viernes, 6 de julio de 2007

6 de julio. Sueldos por las nubes

Carlos Delgado, alcalde de Calviá, el día de su elección.

Hace un lustro, en el inicio de este siglo, los políticos españoles se quejaban de ser los peor pagados de Europa. Los parlamentarios se lamentaban de sus sueldos estancados, y desencadenaron intentos frustrados por subirlos. Acostumbrados a comparar desde arriba y no desde la base, ponían como ejemplo inusitado el caso del sueldo del primer ministro británico, Tony Blair, que se lo había subido de golpe en un 44 por ciento, tras el triunfo de una elecciones en el Reino Unido. Pero sólo Felipe Alcaraz, portavoz de Izquierda Unida, se atrevió a decir: “Con siete millones de pobres en este país, yo no tocaría el tema de los sueldos. Incluso sabiendo que todos los alcaldes de poblaciones españolas mayores de 50.000 habitantes cobran más que un diputado”.

Algunos de estos parlamentarios cedían al partido una parte de su sueldo. Los miembros del PSOE entregaban 30.000 pesetas mensuales. Izquierda Unida, 250.000. Pero las nóminas engrosaban al asumir otras tareas. Presidir una comisión parlamentaria sumaba tres millones anuales al sueldo de base. Y ser portavoz, 2,2 millones. Las presidentas del Congreso y del Senado percibían en torno a los 25 millones de pesetas brutas anuales que se convertían en dinero limpio puesto que tenían casi todos los gastos cubiertos.

Los ministros cobraban entonces 11.522.412 pesetas brutas anuales y los presidentes autonómicos, entre 14,2 millones, como Alberto Ruiz-Gallardón, y algo más de ocho millones el de Cantabria, José Joaquín Martínez Sieso. Jordi Pujol, presidente de la Generalitat de Catalunya, ganaba ocho millones, más otras seis de gastos de representación. Muchos de estos sueldos aumentaban con el nivel de vida de cada año y, al dejar sus puestos, los ministros, diputados y otros altos cargos de la Administración, disfrutaban de una compensación que suponía el 80 por ciento del sueldo durante dos años. La mayoría de ellos, aunque estuvieran al frente de un nuevo cargo público, no renunciaba a ello.

Sin embargo, hoy, a juzgar por un ejemplo muy sintomático que acaba de producirse, la situación parece haber cambiado. Por de pronto, Carlos Galbeño, alcalde del pueblo de Torrelodones, de sólo 17.000 habitantes, nada más ser reelegido y sin encomendarse ni a dios ni al diablo decide subirse un 30% su sueldo, de modo que su salario, de 91.445 euros al año, le convierte en el regidor mejor pagado de España tras el de Barcelona. El salario de este alcalde del PP supera así en 995 euros al sueldo anual del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, y al salario de la presidenta regional Esperanza Aguirre, que gana 74.490 euros anuales. Cobraría más que el presidente del Gobierno (89.303 euros) y la vicepresidenta, (84.000 euros)

Claro que Galbeño, que es un alcalde madrileño generoso, no sólo se sube el sueldo a sí mismo, sino también a sus cuatro tenientes de alcalde, que cobrarán 60.745 euros anuales. Incluso los portavoces de la oposición se verán beneficiados "del mismo modo" en sus salarios, con los mismos porcentajes de incremento, igual que el resto de concejales sin delegación.

Pero, a los pocos días de conocerse esta noticia, caen las críticas sobre este alcalde y el gozo se fue al pozo. Alarmado por las censuras y reproches, Galbeño anuncia de inmediato la congelación salarial de las retribuciones así como la de todos los concejales de la Corporación, y se mantiene con idéntico salario que en la anterior legislatura. "Creo que es obligación de todos los que nos dedicamos al servicio público –se justificaba el regidor, frase que podría servir tanto para este caso como para el contrario– intentar dignificar la política y evitar cualquier sombra de duda sobre nuestras actuaciones".


Pero, otros ediles que han imitado la subida de sueldo de Galbeño se niegan a aplicar la marcha atrás. Carlos Delgado, alcalde de Calviá, población de unos 50.000 vecinos, es uno de ellos. Nada más conocerse el resultado electoral, Delgado se sube la retribución a la altura de su homólogo de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón. Delgado ingresará más dinero que la alcaldesa valenciana Rita Barberà y competirá con la nómina del bilbaíno Iñaki Azkuna (92.873 euros). Quizás, teniendo en cuenta que el anterior alcalde, un ex guardia civil que provocara el escándalo del PP y fuera procesado, pensó que era la única forma de evitar la especulación, no llevándose lo que no era suyo. Una “sutil” circunstancia distingue al mallorquín del resto de mandatarios mencionados: Y es que Carlos Delgado ha convertido en papel mojado un acuerdo no vinculante de la Federació d´Entitats Locals de les Illes Balears (Felib) presidida por él que, en septiembre de 2000, pactara unas recomendaciones sobre las retribuciones de los cargos electos locales en función de la magnitud del municipio.

Otro de los alcaldes que tampoco se ha echado atrás es Arturo González Panero, de Boadilla del Monte (38.000 habitantes). González, del PP, cobrará 81.136 euros brutos anuales –unos 13 millones de las antiguas pesetas–, 6.644 000 más que la presidenta regional Esperanza Aguirre, aprobados en el primer pleno tras las elecciones. Al fin y al cabo, sólo es un 18,56 por ciento más que cuando ocupaba la alcaldía en 2003. En el pleno se aprobaron igualmente 13 dedicaciones exclusivas y 3 parciales para los 16 concejales del PP así como 29 puestos de confianza. Esta vez no ha servido de nada la advertencia del PP o quizás no ha querido llamarle la atención.


La verdad es que quienes vivimos en el paro, tantas subidas de vértigo nos deja un tanto atolondrados. Y no dejamos de hacernos preguntas absurdas: ¿Por qué será que, de entre los millones de parados que hay en España –oficiales y no oficiales–, no se conoce a ninguno que ocupe un puesto de político? ¿O sí lo hay? Y ¿qué pasaría si, para cumplir esta responsabilidad, se exigiera la condición de parado? ¿O si a los políticos se les pagara un sueldo más modesto, de acorde con lo que gana la gran mayoría de ciudadanos? ¿O si se les prohibiese mentir bajo amenaza de descontar parte del sueldo y de guardar meses de silencio por cada engaño promovido? Seguro que tendríamos una clase política medio muda y arruinada. En todo caso, seguirían sobrando parados para ocupar esos cargos.

1 comentario:

Butzer dijo...

A repartirse el pastel. Y claro, los concejales de la oposición unicamente se quejarán si a ellos no les toca nada, tomen nota alcaldes.