(Y IV) Annus horribilis.
“La
Reina está muy afectada; el Rey, enfadadísimo”, comentó una
fuente de la Casa
real.
La infanta Cristina, imputada.
El juez, José Castro.
Bajo el título de “El
mensaje del Rey doliente”, Fernando Jáuregui expresa la impresión que le dejó “un
hombre extenuado, forzado a permanecer de pie ante un atril, desgranando unas
palabras que obviamente no eran las suyas y que respondían a un guión
apresurado y descomprometido”. Para él, no convenía someter al Monarca a más
esfuerzos de los ya realizados con el mensaje de la pasada Nochebuena,
“realizado en un ambiente más propicio y mucho más manejable”. La impresión
causada por las imágenes y palabras reproducidas en la televisión, no le ayudó
lo más mínimo en levantar su imagen. Y comenta, desalentado: “Jamás vi, aunque
fuese por este medio, algo tan desangelado, tan tenso, tan preocupante. Tanta
angustia en tantos rostros. Era como el pistoletazo de salida de un año que,
evidentemente, va a ser un Vía Crucis para un Rey que merece pasar a la Historia con mejores
galas y más gratos recuerdos… Quisiera que quede claro que no pienso que el Rey
esté acabado, aunque sí que debe iniciar pasos para una progresiva abdicación
en el Príncipe, a punto de cumplir cuarenta y seis años. Una crisis de
identidad que, para gente como yo, que cree en la Monarquía , necesita a
alguien que, situado por encima de las rencillas partidarias, ponga paz, orden
y equilibrio entre las gentes, los territorios y las coyunturas concretas... La
pregunta que alguien como yo se hacía, en la mañana de este lunes festivo,
viendo a la gente, agolpada a las puertas del Palacio de Oriente, aplaudir a
una institución, es si este 'statu quo' podrá mantenerse mucho más. Sé que
muchos piensan lo contrario; son los mismos que creen que no hay que abrir el
melón de la Constitución ,
porque nunca se sabe hasta dónde llegará la cata y prueba. Respetando
profundamente estas opiniones, yo temo que el melón llegue a pudrirse”.
Fruto o no del nerviosismo reconocido por todos, la Casa Real , en su web de
estos días, publica un área infantil con ilustraciones y juegos para “acercar la monarquía a los niños”. Y recuerda el concurso de la Fundación Institucional
Española (Fies) “¿Qué es un rey para ti?”, para
que los alumnos “se acerquen al monarca y la Corona y conozcan el papel que la Constitución reserva
a la primera de las instituciones españolas”. Los niños pueden presentar su
opinión del rey mediante canciones, vídeos o presentaciones Power Point, pero
los ciudadanos más fieles de la monarquía comienzan a dudar seriamente de ella,
hartos de los escándalos de la Casa Real.
Como el que acaba de protagonizar la infanta Cristina, imputada por presunto delito
fiscal y de blanqueo.
El día siguiente de haber visto por televisión las imágenes del “mensaje del Rey doliente”, el juez José Castro citaba a declarar para el 8 de marzo (Día de la mujer trabajadora) a la infanta Cristina. Curiosamente, sólo el sindicato Manos Limpias, que ejerce la acusación popular, se declaraba favorable a Castro, mientras quela Fiscalía Anticorrupción ,
la Abogacía
del Estado y las representaciones procesales de Iñaki Urdangarín, Diego Torres
y la propia Cristina se manifestaban contrarias a la imputación. El juez
considera que la hija del Rey participó en una estructura “opaca” al fisco con
la intención de evadir el pago de impuestos a Hacienda y asegura que “esos
ingresos [procedentes del reparto de dividendos fiscalmente opacos] nunca los
tributó en sus declaraciones del Impuesto sobre la Renta de las Personas
Físicas [IRPF]”. El magistrado aprecia indicios de delito de blanqueo de
capitales y de fraude fiscal porque la cantidad presuntamente defraudada supera
los 120.000 euros, delitos que
conllevan penas de más de 11 años de cárcel. El juez valora la
doctrina que le reclama “especial cuidado” en la imputación para asegurar que
en estas circunstancias no cabe distinguir entre quienes pueden tener
diferentes “repercusiones sociales” ya que “nunca se debe propiciar una
diferencia en el trato judicial, siendo los personajes públicos quienes están
llamados a observar ese especial cuidado para no situarse en órbitas que
pudieran resultar cuando menos comprometedoras”.
El día siguiente de haber visto por televisión las imágenes del “mensaje del Rey doliente”, el juez José Castro citaba a declarar para el 8 de marzo (Día de la mujer trabajadora) a la infanta Cristina. Curiosamente, sólo el sindicato Manos Limpias, que ejerce la acusación popular, se declaraba favorable a Castro, mientras que
Por su parte, el Rey, padre de la infanta imputada y suegro de Urdangarín, no ha logrado romper la mala racha estrenada el 14 de abril de 2012 en que se rompió la cadera, en una sonada cacería en Botsuana. Los rumores sobre su posible abdicación tras los ingresos hospitalarios y las críticas por el oscurantismo de la institución monárquica completaron la receta de annus horribilis de Juan Carlos. Para desterrar los bulos sobre su abdicación, el portavoz de
“Qué duda cabe –reconoce Fernando Jáuregui– de que la principal institución de la nación, que es la Corona, vive sus peores momentos en casi cuatro décadas, y que la decadencia física del Rey es un hecho…”. También para este monárquico convencido “ni una Infanta, y menos aún su marido, son pilares del Estado. Pero toda la debacle moral y de ideas con la que ha amanecido este 2014 sí puede horadar los fundamentos de un gran país que tiene que seguir sintiendo tal grandeza. Que un juez de provincias pueda imputar a una hija del Rey, que un juez discreto pueda ordenar el registro de la imponente sede de la formación gobernante, me parece que son datos que solo pueden fortalecer la seguridad jurídica y, por tanto, el Estado de Derecho. Y los pilares pueden, confío, salvarse”.
Fernando Jáuregui analiza e informa en pleno corazón de Madrid, de la cara más crítica de la actualidad. En esta ocasión el director de Diariocrítico.com habla de la imputación de la infanta y de otros temas monárquicos.
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