jueves, 30 de abril de 2015

Mi convivencia con los gatos.

Tu gato no sólo es una bola de pelo suave y achuchable; también es perfecto para tu salud.

Estudios científicos demuestran que tener gatos es bueno para la salud. Ellos pueden ayudar a prevenir alergias en los niños, a evitar infecciones respiratorias, a mejorar el estado de ánimo e incluso a aumentar la autoestima. Me entero de estas conclusiones después de haber convivido parte de mi vida con ellos. En los últimos veinte años, he llegado a tener una treintena en mi propia casa, como si formaran parte de mi familia. En la actualidad sólo ocho viven conmigo.

Un artículo aparecido en El Huffington Post me ha confirmado lo positivo de esta experiencia. Dice que convivir con ellos mantiene el corazón sano. Según un estudio realizado en 2008 por investigadores del Instituto Stroke de la Universidad de Minnesota, los dueños de gatos tienen menos probabilidades de morir de un ataque al corazón. Tras monitorizar a casi 4500 personas (tres de cada cinco participantes tenían gato) durante un período de 10 años, los investigadores pudieron determinar que los dueños de gatos experimentaban una reducción del riesgo de muerte por ataque al corazón del 30% en comparación con los participantes que no tenían gatos. Otro estudio de 2009 también llega a la conclusión de que tener gatos está asociado a una disminución del riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares. Ellos tienen un espíritu de resiliencia (capacidad de las personas de sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas) y, probablemente, sepan mejor que nosotros que los errores no nos incapacitan para conseguir el éxito que ambicionamos a largo plazo. Por algo se dice que tienen siete vidas”.

Los estudios señalan que el ronroneo de los felinos ayuda a reducir el estrés, así como la tensión arterial. Además, al ronronear, producen vibraciones de entre 20 y 140 hercios, una frecuencia considerada beneficiosa para una gran variedad de enfermedades, según la Scientific American. “Evidentemente llevan una vida mucho menos estresante que sus homólogos humanos, pero eso no nos impide alabar su capacidad innata para mantener perfectamente la calma, a veces durante horas, y apreciar el momento presente. Desde su codiciado puesto sobre el alféizar de la ventana hasta su lugar reservado sobre la estantería, ven pasar el mundo con tranquilidad. También nosotros podemos cultivar  la interminable lista de beneficios de la meditación  si decidimos seguir su camino”. Además, si los animales pudieran hablar, el perro sería un tipo bocazas, pero el gato tendría la elegancia de no decir nunca una palabra de más. Y, a diferencia de sus enemigos-amigos caninos que se lanzan a la mínima oportunidad para salir corriendo por la puerta, para cazar la pelota por el pasillo o para devorar la bolsa de chuches derramadas por la cocina, “los gatos tienden a elegir sus batallas con mucho más cuidado. Se toman más tiempo para observar, pensar y ponderar antes de decidir si la atracción de ese momento realmente merece su atención. Se mueven con más intención cuando escalan alturas aparentemente imposibles y encuentran la forma segura para bajarse de ahí después. Son reflexivos, estrategas y deliberados: justo los rasgos que sus dueños valoran y que les encantaría dominar”.

Además, los gatos pueden ayudar a personas con autismo a comunicarse. Un estudio realizado en Francia, en 2012, analizó a 40 niños autistas y a sus mascotas y descubrió que los niños se sentían más tranquilos y podían socializar con más facilidad que los que no tenían mascota. Relacionaron este cambio con un incremento de producción de la oxitocina, una hormona que puede ser generada al acariciar a los gatos y que aumenta los sentimientos de confianza y amor. “La relajación de acariciar a un gato en tu regazo  -dice el artículo publicado originalmente en The Huffington Port–,no sólo apacigua tu estrés. Se sabe que esa compañía tangible mejora el estado de ánimo y sirve como distracción positiva para los que luchan contra los trastornos de la depresión. Más allá de su compañía, las mascotas contribuyen a seguir una rutina, mantener la responsabilidad y la actividad social en días que nos costaría más hacerlo. Aunque todas las mascotas nos pueden ayudar a superar una depresión, los gatos son especialmente tranquilos y pacíficos, y estas características pueden ser contagiosas para sus dueños”.

¿Me pregunto qué ruido produce mejor sensación que el ronroneo de un felino, animales que sustituyen la sensación de soledad por un amor incondicional. “Son, a veces, quienes mejor saben escuchar después de un día complicado, y su cara, cuando cruzamos la puerta, nos recuerda que siempre hay alguien emocionado por vernos”. Según investigadores de las Universidades de Miami y Saint Louis, las mascotas pueden cumplir las necesidades sociales de una persona al igual que la compañía de otros humanos.  Y, como dice Charles Dickens “Qué mejor regalo que el amor de un gato”. 










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