y esperaban horas hasta que les recibía. Trabajaba hasta los domingos. Dicen que era un encantador de serpientes, un hombre inteligente, extremadamente amable y persuasivo, que se ganó la confianza de las personas adineradas e influyentes de Santander. ‘Uno era el último de la clase si no tenía libreta con él’, testificó en el juicio un acusado. Hasta que el 28 de febrero de 1991, José Pérez Díaz recibió una llamada de un directivo del banco, anunciándole una inspección que se produjo a principios de marzo. El día antes Pepe acudió al velatorio de un compañero, el cajero de la oficina con el que protagonizó una comentada anécdota. Juntos, dos años antes, habían impedido un robo en la oficina de Puertochico y colaboraron en la detención del atracador que iba armado con una escopeta. Después, desapareció. Cuando al día siguiente el director regional del Banco Popular entró por la puerta de la sucursal, el responsable ya no estaba allí para darle explicaciones. Pero dejó una pista. Dos cartas en el buzón del abogado Antonio Sarabia y una abultada documentación con anotaciones manuscritas que la mujer de Pepe, Esperanza Murillo, hizo llegar al abogado”.
En una de las misivas, José Pérez escribió que todo empezó cuando una empresa de Gijón debía cuatro millones de pesetas al Banco Popular. Como la operación la había firmado él cuando estuvo destinado en Asturias, le hicieron volver para encargarse de cobrarlo. Pepe lo resolvió pagando la deuda con dinero de otro cliente. El banco quedó satisfecho y él recibió una palmadita. Entonces a Pepe se le ocurrió montar el banco paralelo que prometía más intereses y que daba dinero a los que lo necesitaban. Si un cliente estaba en números rojos, le hacía un ingreso con dinero de otro cliente para superar la mala racha. Si otro necesitaba un crédito, se lo concedía sin más requisitos. De esta forma iba tapando agujeros. Hasta que la cosa se complicó al no haber dinero ni para los descubiertos ni para pagar los elevados intereses que prometía. Todo se precipitó por un agujero negro de enormes dimensiones. Y, cuando empezaron a analizar las anomalías detectadas en la auditoría se destapó un desfalco mayúsculo. Fue costoso saber qué estaba pasando en la sucursal. De hecho, un equipo de 23 ejecutivos del Banco Popular trabajó durante tres meses hasta que desentrañaron aquella estructura piramidal. Pepe había creado un banco paralelo. De los 2.000 clientes que tenía la sucursal seleccionó a 300, los más exclusivos, a los que ofreció una remuneración más elevada de lo normal, un 12%, cuando lo normal era un 10%. Las cartillas de los clientes VIP eran en realidad libretas B que registraban movimientos de ingresos y pagos al margen de la contabilidad oficial del banco. De esta forma se descubrió que se habían esfumado 6.000 millones de pesetas (aproximadamente 36 millones de euros) y que había más de 250 perjudicados, entre empresarios, inversores e instituciones y entidades como la Cámara de la Propiedad Urbana de Cantabria, el Casino de El Sardinero, el Igualatorio Médico Quirúrgico, la Mutualidad de Previsión Social o la Asociación de la Prensa de Cantabria. Y Pepe desapareció aquel día de marzo de 1991 tras salir del velatorio de su compañero y se perdió su rastro durante 18 años. Su esposa, Esperanza Murillo, tenía la obligación de presentarse en el juzgado cada 15 días, pero huyó de Santander un año después. Desde entonces, no se sabe nada de ella. Al parecer, el matrimonio solo se vio una vez en México, según confesó el propio Pepe, y continuaron caminos diferentes.
“Pepe –sigue Olga Agüero contando– nunca había llamado la atención. Tampoco parecía llevar una vida ostentosa. Residía en un piso de alquiler, desde que le trasladaron de Asturias a Santander, y se acababa de comprar un chalet adosado. Un terreno y un puñado de acciones eran todo su patrimonio. Ni rastro de lujo. Paradójicamente, poco antes de desvelarse el fraude, Pepe acababa de recibir un homenaje como empleado del año, por los buenos resultados de su sucursal. Así que, ante la situación y para evitar un mayor escándalo, el banco se vio obligado a dar por buena la contabilidad B y acabó pagando a los afectados por el fraude las cantidades que tenían anotadas en cartillas sin registrar en el banco y en su mayoría sin nombre, identificadas solo por iniciales. No obstante, también hubo reclamaciones. Seis años después, un juzgado condenó al Banco Popular a pagar a un arquitecto los 226 millones de pesetas que alegó tener depositados en dicha entidad. Pese a la ausencia de los principales imputados, la Audiencia de Cantabria celebró un juicio en 2004 sobre el desfalco en el Banco Popular en el que se juzgó a seis personas por su presunta complicidad con Pepe. Solo una de ellas fue condenada a un año de cárcel: Eduardo Álvarez. El tribunal declaró probado que, entre 1986 y 1991, Pepe montó un banco paralelo a través del cual conseguía depósitos millonarios de numerosos clientes que, en parte, se apropió y, en parte, desvió al empresario Eduardo Álvarez para financiar sus empresas familiares. Según la sentencia, cobró más de 1.000 millones de pesetas con cheques bancarios de otras personas y solo devolvió a Pepe la mitad y ni siquiera a los clientes de cuyas cuentas habían salido los fondos. Según se hizo público en aquel momento, Álvarez dijo en el juicio que los abogados de varios clientes afectados por el fraude ofrecieron al banco facilitar la dirección de Pepe a cambio de un millón de dólares, pero que a la entidad no le interesaba que apareciese”.
Cuando estalló el escándalo, Pepe tenía 39 años, mujer y cuatro hijos. Se fugó a México y se convirtió en Roberto García Gómez. Allí se ganaba la vida trabajando, primero de contable en una pequeña empresa y después de comercial de pinturas y de materiales de construcción. Lo extraño es que él no vivía como un millonario. Lo qué pasó con el dinero que desapareció es una incógnita. En alguna ocasión dijo que llegó a Veracruz con 750.000 pesetas y un cheque de 3.000 dólares que cobró un mes después como José Pérez Díaz sin ninguna complicación. En otras declaraciones afirma que se fue sin dinero. Se publica que un empresario le dio diez millones de pesetas antes de subirse a un avión en Barajas rumbo a México. Lo cierto es que Pepe fue alternando varios trabajos y conoció a una mujer con la que consolidó una relación con el nacimiento de un hijo al que bautizan con el nombre falso del padre: Roberto. Se casan en 1995. Durante 18 años vive como un prófugo refugiado en una identidad falsa y lleva una nueva vida tranquila y discreta. Todo salta por los aires el día que la empresa de construcción para la que trabajaba se empeña en enviarle a una feria profesional en Chicago. Probablemente, fue la solución para acabar con la farsa y recuperar su identidad. Pepe va a la Embajada de Estados Unidos para solicitar el visado. Y, al estampar sus huellas digitales se descubre la orden de detención internacional librada a la Interpol por la Justicia española. Lo detienen allí mismo y le envían a la prisión de Veracruz. Desde allí hace una llamada telefónica. Una de las más duras de su vida en la que confiesa a su pareja, Diana Judith, su verdadera identidad y su pasado en España, después de 13 años de vida en común mintiendo sobre sí mismo. “Hacía ya tiempo que tenía ganas de terminar con esta vida que llevaba. No digo que haya provocado la detención, pero tampoco extremé muchas medidas para que no se diera”, confiesa en una entrevista con la Agencia EFE en Veracruz.
A las dos semanas queda
en libertad. El Juzgado de Instrucción número 3 de Santander estima que los
delitos de apropiación indebida y falsedad documental que se le imputaban y han
prescrito. Nada más salir de la cárcel viaja a España acompañado de su abogado
para acabar de resolver su situación y renovar su caducado carné de identidad.
El viaje se lo pagó Telecinco a cambio de una entrevista en el programa 'Rojo y
negro'. Tuvo tiempo para desplazarse a Asturias y saludar a sus familiares y
para volver a Santander en una visita rápida y en la que desayunó en un hotel
de El Sardinero con un antiguo compañero de la sucursal. El Banco Popular
recurrió la prescripción del caso y el asunto llegó hasta el Tribunal Supremo,
que lo desestimó definitivamente en 2011. A partir de entonces, Pepe se instaló
en Castellón, donde trabajaba como representante para Latinoamérica de una
empresa de materiales de construcción, y más tarde y en paralelo empezó a
gestionar un hotel en la localidad gallega de Barreiros. “A medio camino entre
Bernard Madoff y 'El Dioni', Pepe 'el del Popular' nunca ha admitido haberse
llevado el dinero. “Estaría viviendo en la costa mexicana sin hacer nada y
desde que llegué a México tuve que trabajar para subsistir”, aseguró en una
entrevista. Dice que el dinero se quedó en el banco y en los clientes, “en
pasivos, invertido en créditos y en bonos gubernamentales”. En la versión que
Pepe dio en el programa televisivo dijo que el banco trabajaba con dinero negro
de personas con ahorros que no querían declarar. A estos se les daba una
libreta con un código diferente del resto, firmadas por el director del banco,
y el dinero se invertía. “Con ese dinero se llegaron a financiar importantes
campañas electorales de la época y también puedo decir que los directivos de la
entidad conocían todo lo que sucedía, pero no hicieron nada porque no pensaron
que iba a ser para tanto”, confesó. El protagonista de esta historia sostiene
que el banco siempre supo dónde estaba. Por si a la historia le falta algún
ingrediente, cuando Pepe 'el del popular' era el mexicano Roberto García tuvo
en suerte frecuentar a la gran Chavela Vargas, que mantuvo una estrecha amistad
con su mujer Diana. Hasta tal punto que Televisión Española grabó un reportaje
con la cantante en la casa de Pepe, quien tuvo buen cuidado de no dejarse
grabar porque seguía siendo un prófugo de la justicia. Pero allí estaba,
delante de los ojos de todos los que le buscaban.
Otros comentarios, imágenes, fotos y fotomontajes:
Elon Musk, en la toma de posesión de Donald Trump, hizo un gesto que evocaba claramente el saludo nazi, un símbolo cargado de un pasado que no necesita interpretación. Sin embargo, el espectáculo no estuvo en el acto en sí, sino en la cascada de excusas que emergieron para justificarlo: que si era un “saludo romano”, un malentendido cultural o, incluso, un gesto descontextualizado. Se evitó a toda costa nombrar lo evidente: Musk reprodujo un gesto que encarna los valores más oscuros de la historia reciente. En la Antigua Roma no se hacía ese saludo de manera habitual o formal. Es una idea que se ha ido construyendo mucho después entre confusiones e invenciones. El gesto aparece puntualmente en obras artísticas ya en el siglo XVIII y, como saludo romano, aparece por primera vez en una película italiana de 1914. En 1919, un grupo armado lo usó por primera vez en Italia. Empieza a popularizarse y Mussolini lo adoptó como saludo oficial del Partido Fascista en 1922. Y, literalmente, hasta hoy. La máquina de la narrativa rápidamente actuó para proteger su imagen. Mientras unos trivializaban el gesto, otros lo enmarcaban como una provocación inofensiva o incluso como un acto de libertad de expresión. Pero, detrás de estas justificaciones, se esconde algo más grave: la normalización de gestos y símbolos que, en otro tiempo, no habrían dejado lugar a dudas sobre su significado. La complacencia ante estas acciones no solo blanquea el pasado, sino que sienta las bases para repetirlo, esta vez con un rostro que lleva el disfraz de la modernidad tecnológica.
Una nueva voz autorizada que ha creído necesario aportar su opinión. Nada más y nada menos que la de un experto en las Caras de Bélmez, el Chupacabras, la emergencia climática y la DANA de València: don Iker Jiménez. El presentador televisivo sale en defensa del más débil, el hombre más rico del mundo. Lo hace con el argumento de autoridad que da usar un documento totalmente independiente: la biografía de Elon Musk autorizada por Elon Musk. Y defiende el saludo nazi de Elon Musk: “Ya me gustaría tener a mí su talento”. El músico, Ismael Serrano, que no pudo resistirse a comentar la ironía de lo que Jiménez ve y lo que no, comenta: “Son capaces de escuchar con nitidez la voz de un niño rezando el rosario en forma de psicofonía en una grabación cutre hecha de madrugada en un cementerio. Pero, por lo que sea, esto no lo ven”. (Tremending)
Pedro Sánchez sorprendió el pasado miércoles en el Foro Económico de Davos al proponer terminar con el anonimato en las redes, destapar los algoritmos y crear un frente común contra los 'tecnooligarcas' que amenazan la democracia, una velada referencia a Elon Musk, dueño de X. De hecho, el presidente español ha usado una de las frases más famosas del nuevo presidente de EEUU, Donald Trump, en cuyo gabinete va a estar Musk afirmando “Let's make social media great again”. El presidente español ha asegurado que va a proponer tres medidas a los líderes europeos en el próximo Consejo Europeo: terminar con el anonimato en las redes sociales, abrir la caja negra de los algoritmos para que existan unas reglas y haya moderación en el contenido y que los dueños de las redes sociales tengan que rendir cuentas por el contenido de las mismas. Las redes sociales “están erosionando el sistema democrático al fomentar la desinformación”, dijo Sánchez, solicitado responsabilidades a los propietarios de las redes sociales. (Diariocrítico)
Vox + PP + Junts votaron
ayer contra:
- La subida de las
pensiones.
- Mantener el bono del
transporte público.
-Tramitar ayudas a los
afectados por la DANA.
- Ayudas para la
eficiencia energética.
- Gravar los beneficios
extraordinarios de las Multinacionales Energéticas (con PNV)
Querido currito de
Derechas. Ellos NUNCA trabajarán para ti. Tú nunca serás ellos.
El humor en la prensa de esta semana: El Roto, Peridis, Eneko, Vergara, Manel F., Miki y Duarte, Ricardo, Napi, Antón, Flavita Banana, Tomás…
Los vídeos de esta
semana:
"Pepe, el del Popular" no rendirá cuentas a
la Justicia por haber prescrito sus delitos.
"Pepe el del Popular" llegó a España tras
dieciocho años huido.
Rufián, contundente: "Hay una mayoría (PP, VOX y Junts) que acabará cargándose este Gobierno"
La salutació de Musk
La 'señora bien' celebra que Trump haya invitado a Abascal a su investidura - El Intermedio
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