martes, 14 de enero de 2025

Ave, Donald, morituri te salutant.

 

El presidente electo de EE.UU., Donald Trump.

Cuenta David Torres en Diario Público que, por lo que parece, el segundo mandato de Donald Trump empieza mucho más fuerte que el primero. “Un período caracterizado por un repliegue de fronteras en el que el multimillonario del castor craneal se dedicó a joder a su propio país en lugar de joder a los de fuera, como es habitual en la política exterior estadounidense. Este principio de combustión interna lo llevó al punto de promocionar un golpe de Estado en las postrimerías de sus vacaciones en la Casa Blanca, indignado porque las votaciones presidenciales no salieron como a él le daba la gana. Jaleada por Trump y sus mariachis, una turba de fachas y paletos -algunos de ellos disfrazados de bisonte, para no dejar dudas del nivel intelectual- tomó el Capitolio por la fuerza y, durante cuatro años, la justicia estadounidense no tuvo medio, tiempo o ganas de castigar al responsable…

“Teniendo en cuenta que Trump todavía no ha tomado posesión del cargo, es posible que sus declaraciones de anexionarse Groenlandia, Canadá y el canal de Panamá no sean más que un órdago a la chica, una manera de acojonar al personal y luego recular un poco, refunfuñando que bueno, que se conforma únicamente con Vancouver, Toronto, Terranova, media docena de glaciares y el canal. Claro que también es posible que estas declaraciones sean el preludio de la Tercera Guerra Mundial o de la Cuarta o la Quinta, que tal y como anda la geopolítica es difícil echar cuentas. Al fin y al cabo, el lema de Trump es hacer América grande otra vez, y vete a saber las dimensiones que adquiere el adjetivo en la cabeza de un tiparraco que se peina con ventilador…

“Entre los Kennedy, los Bush y los Clinton hay sitio de sobra para otra dinastía más de pijos descerebrados y, de momento, Trump ha enviado a su hijo a Groenlandia aprovechando que llevaba algo de calderilla en el bolsillo. No cabe duda de que el mundo desde la Segunda Guerra Mundial se rige bajo el yugo de las barras y estrellas y que, desde la descomposición de la URSS, no hay un verdadero enemigo que le haga frente, excepto China que, como siempre, no se sabe si juega a los chinos o al mus.

(…) “Decía Dalí con ironía abisal: “la única diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco”. En el caso de Trump el diagnóstico se complica ante la posibilidad de una demencia senil, ya que, como se pregunta Lawrence O´Donnell: “Si Trump está demente, ¿cómo lo sabremos?” A estas alturas resulta bastante complicado calcular su edad mental, que lo mismo puede ser de 4 años que de 284. Su último berrinche infantil es que quiere cambiarle el nombre al Golfo de México, algo que le puede salir tan bien como cuando intentaron rebautizar las patatas fritas por “patatas de la libertad” sólo por joder a Francia.

“Por sus ansias expansionistas, Trump se perfila como un Calígula de Todo a Cien en un imperio en franca decadencia, fanfarroneando de misiles y dólares, y nombrando lugarteniente a Elon Musk en lugar de a un caballo. Hace poco, el jefazo del vertedero virtual de Twitter se bautizó como Keikus Maximus (algo que podría traducirse como ‘Caca de la Vaca’) y se puso de foto una rana. También le gusta tunearse de gladiador romano, como si fuese Russell Crowe en Gladiator, aunque a quien en realidad se parece Musk es a Joaquin Phoenix en Joker. La tontería aquella de que los hombres estamos obsesionados con el Imperio Romano al final nos ha pasado factura y en cualquier momento regresamos a las catacumbas. Es curioso pensar que a los romanos no les quedaba otra que aguantarse cuando les tocaba de emperador un Calígula, aunque otras veces tenían suerte y les tocaba un Trajano. Ahora elegimos Calígulas a dedo, mientras los Trajanos brillan por su ausencia. Ave, Donald.”

No hay comentarios: