sábado, 25 de abril de 2015

La supuesta comisión del rey de España en el petróleo.



Roberto Centeno, catedrático de Economía, explica, en “Radio 3W”, el expolio del monarca español, Juan Carlos I, en las arcas públicas. Según Centeno, en una entrevista realizada el 12 de diciembre del 2014, el ex monarca, su amante Corinna y su amigo, Manuel Prado y Colón de Carvajal, percibieron una comisión de entre “uno o dos dólares” por cada barril de petróleo que compraba el erario público de España en los países árabes. El catedrático no tuvo pelos en la lengua a la hora de reconocer que él estaba al tanto de las cuantías de tales comisiones, porque una de sus funciones era la de pagar los suministros de petróleo por su responsabilidad de consejero delegado en CAMPSA. Debido a la “intermediación” de Manuel Prado y Colón de Carvajal, por encargo de Juan Carlos, España pagaba el petróleo más caro, ya que ambos se llevaban una suculenta comisión.

“La cifra –declaró Centeno– no la recuerdo exactamente, pero había un sobrecoste. Al comprarlo directamente –estábamos hablando de treinta y tantos dólares de aquellos años–, si le ponemos la inflación, ahora no sé cuánto saldría. Desde luego, el doble o el triple -… Pero, en fin, había comisiones que podían oscilar entre 1 y 2 dólares por barril y eso es una barbaridad por la cantidad de barriles de petróleo que caben en un superpetrolero. Uno de 200.000 toneladas lleva entre 1.400.000 ó 1.600.000 barriles. Un petrolero le podía producir en aquel momento un beneficio de 2 millones de dólares del año 1979. Y eso son palabras mayores”.

El catedrático Roberto Centeno tenía el objetivo, como función otorgada directamente  por el Consejo de Ministros, de obtener petróleo al precio más barato posible,  debido a la carencia española de suministros energéticos, con los consiguientes riesgos de desabastecimiento y colapso. Para facilitar su tarea, Centeno dice que recurrió al embajador en Kuwait, Fernando Schwartz. Y describe sus atribuladas gestiones con él. La operación de compraventa estaba hecha hasta que se mezcló en ella un siniestro personaje que venía de la Casa Real española y que, con el tiempo, llegaría incluso a pisar la cárcel por corrupción, amontonándose en los juzgados sus procedimientos judiciales. Centeno preguntó al ministro de Hacienda, Francisco Fernández Ordóñez, quién era ese personaje que tenía poder suficiente para impedir una transacción petrolífera del Estado, o para encarecerla con sus comisiones ilegales. “Entonces [Fernández Ordóñez] se me quedó mirando con profundo asombro y me dijo: ‘Pero Roberto, no me fastidies. ¿Que tú no sabes quién es Manolo Prado? ¡Pero tú eres un pardillo! Sabrás mucho de petróleo pero no tienes ni idea de cómo funciona este país’.

     “Pues explícamelo tú”, le dije. Y me respondió: “Manolo Prado es la única persona que tiene derecho a comprar petróleo en Arabia Saudita y los Emiratos“.

      Patidifuso ante la confesión de Fernández Ordóñez, Centeno añadió: “Paco, según lo que tú me estás contando, por razones que ignoro, hay un señor que tiene reservado ese chiringuito. Explícame entonces dónde voy a buscar yo el petróleo que España necesita. ¿Se lo pido al ayatola Jomeini, por ejemplo? ¿Qué crees tú que pasaría si me fuera a Teherán y le pidiera que me diera un barco de crudo?”  Y Fernández Ordóñez le respondió: “Eso me lo tenías que haber dicho”.

Obviamente, la operación se truncó y Manuel Prado y Colón de Carvajal fue quien la llevó a cabo. Una operación infinitamente más costosa para el erario público español, con suculentos resultados para el monarca y sus intermediarios.

En el año 2012, The New Cork Times estimaba que la fortuna del rey de España  era  de 1.800 millones. A 
tenor del presupuesto que recibe anualmente del erario público, que oscila entre siete y ocho millones, cuesta entender que el monarca aparezca en las listas de personas más ricas del mundo. Pero, como la actual legislación no obliga al rey a revelar su patrimonio, cualquier intento de sacar el fondo de esta cuestión, en el fondo resulta, y muy probablemente seguirá resultando, estéril.


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