El día que me avergoncé de ser judío.
Mientras, en la colina Sderot, cientos de isralíes ven, entre risas , cómo impactan las bombas, en la Franja de Gaza...
Cada noche, cientos de israelíes acuden a la
colina Sderot, al sur del país, para contemplar, entre aplausos, risotadas y
vítores, cómo impactan las bombas lanzadas por su Ejército en la Franja de Gaza. El
resultado de las mismas ha logrado un centenar de muertos, la mayoría de ellos
civiles, entre los que hay más de una decena de niños. Esto es lo que escribe Mijael Even David, un rabino
que se avergüenza de ser judío:
“Hoy nos hemos unido a los fuegos de la Inquisición. Quemamos
personas vivas de una fe diferente a la nuestra y dijimos que es nuestro D’s
que lo requiere. Hoy nos unimos a las hordas de los cosacos, con odio asesino y
salvaje, sin ver al otro, sólo viendo que somos diferentes. Hoy nos unimos a
los asesinos nazis, matando a un niño brutalmente por su raza y etnicidad.
“Hoy dejamos de ser el Pueblo
Elegido, porque para esto no fuimos elegidos. Tal vez necesitemos otros dos mil
años de Exilio para recordar quiénes deberíamos ser. Hoy perdimos cualquier superioridad
moral que queríamos creer que teníamos. Somos exactamente como ellos. También
somos asesinos. Todos nosotros. Los que lo prendieron en llamas, los que
gritaron ‘muerte a los árabes’, los que declararon que la Torá nos pide matar y
asesinar y vengarnos. Aquellos que vieron todo esto y no hicieron nada,
aquellos que mañana aún no harán nada.
“Especialmente aquellos que
tratan de encontrar paz para sus consciencias en las comparaciones: ‘Ah, pero
nosotros no celebramos asesinatos’, ‘nosotros no enseñamos a odiar en nuestras
escuelas’, ‘nosotros no consideramos a los terroristas, héroes’. Pero no es
sobre ellos, D’s Altísimo, ¡es sobre nosotros! Es sobre perdernos a nosotros
mismos, sobre nuestro fracaso como nación. Evidentemente hemos fallado.
“En el futuro, cuando estudien
las leyendas sobre la destrucción de nuestra sociedad, de nuestro Estado, ellos
leerán: ‘Por el asesinato, la quema, el salvaje homicidio de Muhammad Abu
Jdeir, nuestro Templo fue destruido, nuestra Tierra fue desolada y fuimos exiliados
entre las Naciones’.
"Nunca la paz se vio más lejana.
Nunca estuve tan avergonzado de ser israelí. Nunca estuve tan avergonzado de ser Judío”.
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