El teniente Luis Gonzalo da un paso al frente.
El teniente del Ejército, Luis Gonzalo Segura, preos por haber escrito una novela.
El teniente Luis Gonzalo, autor de “Un paso al frente” (un
libro editado por Tropo Editores que ya va por la quinta edición, con más de
15.000 ejemplares, en el que denuncia la corrupción y el
autoritarismo en las Fuerzas Armadas), entró en prisión hace más de una semana
e inició el pasado 17 de julio una huelga de hambre como forma de protesta por
lo que considera una condena injusta. Gonzalo no se arrepiente de sus denuncias
y advirtió que le podían “encerrar donde quisieran”. Sabe que estará dos meses
recluido en un centro de internamiento, pero el fiscal está valorando los
cargos contra él ante la posibilidad de un delito militar, que conllevaría una
condena de seis meses a seis años en una cárcel militar.
Luis Gonzalo revela en su libro que las Fuerzas Armadas permanecen ancladas en el siglo pasado y que están dirigidas con autoritarismo por una “casta” de altos oficiales que disfrutan de privilegios, amparados por una justicia militar dependiente. “Es muy duro perder la libertad en un procedimiento que vulnera el Tratado Europeo de los Derechos Humanos y, encima, por cumplir con mi obligación y denunciar lo que consideraba ilegal o irregular. Lo triste es que nadie lo investigue”, lamenta el militar. “No me queda más remedio que iniciar una huelga de hambre porque se maltrata a muchos militares, se les mantiene en estado de indefensión jurídica, con compromisos en lugar de contratos, como si fueran trabajadores de segunda. Y la cúpula militar se dedica a hacer lo que quiere sin respetar las normas…”. El teniente ha expresado su sorpresa porque “durante el juicio, nadie quiso saber lo que había en un disco duro”, que él aportó con presuntas pruebas de irregularidades y casos de corrupción cometidas, según afirma, por oficiales.
Gonzalo reivindica su lucha “por los derechos y
la igualdad en el mundo militar”. Convencido de que intentarían buscar el
último resquicio para expulsarle del Ejército, Gonzalo reprocha que, “hace
poco, condenaron a un soldado a seis meses de cárcel por llamar franquista a un
coronel”, mientras que “el teniente coronel Ayuso llamó bastarda a la Constitución ,
renegando del rey en Intereconomía, y quedó absuelto”. Y, el pasado mes de
mayo, un juez ordenó la readmisión en la Guardia Civil de Antonio
Tejero Díez, hijo de uno de los golpistas del 23-F, pese a haber celebrado en
un cuartel una comida en la que se homenajeó a su padre y a varios de los
golpistas. “El problema –se lamenta Luis Gonzalo– no es que celebrase una
paella, sino saber cuántas paellas como esta se celebran en acuartelamientos
dependientes del ministerio de Defensa, quién las paga, si hay militares
ejerciendo de camareros, y si el dinero de la paella sale del bolsillo de los
ciudadanos”.
El autor, que cuenta con el respaldo de las
principales asociaciones militares (AUME, ASFASPRO, ATME y OATM), hace alusión
en el libro a presuntas malversaciones, prevaricaciones, negligencias,
comisiones de servicio falsas, estafas en combustible y comidas, venta de
material en la Red, residencias de verano,
clubes de
golf, spas y salas VIP. También alude en su relato novelado a
presiones dirigidas a la Justicia Militar
y a órdenes que atentan contra la conciliación de la vida laboral y familiar.
El teniente ha sido expedientado con dos faltas graves a raíz de la
publicación. El Ministerio asegura que el militar ha cometido infracciones
graves, y recuerda que las denuncias que presentó ante los tribunales se han
resuelto sin sanciones a los denunciados. La pasada semana, antes de que
comenzase a cumplir condena, Público.es tuvo acceso a la grabación de
una conversación del teniente con un general que le hizo una clara
advertencia (aunque a destiempo): “No te empeñes en sanear una empresa cuando a lo
mejor todo el país está podrido. No intentes lavar la empresa,
porque ésta reacciona contra ti y te mata”.
Defensa afirma que, en ninguna de las denuncias
presentadas hasta la fecha por el teniente se ha encontrado ilícito penal alguno ni motivo de sanción disciplinaria
contra los mandos denunciados por el oficial. Asegura que “está bien”, sin
aclarar si sigue en huelga de hambre. Y se resiste a dar información sobre su estado de salud, tras ser
hospitalizado este fin de semana. El Ministerio de Defensa considera que el
teniente vulnera con sus revelaciones las Reales Ordenanzas y la Ley Orgánica de
Derechos y Deberes de los miembros de la Fuerzas Armadas ,
que en su artículo 11 marca los límites
de la libertad de expresión de los militares. Y el fiscal estudia los cargos para ver si le puede acusarle de un delito
militar, lo que le enfrentaría a una condena de seis meses a seis años
en una cárcel militar. Este oficial de 36 años que ha vivido
durante más de una década en los cuarteles, nos hace recordar los pasajes de La Forja de un
rebelde en los que Arturo Barea describió a los ejércitos españoles en
África a principio de siglo XX.
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