El colorido y lo negro de la Semana Santa.
Esta es, entre las 52 semanas que
tiene el año, la más colorida y más negra de la historia de España, con una iglesia
que sale a la calle con todo su beato y esplendor, apoyada por todas las
instituciones del Estado que se honran y enorgullecen en presentar y recordar
escenas tan brillantes como tristes. Son siete días de esta “España de
charanga, pandereta y sacristía”, de la que Machado hablaba en sus versos.
Siete jornadas de un continuo espectáculo de
procesiones con marchas religiosas, llenas de capirotes, con imágenes
devotas de penitentes que siguen y persiguen los senderos de esta España vieja
y carcomida por la tradición. En ellas se repiten los sentimientos y creencias de
una iglesia que sale a la calle, se apodera de ella y se hace el centro de esta
vida y de la otra. Una iglesia que se crece y se potencia gracias a su poder
extendido por doquier y a la sumisión de sus penitentes. Un fenómeno
sociológico complejo que, en bastantes aspectos, trasciende los componentes
puramente religiosos. Son siete días y siete noches repletos de interminables procesiones,
que suscitan lágrimas, orgullo y temores ancestrales. “Resulta cuando menos
sorprendente –advierte Víctor Moreno en ‘Semana Negra, confesional y Católica’,
publicado en Gara– que las gentes de hoy, tan miradas por seguir las modas más
avanzadas, se dejen llevar en ciertos terrenos por criterios y costumbres tan
viejos y anacrónicos como los presentes en la Edad Media. Y lo hacen con
sobrada naturalidad y sin ningún tipo de asombro en el rostro. Les parece lo
más pertinente. Si así lo hacían sus tatarabuelos, ¿por qué no lo han de hacer
ellos? Por esta misma razón, cuando les atenaza el cuerpo alguna enfermedad
como la gripe, deberían curarla con los medios que utilizaban sus antepasados
con los resultados tan bien conocidos…”
“La quintaesencia de esta
tradición tenebrosa –prosigue Vìctor Moreno– se concentra en la conmemoración
de la Semana Santa, el más funesto aporte de la Iglesia Católica a la
celebración del dolor, del sadomasoquismo y del fetichismo voyeur más gore que
cabe imaginar. El léxico la delata: azotes, sangre, dolor, espinas, crucifixión,
cruces, entierro, mortaja, humillaciones, disfraces terroríficos, angustia,
muerte... En definitiva: penitencia, miedo, castigo. Y es que España, en cuanto
llega la denominada Semana Santa, vuelve a sumergirse en las penumbras
oscurantistas que dibujaron Émile Verhaeren y Darío de Regoyos en su libro “La
España negra”, y que data de 1899. La Semana Santa es un tiempo de fiesta
dolorosa en la que se escenifican y glorifican las más funestas galas de la
Iglesia Católica: su afición morbosa por el sufrimiento inútil. (...) Sin embargo, lo más insólito no es que se dé una
connivencia entre Iglesia y ayuntamientos durante este tiempo que llaman de
cuaresma, sino el hecho de que sea este último quien tome las riendas
confesionales y teocráticas, convirtiéndose en protagonista absoluto en la
ejecución de dichos actos. No le den más vueltas al asunto. Son muchos los
ayuntamientos que organizan y alientan dichas representaciones dramáticas y
trágicas, sin importarles si están infringiendo el carácter aconfesional de la
institución que representan. Incluso, ofrecen guías turísticas para asistir a
dichos eventos. Al fin y al cabo, la religión es capitalismo. Benjamin dixit
(…) Se entiende que la Iglesia se enorgullezca de su liturgia, pero que sea un
ayuntamiento quien se convierta en maestro de ceremonias de carácter religioso
y tome la iniciativa en ellas es tan lamentable como paradójico. Que la Iglesia
saque a relucir los trapos sadomasoquistas de su religión, pase, pero que sea
un ayuntamiento quien se convierta en su máximo representante pertenece a la
antología bufa y grotesca de una España negra que parece no haberse ido de la
sociedad. El nacional-catolicismo sigue tan vivo como en la época franquista.
Invade el espacio público con una suficiencia abrasiva estomagante. Caiga quien
caiga. Tanto a la Iglesia como a los ayuntamientos les importa un bledo la
pluralidad confesional y aconfesional, existente en la sociedad actual. Los dos
han convertido la Semana Santa en un pretexto económico”.
Y hasta
el Boletín Oficial del Estado prepara esta Semana Santa. Este año, las
cofradías consiguieron 11 medidas de gracia para condenados, frente a las 21
concedidas el año pasado. El “santo” BOE del
lunes pasado recogía los 11 indultos aprobados por
el Consejo de Ministros. Seis de ellos fueron a parar a condenados por delitos
contra la salud pública, dos por robo con violencia, uno por atentado a la
autoridad, otro por tráfico de drogas, otro por revelación de secretos… El último, cuyo perdón fue solicitado por la Cofradía Penitencial
de Nuestra Señora de la Piedad de Valladolid, pertenece a una
sentencia del pasado mes de junio en la que se condena a un funcionario que ha
facilitado miles de datos personales de los archivos de la Seguridad Social a agentes de la
Guardia Civil y Policía Nacional y al jefe de seguridad de El Corte Inglés,
“con los que tenía relación personal”, así como a mutuas laborales. Francisco
José García Padilla era Jefe de Negociado de Inscripción de Empresa,
Afiliación, Altas y Bajas y Variaciones de Datos de los trabajadores en la sede
del organismo público en Valladolid. En un primer momento, la Audiencia
Provincial le absolvió del delito de revelación de secretos, ya que consideró
que tenía autorización para acceder a la base de datos porque formaba parte de
su trabajo. Y que, en todo caso, podría haber sido acusado de un delito
distinto: uso indebido de información pública. Pero el Tribunal Supremo,
tras aceptar el recurso de casación del Ministerio Fiscal y la Tesorería
General de la Seguridad Social, consideró que “estaba
justificado el acceso que exigía su actuación como funcionario, pero no otros,
ni en estas bases, y aun menos en otras como aquellas de las que extrajo los
datos que transmitió a terceros”. Además, argumentó, “no estaba autorizado para consultar las 8.936 veces, los datos de
trabajadores, empresas, vida laboral, prestaciones y certificados de situación
de cotización, que posteriormente trasmitió”. Lo hizo entre
agosto de 2008 y principios de julio de 2009. Así, aunque aclara que no se ha podido
acreditar que la entrega de estos miles de datos se realizara a cambio de
dinero, el Tribunal Supremo le condenó a tres años y seis meses de prisión,
multa e inhabilitación para su cargo durante seis años, con lo que perdía su
plaza como funcionario. Además, la sentencia no aplicó agravantes ni atenuantes
a la pena. La misma cofradía consiguió el perdón para el director de
banco hace un año. Gracias al indulto concedido el viernes, su condena pasa a
ser de dos años por lo que, si el tribunal responsable así lo considera, podrá evitar el
ingreso en prisión. La Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad
de Valladolid es la misma que, hace un año, solicitaba y conseguía el perdón para un director de oficina bancaria
que había robado 30.000 euros a un cliente. Entre los indultos solicitados por
la Cofradía este año también se encuentra el de Ángeles Martínez, una mujer condenada
a ocho años de cárcel en 2010 en Venezuela. Los agentes de la
autoridad del Aeropuerto Simón Bolivar encontraron más
de 12 kilos de cocaína líquida en sus maletas, aunque ella alegó que la habían
engañado.
Don
Felipe besa el paso de Nuestra Señora de las Mercedes.
El rey
Felipe VI, el pasado lunes, no sólo asistió como espectador a las procesiones
de Semana Santa en Sevilla, sino que participó en ellas, bajando a la calle y
mezclándose con los cofrades y “cangrejeando”. “Llamó al palio” de una
cofradía, recibió y se puso una medalla de “hermano” de otra (o tal vez la
misma), presidió un “palquillo”, agarrado a una vara de “hermano mayor” besó un
paso. “En resumen –escribe Juan Antonio Aguilera en Ciudadanos@s–, bajó con los
peatones como un beatón más y se llenó los bolsillos de estampicas y medallas;
no hubiera extrañado verlo saludar al buen don Guido, muy serio, camino de otro misterio. Con Felipe VI, un
flipe vi: fue muy insólito para
propios y extraños, pues ni su padre Juan Carlos, el Campechano (ehem, entre otras cosas)
llegó a tanto capillismo. Hemos visto a un rey de túnica, un
rey de capirote, aunque no llegara a ponérselos; tampoco se pone la corona.
Menos insólita fue su acostumbrada inclinación
ante unos faldones episcopales, en
este caso los de Asenjo, el arzobispo de Sevilla. En lo referente a
inclinaciones, desde Locomotoro no contemplábamos nada tan chiripitifláutico
(solo que Locomotoro no se doblaba, ni parecía necesitar obispo). Pero si
gugleamos un poco, encontramos informaciones que hacían el cangrejeo y el
chiripitiflautismo real más previsibles. Resulta que hace pocos meses, entre octubre y noviembre de 2014, en la Casa Real
hubo un frenesí cofradista, pues el rey aceptó ser ‘Hermano Mayor
Honorario’ de numerosas cofradías sevillanas. Las hermanas del rey son aquí
‘Camareras Mayores’, con lo que lo de ‘Hermandad’ cobra más sentido. Aunque me
pregunto qué pensará Elena al ver que ni en estos asuntos la tienen en cuenta
como ‘hermana mayor’, sino que la dejan relegada, en el ámbito cofrade, al sector servicios, rama de
hostelería”.
El Rey Felipe VI, el pasado lunes, en Sevilla, con los
cofrades de la Hermandad de la Redención en el
beso de Judas.
“Leemos, por cierto, que en 1994 los Reyes concedieron oficialmente a esta ‘Hermandad’ el título de ‘Real’, lo que la autoriza a poner una corona borbónica en su escudo. Recordemos que, a cambio, el nuevo escudo real sigue coronado por una cruz. En definitiva, vemos que lo que no debe hacer ningún cargo público, el más alto lo realiza con fruición. Bonito ejemplo. El ciudadano Felipe puede, a título privado, arrojarse a los pies de cada obispo si así lo desea; el rey Felipe, nunca. ¿Acaso ignora que ─nos guste o no─ representa simbólicamente al Estado? Y mira que empezó con algún detalle de mayor respeto a la aconfesionalidad estatal que su padre, pero enseguida inició eso del cangrejeo, en este caso yendo para atrás. Así que, lamentablemente, tenemos un nuevo ‘rey católico’… y ya íbamos bien despachados; de hecho, no podremos llamarle ‘el Piadoso’ porque ya lo fue su tocayo Felipe III. Que la máxima autoridad del Estado incumpla reiteradamente el mandato constitucional de aconfesionalidad de las instituciones públicas, insistiendo en gestos no sólo confesionales y devotos, sino hasta de sometimiento a la Iglesia católica, es muy reprobable. El rey persiste, mediante sus acciones, en su voluntad de no serlo de todos los españoles por igual (aunque en sus discursos afirme lo contrario). Si ya la monarquía parece poco compatible con la democracia, al violarse radicalmente el principio de igualdad, ¿qué decir si encima estamos ante una monarquía confesional de hecho?”.
Un nazareno de la Hermandad del Baratillo pasa
junto a la plaza de toros de la Real Maestranza.
“A mediados de enero –escribía Javier
Caraballo, en el artículo “Podemos,
Semana Santa y estupidez”, publicado en El Confidencial–, nada más comenzar el día, con las primeras
lenguas inflamadas, fue el propio autor del incendio quien se apresuró a
intentar apagar las llamas, temeroso de que aquello se pudiera propagar. Pero
ya era tarde, claro; la chispa fortuita ya no le pertenecía, y un fuego
pavoroso estaba a punto de arrasar todas las redes sociales. ‘Podemos quiere
quitar la Semana Santa de
Sevilla’. ¿Cómo dices? Lo que has oído… Tan exponencial fue la propagación que incomodaba hasta la
aclaración del autor de aquella entrevista a
la nueva dirigente de “Podemos” en
Sevilla, Begoña Gutiérrez. En un tuit, el periodista, Juan Miguel Vega,
aclaraba que la pregunta de la Semana Santa se la había hecho ya al final de la
entrevista, en tono de broma, y que la dirigente de ‘Podemos’ contestó
igualmente con risas. Es decir, entre risas, debemos calcular el siguiente
diálogo:
- ¿Es verdad
eso de que si ‘Podemos’ gobierna prohibirá la Semana Santa?
- En Podemos todo lo decidimos los ciudadanos y
los ciudadanas. Si se llegara a plantear esa cuestión, serían ellos quienes lo
decidirían”.
“Lunes Santo –escribe el humorista Leo Bassi–… Cuando Jesús
sacó del Templo de Jerusalén a los mercaderes y banqueros... ¡¡La Casta como se
dice hoy!! Y
todo este gobierno PP de Rajoy, lleno de ladrones y
corruptos, amigos de los banqueros mafiosos se dicen... cristianos. Van a la
procesiones para honorar el ¡inventor de los Escraches! Si Jesús viviera hoy sería en este momento detenido por
Cifuentes, quien le aplicaría la Ley Mordaza”.
Nazarenos con
capirotes blancos de la Semana Santa.
La Cuatro reconoce que tres millones de cofrades
participaron en la Semana Santa con sus cofradías, más de 10.000 en toda
España. Las procesiones vivieron una profunda crisis en los años 60 y 70, pero
se han recuperado con “una vitalidad asombrosa”. Fermín
Labarga, profesor de la Universidad de Navarra y delegado diocesano de
Cofradías y Hermandades de La Rioja, explica que, durante los últimos 25 años,
la Semana Santa y las cofradías en España disfrutaron su “edad de plata”
gracias al número de personas que conforman las hermandades, al arraigo y al
incremento del patrimonio artístico. Para el profesor son “patrimonio
inmaterial de la humanidad”. En todo
caso, las cofradías españolas atravesaron una crisis porque fueron “unos años
de transición en todos los sentidos” pero, después, la gente volvió a recuperar
sus tradiciones, recobrando las procesiones “una vitalidad asombrosa”. Labarga
apunta que mucha gente joven se acerca a ver los Pasos. No obstante, advierte de que el hecho de que muchas personas
vayan a ver las procesiones no significa que estas personas vayan a misa todos
los domingos. “No podemos engañarnos”, avisa el experto, quien subraya que
España está viviendo en estos momentos “la Semana Santa de la sociedad
secularizada”. Según matiza, si no fuera por estas procesiones, hoy en día, el
contacto con la Iglesia de mucha gente sería muy escaso. Al principio, eran
procesiones “muy sencillas” en las que participaban dos tipos de hermanos, los
de disciplina, que se flagelaban como una prueba de su devoción, imitando la
Pasión, y los hermanos de luz, que iban con antorchas. Normalmente, solo se
llevaba un crucifijo y no será hasta mediados del siglo XVI cuando se vayan
incorporando imágenes como el Cristo crucificado, el Nazareno y, más tarde, los
grandes Pasos, representando escenas completas de la Pasión. Para este experto,
el motivo de que en España hayan tenido más arraigo puede encontrarse en “la
forma de ser de los españoles”, en el “temperamento hispano”. En este sentido,
algunos pensadores atribuyen este arraigo al hecho de que el pueblo español
está “muy obsesionado con la muerte” y “la muerte de Cristo es el paradigma de
toda muerte, que se supera a sí misma por la Resurrección”.
Nazarenos con capirotes morados de
la Hermandad de la Sangre durante su estación de penitencia por las calles de
Córdoba.
Nazarenos ondeando el estandarte con la cruz
celta nazi.
No sólo la simbología franquista
adorna las procesiones que recorren nuestro país. Existen en la imaginería
católica de Semana Santa incluso estandartes con símbolos nazis. Es el
caso de la Hermandad de las Angustias en Ciudad Real que, debido a su origen,
fundada en mayo de 1943 por excombatientes de la Guerra Civil del bando
golpista y la División Azul, portaba un estandarte con una cruz celta nazi. Y,
cada Viernes Santo, sus huestes salían en procesión por las calles de la ciudad
castellano manchega con este estandarte que luchó en la Unión Soviética junto a
la Wehrmacht de Adolf Hitler. A su vuelta, algunos
divisionarios y excombatientes del bando franquista fundaron la Cofradía y el
estandarte salió en procesión desde 1949, tal y como anuncia la propia web
de la Hermandad. Junto al yugo y las flechas (símbolo de los Reyes Católicos,
Isabel y Fernando), se puede observar una cruz
de hierro sobre la bandera española, distintivo que es exactamente igual al de la División 250,
excepto por una única
diferencia: la esvástica que la hermandad no se refleja en su escudo. Fue sustituida
por una cruz cristiana de fondo.
Durante largos años, asociaciones
como Foro por la Memoria en Castilla-La Mancha se quejaron de
la simbología fascista
que recorría las calles de Ciudad Real, recordando además que 106 vecinos de la ciudad fueron asesinados en
los campos de concentración nazis de Güsen y Mauthausen durante la II guerra
mundial. Hasta que, en 2013, el estandarte dejó de salir en procesión gracias a
las quejas de dichas asociaciones y el obispo se vio obligado a pedir que retiraran
el mismo. La exigencia del obispado provocó la crítica furibunda del presidente
de la Junta de Hermandades, que le acusó de haber hecho caso “a miembros de la
izquierda desnortada, trasnochada y anticatólica de nuestra región”. Después de
la Segunda Guerra Mundial, entre los miembros de la División Azul, era
costumbre donar sus cruces de hierro ganadas en combate a las vírgenes de sus
ciudades o pueblos para que las llevaran en sus mantos. Son ejemplos de esta
práctica el manto de la división azul que porta la Virgen del Pilar cada diez
de febrero en conmemoración de la batalla de Krasny Bor.
La presencia de esta simbología en las procesiones de Semana Santa de estos
días es una muestra más del camino que le queda a España por recorrer en la
justa reparación de las víctimas del franquismo.
En 1991, The Face, hoy desaparecida revista estadounidense,
encargaba un reportaje fotográfico a Pierre Winther para unas firmas de moda. Y
no tuvo otra ocurrencia más oportuna que enviarlo a la Semana Santa de Sevilla
por la semejanza de los capirotes que llenaban las calles con los gorros del Ku
Klux Klan.
Winther fue felicitado por su trabajo, pero los editores de
la revista consideraron que esas fotografías podrían ser demasiado provocativas
en los Estados Unidos, por lo que nunca se atrevieron a publicarlas, aunque
algunas de ellas siguen colgadas en las paredes de la sede de la publicación.
El fotógrafo decidió recientemente hacerlas públicas.
Capirotes rojos de la Semana
Santa.
“Por suerte –sostiene David Torres
en su artículo ‘Cristianismo hasta el fondo’, en Público.es– somos un país
aconfesional, porque si fuéramos un país católico, apostólico y romano,
seguiríamos quemando herejes en las plazas. En ningún momento del año es tan
visible este ADN inquisitorial como en la Semana Santa, porno duro clesiástico, fist
fucking con lanza, una orgía de sangre y de latigazos
que eleva el sadomasoquismo al rango de orgasmo patriótico. Hace falta estar
muy mal de la cabeza para haber transformado el mensaje de paz y amor del
cristianismo en un culto caníbal, violento y obsceno, que no sólo se escenifica
en todas las ciudades y pueblos de España sino que además es obligatorio para
niños de todas las edades. ‘Cristo murió por ti’ dicen, y el pobre chaval,
acongojado y culpable para siempre jamás, se pregunta qué cojones habrá hecho
él, si fue por no estudiar lo suficiente (o por pisotear tres hormigas, o por
mirarle las bragas a la vecina según sube la escalera) que ese pobre hombre
lleva condenado durante dos milenios a soportar los pecados del mundo y
aún tiene fuerzas para cargar con una tanda de travesuras infantiles. Durante
la Semana Santa, diversas Cofradías y Hermandades repartidas por toda la
geografía patria solicitan indultos a criminales, estafadores y banqueros que
el Consejo de Ministros concede graciosamente en nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo. ‘¡Jesús os ha liberado!’ es la fórmula tradicional para
estas indulgencias, como si el ministro del Interior fuese una metonimia
santificada, el dedo gordo de Dios, o más bien como si Cristo fuese Houdini
haciendo trucos con la ganzúa del BOE. En las calles (las mismas calles donde
la policía esposa y detiene a un inofensivo anciano en bicicleta porque lleva
una pancarta de protesta) el tráfico se para y cede el paso a procesiones
medievales en las que se ensalza el sufrimiento, la sumisión y la obediencia. Alaban
al Cordero de Dios pero olvidan al hombre que dijo que no venía a traer la paz
al mundo, sino la espada, y que haría que el hermano se levantara contra el
hermano y el padre contra el hijo. Glorifican al hacedor de milagros pero
arrinconan al Cristo furibundo que echó a los mercaderes del templo a patadas,
el Cristo amigo de las putas, los leprosos y los mendigos. Al fin y al cabo, la
Semana Santa supone una representación en bucle de la hipocresía y la estupidez
humanas: los hooligans que
ensalzaron su llegada a lomos de un borriquillo el Domingo de Ramos fueron los
mismos mamarrachos que prefirieron indultar a Barrabás, un salteador de
caminos. Como si lo hubieran crucificado en España”.
En Verges (Gerona) destaca por su
aspecto macabro La Danza de la Muerte, la única de tradición macabra que se
conserva en Europa.
Miles de laicos salieron en procsión en L'Hospitalet.
Miles de personas participaron en
la procesión de Viernes Santo organizada por la Cofradía 15+1 de L'Hospitalet
de Llobregat. Sus procesiones se caracterizan por no contar con la presencia de
la Iglesia, al estar organizadas por una entidad cultural y presididas por
responsables del ayuntamiento, en representación de la ciudad, y peregrinan
hasta un hospital, en lugar de hacerlo a una iglesia. Todas estas
características le han valido el calificativo de “laicas”, aunque sus
responsables mantienen que las procesiones están marcadas por el respeto y la
creencia y tienen la finalidad de narrar la pasión, muerte y resurrección de
Jesucristo.
Calanda se entregó una vez más
a su Tambor Guerrero.
“Como
todos los niños y adolescentes de mi generación –escribe Pedro Luis Angosto en ‘Semana
Santa, qué cruz!’, publicado en Nueva Tribuna–, yo también fui educado en el
nacional-catolicismo pese a ir a una escuela pública, entonces daba igual, hoy
casi también. Un crucifijo en el centro, Primo de Rivera a un lado, Franco,
Caudillo de España, al otro. Maestros depurados y otros de Falange, curas y
monjas por todos lados, a todas horas, para la doctrina y lo del infierno, niños en el pabellón de la derecha, niñas en
el de la izquierda. Ningún contacto, pecado mortal. La Virgen
del Pilar, el día de los Santos, las ánimas benditas del Purgatorio, la
Inmaculada, San José de Calasanz, el niño pobre, la Candelaria, San Blas, la
Cuaresma y luego la Semana Santa. (…) Tenía cinco, siete, nueve, diez, doce
años y lo que mejor había aprendido en la escuela era a saber que la vida era
un valle de lágrimas, sobre todo cuando me hablaban de Dios y su corte
celestial. Era negra, muy negra la doctrina y quienes la impartían, pero si hay
algo que recuerdo con profundo espanto de aquella escenografía tenebrosa es la
Semana Santa (…) El cine cerrado, la tele tapada, los bares bajo cuatro
candados, ayuno obligado que mi abuela se saltaba a escondidas dándonos onzas
de chocolate con pan o torradas de vino y azúcar, sin que nadie se enterase ni
siquiera Dios. Eso sí, llegaba el domingo y las campanas sonaban, repiqueteaban
como si fuese el fin del mundo, madre nos despertaba dando aleluyas a la
resurrección del Señor y nos íbamos a la huerta a hincharnos a habas crudas,
con dos cojones. (…)
Tamborada
de Hellín.
“La
Semana Santa se convirtió en seña de identidad de cientos de pueblos y
ciudades, los equipos de fútbol en algo más que un club, y los toreros en
ídolos de masas gracias a los programas del corazón de tonadillera. Las fuerzas
del pasado habían logrado tejer una inmensa tela de araña que como nunca antes,
impregnaba todos los ámbitos de la vida pública, llenando los callejeros de
todo el país –como otrora– de nombres de curas, mosenes, festeros mayores,
papas, pregoneros y mártires de la causa. Más de la mitad de las calles de todo
el país están dedicadas a profesionales del catolicismo, militares, prominentes
festeros o panegiristas… Hoy, gracias a Dios, la Semana Santa es otra cosa, y,
la mayoría de la población, siempre que tenga dónde vivir, qué comer, y con qué
pagar la luz y el agua, toma ese periodo del año como algo lúdico, bien viajando,
bien compartiendo unos días con amigos y familia, bien acudiendo a ver santos
flagelados y vírgenes torturadas o quedándose en casa a escuchar las consignas
doctrinarias que cada día emiten las televisiones del régimen en telediarios,
series, transmisiones deportivas y programas deformativos de la más diversa
índole. Sin embargo, las calles siguen ocupadas durante semanas por costaleros,
pasos, santos, trompetas, tambores, legionarios, beatos y políticos del pasado
cogidos del brazo con los que se decían laicos y venían para cambiar las cosas.
Como tantas veces ha dicho el teólogo Juan José Tamayo, la fe es algo personal
e íntimo que nada tiene que ver con la religión en las escuelas ni con los
santos en las calles. Entre tanto, mientras el país se desangra a manos de
quienes simulan emoción ante un paso, un gol del Madrid –que también es algo
más que un club– o una “faena” de Ponce, la tela de araña urdida por los
hombres del pasado sigue creciendo, ahora bajo el imperio de la televisión y
los periódicos del pensamiento único por la gracia de Dios y las nuevas
tecnologías del onanismo perpetuo. ¡¡¡Qué cruz!!!
Antonio
Pelayo durante su sermón en Valladolid.
Antonio Pelayo, periodista y
sacerdote, arremetió, durante el sermón del pasado Viernes Santo, contra los
políticos corruptos y contra los clérigos que “se atreven a violar las
conciencias y los cuerpos de niños y adolescentes”. Ante miles de personas, en
la Plaza Mayor de Valladolid, el religioso
predicó el tradicional sermón en un acto en el que coincidieron las veinte cofradías de la
ciudad y que contó con la asistencia del ministro del Interior, Jorge Fernández
Díaz, y de la ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel
García Tejerina, entre otras autoridades. “Esos políticos corruptos y
corruptores que anteponen su codicia a la búsqueda del bien común, los que
halagan los más bajos instintos con la demagogia y el populismo, olvidándose de
que la verdad no puede ser ni tergiversada ni camuflada, los que sólo buscan el
poder para servirse de él y no para servir al pueblo del que provienen
–denunció Pelayo– no saben lo que hacen.
No saben lo que hacen –y esto sí que es aún más alarmante– los clérigos (y yo
el primero), cegados por la ambición, la búsqueda del poder y la avaricia del
dinero; los que se atreven a violar las conciencias y los cuerpos de niños y
adolescentes; los que cargan los hombros de los demás con yugos que ellos
mismos no son capaces de soportar”. Antonio Pelayo, que, además, es
corresponsal en Roma y en el Vaticano de Antena 3 y de la revista Vida Nueva,
mostró su “emoción” al encontrarse en el púlpito instalado en la Plaza Mayor de
Valladolid, ciudad en la que nació en 1944, y rodeado por siete pasos con
cristos tallados. En declaraciones posteriores a los periodistas, el ministro
del Interior calificó como “muy emocionante” el sermón pronunciado por Pelayo y
aseguró que le había llegado “no solo a la cabeza, también al corazón”. Por su
parte, la ministra Isabel García Tejerina se refirió al sermón como “una
lección que nos ha conmovido” y agradeció que ayude a los políticos “a
reflexionar” y a “estar al servicio de los demás” cuando se ocupan cargos
públicos.
Últimos fotomontajes: El PP de Semana Santa, Una Semana Santa en diferido, El listo del gran PPoder, Las frases chachis de la peña puntera, En busca de la esperanza perdida y Los costaleros de la cofradía de Tele
Circo, que sacaron a pasear a Nuestra Señora de la Vergüenza.
Semana Santa en clave de humor,
por El Roto, Peridis, Fritz, Ferrán, Forges, José Julio, DFaro, Julián Rivera,
José Orcafo, Don Adis, J. R. Mora, Guille, Malagón, Sanson, Muriel …
Desde Mallorca, Pep Roig: Mi
reino por una foto, Cofradía del Gran
Poder, sin Cristo, La hora de la mentira, El abrazo electoral (Esperanza abraza
a una mujer negra en plena calle, entre cámaras de televisión y fotógrafos) e
Insólitos en la campaña.
Hoy recordamos la película de los Monty Python: la Vida de Brian. Es el tercer largometraje de grupo, presentado en 1979. La historia trata de un judío que nace el mismo día que Jesucristo y varias veces es confundido con él. Con canciones clásicas de los Python como «Always Look On The Bright Side Of Life» (Mira siempre el lado positivo de la vida), cantadas por un coro de crucificados, la película es, junto con “Los caballeros de la mesa cuadrada”, la más exitosa de Monty Python. La vida de Brian fue un éxito de taquilla y recibió críticas muy positivas, siendo considerada por varias revistas especializadas y cadenas de televisión como “la mejor película de comedia de todos los tiempos”.
Estampas profanas de la Semana Santa. “La Semana Santa –escribe Qaesar en El Ventano, bajo el título: ‘La cofradía del Santo Gusanillo desfila en la Semana Santa de las Hormigas’.– inunda pueblos y ciudades de España, con una intensidad que crece sin que nadie sepa dónde están los límites. Porque la devoción a estos rituales procesionales ha empezado a empapar el espíritu de seres inferiores sin que los científicos encuentren las causas de este fervor irracional... Y frente a la alegría ligera de las hormigas en el campo, el peso de cutre en las calles...”
El origen de La Danza De La Muerte se remonta al siglo XIV, cuando la Peste Negra se cebaba en los habitantes de Verges, presuntamente por castigo divino, un pueblo hasta entonces poco apegado a los ritos religiosos. Como desagravio, los supervivientes iniciaron esta curiosa costumbre, enmarcable en una tradición difundida por toda la Europa medieval como símbolo del inevitable destino del hombre ante la muerte, sea cual sea la clase social a la que pertenezca.
El origen de La Danza De La Muerte se remonta al siglo XIV, cuando la Peste Negra se cebaba en los habitantes de Verges, presuntamente por castigo divino, un pueblo hasta entonces poco apegado a los ritos religiosos. Como desagravio, los supervivientes iniciaron esta curiosa costumbre, enmarcable en una tradición difundida por toda la Europa medieval como símbolo del inevitable destino del hombre ante la muerte, sea cual sea la clase social a la que pertenezca.
Terminamos ya con este vídeo grabado el 19 de no noviembre del 2013. Un grupo musical gallego llamado Fanfarria Taquikardia protagonizó la primera historia de una procesión hereje, interpretando varias marchas en una procesión del santo patrono del pueblo. Les dicen que toquen lo que quieran ellos y, acto seguido, interpretan dos marchas. Sólo que una era “A las barricadas” y la segunda de la serie, “El coche fantástico”. Nadie se dio cuenta mientras sonaron. El cura, cuando oyó las marchas, se quedó flipado, pero dicen que no se molestó. Al contrario, porque era antifranquista. De hecho, estuvo vigilado, entre otras cosas, por ser uno de los primeros curas en dar misas en gallego. Aunque no parece muy contento al despedirse del grupo.
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