La Feria del Libro, las dudas de P. Sánchez, sus halagos a la corona y “yo también silbo al rey”.
Este fin de semana, la Feria del
Libro de Madrid se llenó del mismo público que ha dejado morir librerías al
ritmo de dos diarias. Una ciudad con más de cinco millones de habitantes se
permite la paradoja de cerrar definitivamente sus librerías pero reúne cada año
en el Retiro una muchedumbre que recorre sus casetas. “Es una triste paradoja –escribe
David Torres– constatar que a esta clase de turista de la letras (llamarlo
lector sería excesivo) le atraen más los gentíos, el polvo, las casetas, el
polen y los árboles del Retiro que los libros y su comprensión. Al fin y al
cabo, es la clase de lector buscado e instigado por los grandes grupos
editoriales, el lector que no lee libros habitualmente, que los busca por su
cara en lugar de por su prosa. Por eso la inmensa mayoría del público que acude
al Paseo de Coches del Retiro va husmeando de caseta en caseta, repasando los
carteles de las firmas y comprobando si la foto coincide con el señor o señora
que en ese momento está sentado, sosteniendo un bolígrafo e intentando no
parecer un mono. Los buenos editores saben que no hay mucha diferencia entre un
librero y un escritor, a menos que el escritor haya pasado previamente por
televisión. En cambio, el inmenso público lector no lo sabe, y de ahí que
abunden esas confusiones tan graciosas que son la sal y la pimienta de tantas
crónicas sobre la Feria del Libro. Cuando estaba de moda una serie de libros
infantiles titulada “Pesadillas”, un grupo de chavales se acercó a Luis
Goytisolo y le preguntó: ‘¿Tiene usted
Pesadillas?’ Estupefacto, Goytisolo respondió: ‘No, ¿por qué? Yo duermo muy bien’.
Es inevitable pensar en las bienaventuranzas al ver las tremendas colas de
fieles que aguardan pacientemente horas y horas para conseguir la firma de un
famoso o un tertuliano y al lado un poeta insigne o una gran novelista
triangulando la caída de las hojas y el vuelo de las moscas”.
También yo participé, un par de
veces, sin pena ni gloria, en la Feria del Libro como escritor y al lado de un
librero. Pero nunca conseguí las colas que los escritores más conocidos tienen,
gracias su participación en tertulias televisivas y por el hecho de atraer a un
público más movido por la publicidad que por lo que, en el fondo, cuentan en
sus libros. Firmar una dedicatoria en las primeras páginas de un libro es un
objetivo que nada tiene que ver con la lectura y comunicación del mismo. Luego,
cuando llegó la crisis de ventas que tanto influyó en la crisis de editores,
seguí escribiendo libros –una decena de ellos he llegado a escribir si que haya
conseguido que un editor se haya interesado por ellos. Y ahí están ellos,
muertos de risa, en mi alcoba mientras pasan estos y otros cracs– que hundieron
mis sueños en la miseria–. Pero cada vez que se acercó el verano, seguí
asistiendo, bajo los primeros calores,
al Retiro, en donde la Feria del Libro me ha mostrado los libros
publicados que me han interesado, y, en cada ocasión, me he comprado algunos,
no más que el número de dedos que tiene mi mano izquierda. Los de la derecha
nunca consiguieron formar parte de los que también interesaban a mi corazón
pero que eran vetados por mi bolsillo. Así que, entre libros interesados por mi
intelecto y los rechazados por mi presupuesto, me hice con unos cuantos que
logré leer, pero otros, ni el tiempo ni mis apetencias literarias permitieron, varios años más tarde, ojear y,
menos aún, hojear y conocer a fondo. Aunque confío en hacerlo antes de que me encuentre de cara con la muerte. Pero sí
he comprobado cómo a los libreros, la Feria les sigue importando sobre todo por
el negocio que llevan entre manos. Un negocio duro y arriesgado, que pasa a
menudo del lujo a la agonía, siempre dependiendo del gusto y arbitrariedad del
lector.
“A nadie se le escapa que –sigue
escribiendo David Torres–, entre el alquiler de las casetas y de los tenderetes
de refrescos, el verdadero negocio no es tanto para los libreros como para el
Ayuntamiento. Por otra parte, diecisiete días para mostrar el panorama
literario actual (con el ochenta por ciento de las casetas repitiendo el mismo
catálogo de novedades) y miles de escritores de todo pelaje, resulta
ciertamente excesivo: los catalanes hacen prácticamente el mismo negocio en un
solo día. (…) Muchos años después, pongamos que quince o veinte, cuando
trabajaba en Altaïr, en una de mis primeras ferias como librero, regresaba de
comer con unos colegas y vimos a don Antonio Gala camino de su firma. Andaba muy despacio,
acompañado de su séquito, mientras el gentío se iba abriendo a su paso como las
olas del mar Rojo, retirándose ante Moisés y los israelitas. Gala, el cuello
erguido, el bastón quieto en una mano, caminaba con tal sutileza y distinción
que daba la impresión de flotar sobre el asfalto recalentado del paseo, o mejor
aún, de que lo llevaran a hombros como si fuese un paso de Semana Santa. Detrás
de él, su secretario personal llevaba un cojín para ayudar al maestro a
sobrellevar las largas y trabajosas horas de firma. No sé si era el maquillaje
excesivo o la luz obscena de Retiro la que esculpía en su cara un apabullante
parecido con la Virgen del Rocío. Estaba tan borracho que no recuerdo si fui yo
o uno de mis amigos, pero en cualquier caso alguien levantó la mano y gritó: ‘¡Don
Antonio, espere, que le voy a cantar una saeta!’ ”.
Cartel
del dibujante e ilustrador Fernando Vicente para la Feria del Libro de Madrid.
Este año, los prolegómenos de la
Feria se repitieron. Pilar Gallego, presidenta del gremio de editores de
Madrid, se presentó a la 74ª edición con estas palabras: “Después de años de
decrecimiento, en este 2015, existen cifras esperanzadoras, refrendadas por San
Jordi, pero lo preocupante es el retroceso en la valoración social de la cultura
y el libro”. Abierta en el parque del Retiro, desde el pasado 29 de mayo hasta
el próximo14 de junio, la Feria del Libro constituye uno de los acontecimientos
culturales más importantes y populares del año, un impulso para recuperar ese
interés que se ha perdido por la cultura. Teodoro Sacristán, director de la
Feria, señala que este año será el primero sin Ana María Matute y confirma que
se recordará también a la escritora Carmen Martin Gaite, a los 15 años de su
muerte, así como al poeta orensano, José Ángel Valente y a Dámaso Alonso, de
quien también se cumplen los 25 años de su muerte. Los libros de éstos y todo el
fondo de las librerías están presentes a través de 368 casetas y 471
expositores. Una de las actividades destacadas es la presencia de Europa
Central como eco de la designación de la ciudad de Wroclaw (Polonia), Capital
Europea de la Cultura y Capital Mundial del Libro por la Unesco, por lo que
estarán presentes tres autores representativos de tradiciones literarias
diferentes: Adam Zagajewski, Andrezej Sapkowski y Olga Tokarczunk. Bajo el
título 'Las edades de la lectura', se desarrollarán tres encuentros:
'Imaginar', en el que Elvira Lindo dialogará con los pequeños lectores;
'Comprender', donde adolescentes entre los 15 y los 17 años tendrán la
oportunidad de hablar con Luis Landero, y Saber, que reunirá a Javier Marias
con lectores adultos. Se desarrollará una mesa redonda, que bajo el título
'Teresa de Ávila, tristeza y melancolía no las quiero en casa mía', reunirá a
Olvido García Valdés, José Luis Pardo y Javier Rodríguez Marcos. La relación
entre la literatura y el cine también tendrán su lugar en esta edición que cuenta con un cartel de Fernando
Vicente, una imagen de una mujer con un libro en el pecho atravesado por
una flecha, “el flechazo que recibimos de la lectura cuando nos atrapa”.
La reina Sofía, encargada de inaugurar la Feria del Libro de Madrid de este
año.
Como ya suele ser tradicional, la
reina Sofía inauguró la
Feria con un
recorrido matinal por las casetas del Paseo de Coches del Retiro, interesándose
por las últimas novedades editoriales y adquiriendo algunos libros de arte,
literatura e infantiles para sus nietos. Acompañada de Ana Botella,
una alcaldesa a punto de dejar definitivamente una Alcaldía que no conquistó
directamente con la fuerza de los votos, del director de la Feria, Teodoro Sacristán y de otras autoridades, la reina, gran
aficionada al arte, la música y la literatura, inició su andadura con poesía,
llevándose el número 900 de la colección Visor, así como 'Cerca de Cien', una
antología de la poeta Ida Vitale, el último premio Reina Sofía de Poesía
Iberoamericana. Adquirió
libros de ensayo y pensamiento, como 'El hambre', de Martín
Caparrós, 'Los libros y la libertad', de Emilio Lledó y 'Belleza sin ley', del
último premio Cervantes, Juan Goytisolo. Al entrar en el pabellón infantil,
habló con unos niños que estaban escuchando a un cuentacuentos. Y, en otras
casetas, adquirió libros
troquelados, como 'El corredor del laberinto', y algunos títulos de
Mortadelo y Filemón, incluído 'El tesorero'. Tras casi dos horas de recorrido, la reina
abandonó la Feria con un amplio equipaje de libros, entre ellos, el catálogo de
la exposición sobre Van der Weyden, del Museo del Prado, y las novelas 'El
amante japonés', de Isabel Allende; 'Misterioso asesinato en la casa de
Cervantes', de Eslava Galán; 'Como la sombra que se va', de Muñoz Molina y 'La
templanza', el libro más vendido del 2015, de María Dueñas. Una duda que me
corroe es saber si todos los libros adquiridos por la reina fueron pagados a
rajatabla, si hubo, entre ellos, algún regalo.Si todos los consiguió por la cara -que es lo mismo que decir por la corona-. Y, sobre todo, cuántos de ellos
leerá.
La reina Leticia, “de paisano” o de incógnito, en el Parque del
Retiro, comprando libros.
Por su parte, la reina Leticia,
antes de emprender su viaje oficial a Francia, acompañando al rey Felipe
VI, hizo también una visita en la Feria del Libro. Leticia es otra
lectora, dicen, que empedernida, con pasión por la literatura. Su afición por la lectura se ha puesto de manifiesto en
reiteradas ocasiones en sus 10 años como
princesa de Asturias y también en este último año como soberana. Sobre la una de la tarde del lunes, la reina
acudió “de paisano” o de incógnito al Parque del Retiro, donde se ubicaban
las casetas, y allí coincidió con la argentina Paula Gingins. Gingins, quien además
de periodista es también escritora. “En la Feria del Libro de Madrid pueden
pasar cosas como esta”, escribía Gingins en Twitter mientras mostraba su foto
con Doña Letizia. En la imagen se puede ver a la esposa de Felipe VI posando sonriente con gafas de sol y una
camiseta blanca de estampado. En la mano, llevaba varias bolsas y una
chaqueta color caqui. En esta ocasión, la llegada de Letizia al Retiro sirvió para saciar esa voracidad lectora que
siempre la caracterizó y que demostró el día que se anunció su compromiso con
el entonces Príncipe de Asturias al regalarle un ejemplar de El doncel de don Enrique el Doliente, de Mariano José de Larra, un clásico
de la literatura española. La visita cultural de Letizia se produjo solo unas horas antes de poner rumbo a Francia con el Rey Felipe. Este martes, los
soberanos cogían un vuelo con dirección a París para realizar esa visita de Estado que hace dos meses se interrumpió tras
la catástrofe aérea de la compañía Germanwings, en la que murieron 150
pasajeros, entre ellos 51 españoles. Letizia se detuvo en la caseta de Atom
Comics para hacerse con un ejemplar de Ángeles Fósiles (La Felguera Editores),
del británico Alan Moore, “un manifiesto en defensa del arte y la magia, una
llamada a las armas donde se dan cita sus héroes: Aleister Crowley y la
sociedad secreta ocultista del Amanecer Dorado, el mítico mago John
Dee, William Blake y la fuerza catárquica de las bandas de rock psicodélico”,
según la editorial. La compra de esta obra, cuyo autor es uno de las más
destacadas figuras de la
contracultura literaria actual y un declarado anarquista, sorprendió
mucho a los vendedores, que no daban crédito de la presencia real en su
'stand'. “No dimos crédito alguno a los primeros rumores, pero sí, queridos/as
amigos/as, lo más terrible,
finalmente, ha sucedido. Confirmado. Nuestra
imaginación no podía vislumbrar algo parecido. Esta mañana, la reina Letizia
Ortiz (...) ha comprado nuestro 'Ángeles Fósiles', de Alan Moore. Los testigos
(agentes secretos de esta editorial) aseguran que se fue sonriente, con su
ejemplar bajo el brazo”, escribían en su perfil de Facebook los responsables de
la editorial. La reina, cada vez que acude a la Feria del Libro, intenta hacerse con las novedades populares entre los lectores cultos. En
la caseta de la librería Muga todavía
recuerdan cuando en 2012, la consorte de Felipe VI se quiso
llevar Libertad, de Jonathan Franzen, considerada por muchos
la primera gran novela norteamericana del siglo XXI y donde, como bien dice su
título, la libertad es el hilo conductor. Así parece que lee Doña Leticia, con
mucha libertad.
Carmena
con
Lourdes Lucía, la editora de Clave
Intelectual.
Otros protagonistas que acudieron
el primer domingo a la Feria del Libro fueron la jueza Manuela Carmena y el
escritor Arturo Pérez Reverte. Manuela Carmena firmó ejemplares de su libro “Por qué las
cosas pueden ser diferentes. Reflexiones de una jueza”, un título que publicó el pasado año y
que podría considerarse el embrión de lo que hoy es un proyecto político. Un
libro escrito antes de dar el salto a la primera fila política y con el
que, según ha dicho, “empezó todo”. ¡Fue muy gracioso porque el año pasado, en
la Feria, hablando con la editora, las dos pensábamos en quién podía encabezar
una candidatura de progreso y ella me dijo que por qué no podía ser yo. Le
contesté que no, pero quizá ahí empezó
todo”, confesaba la líder de “Ahora Madrid” a los medios de comunicación
minutos antes de acudir a la caseta donde firmaba ejemplares de su libro. La
exjueza señalaba que es un libro “a favor del cambio personal” y sobre “cómo
éste genera el cambio social”. Sin embargo, Carmena manifiesta que, en el
título, también se ven reflejados sus pensamientos en torno a otros temas
como “la educación, el derecho, la imaginación o la cultura de las mujeres”. La
mujer que dentro de dos semanas puede convertirse en la próxima alcaldesa de
Madrid señala que este es un libro que tenía “muchas ganas de escribir”, algo
que pudo hacer después de que se lo propusiera su editorial, Clave Intelectual.
A lo largo de sus 288 páginas, Carmena repasa algunos ejemplos de cómo ha
luchado a lo largo de su vida contra la injusticia, la corrupción y la
burocracia, bien desde la lucha legal en un despacho de abogados laboralistas,
bien mediante gestos cotidianos como no utilizar los coches oficiales o
desplazarse en bicicleta por la ciudad. Por el momento, el texto ya va por su
tercera edición y, a tenor de la gran expectación que levantó la exjueza a lo
largo de la mañana en la Feria del Libro, muchos querían tener su firma
estampada en su ejemplar. Entregada y posando para todos los que pedían
una foto, firmó decenas de ejemplares y,
en muchos de ellos, dibujó una margarita a la que llama “la flor de la ilusión”,
o un soldadito para una joven que le dijo que su hermano era un rendido
admirador y soldado de profesión.
Arturo
Pérez-Reverte, firmando libros en una jaima.
Y el otro líder indiscutible de
la jornada fue el escritor y académico Arturo Pérez Reverte, quien, instalado
en una jaima especial al final del paseo de coches del Retiro, no ha parado
tampoco de firmar ejemplares de su último libro “Hombres buenos” (Alfaguara). Revete es un clásico de la
feria con colas interminables que lo convierten en uno de los escritores más
queridos por el público. A sólo tres días de la apertura de la Feria y en una
jornada en la que apenas se podía caminar por la cantidad de gente, los
libreros parecían estar contentos y
optimistas porque la Feria “ha empezado muy bien”, señalaba Diego Moreno,
de Nórdica editorial, del grupo Contexto, el mismo sentir incluso de aquellos a quienes este año les ha tocado el
peor sitio, el último del paseo: el editor Juan Casamayor, de Páginas de
Espuma. Y es que este fin de semana han desembarcado casi todos los
autores, los más mediáticos y los más literarios. Otro de los fenómenos de este
año –al margen de los que siempre tienen más tirón como los cocineros, Blue
Jean, María Dueñas o el Gran Wyoming– lo encarnaba Marwan, cantautor y poeta, con su libro “Todos mis
futuros son contigo” (Planeta). Un joven del barrio madrileño
de Aluche que arrastra a miles de jóvenes por sus letras, “sencillas y
diferentes”, como señalaba una de las chicas que hicieron cola durante horas
para ver a su ídolo. “Yo subía las escaleras de su cuerpo, ella se tiraba
de mi abismo. Hacíamos una buena pareja. Siempre nos encontrábamos a medio
camino de su caída y de mis ascenso...”, dice uno de sus poemas. Javier Marías,
Manuel Vicent, Rafael Chirbes, Luis Landero, Rafael Reig, Cristina Fernández
Cubas, Rosa Montero, Andrés Ibáñez, Andrés Newman, o Fernándo Marías fueron
otros rostros de la jornada, en la que también el escritor belga Jöel Dicker no
paraba de firmar ejemplares de su libro La verdad
sobre el caso Harry Quebert (Alfaguara), un fenómeno
mundial.
Como
libro curioso, retengo “¿Podría hacer pis aquí? Y otros poemas escritos por
gatos”. Es de Francesco Marciuliano y está editado por Lata de Sal, una editorial de
álbum ilustrado, especializada en dos colecciones: Vintage y gatos. Libro
recomendado para niños entre cero años y ciento y pico.
Las
dudas de Pedro Sánchez.
De espaldas a un Retiro repleto de escritores, de libros y de lectores,
en momentos de dudas sobre si conviene girar a la derecha o a la izquierda para
ganar poder territorial, Pedro Sánchez repite sin cesar en el terreno de la
política: “Somos la izquierda que atrae al centro”. El PSOE se dejó 672.264
votos con
respecto a las municipales de 2011. E, incapaz de absorber los 2,5 millones que perdió el PP,
se encuentra con la paradoja de que puede gobernar en seis comunidades
autónomas, cinco de ellas recuperadas,
gracias a la ayuda de Podemos. Pero
¿qué le ocurrirá al PSOE si Pablo Iglesias suma fuerzas con Alberto Garzón y ambos concurren juntos a las
legislativas previstas para fin de año con el acompañamiento de otras fuerzas
de izquierda y las mareas ciudadanas que, el pasado 24-M,
triunfaron, sobre todo, en Galicia? Al aglutinar a la izquierda radical, Pablo Iglesias puede convertirse en el centro de
gravedad de la oposición y Podemos acaparar toda la oposición al Partido Popular. “No es
lo mismo que nosotros seamos la muleta de Podemos que al revés”, dicen algunos
entendidos socialistas. Y, según José Félix, el Partido Socialista tiene en
estos momentos más votantes potenciales
en su izquierda inmediata (31%)
que en su derecha (22%), por lo que cualquier inflexión hacia una mayor
moderación daría lugar, a juicio del sociólogo, a mayores pérdidas de votos. De
ahí las dudas de Pedro Sánchez. Este tablero, según fuentes socialistas, puede
moverse de aquí a las elecciones generales si Podemos
consigue aglutinar en la misma lista a la mayoría de las fuerzas que operan
a la izquierda del PSOE y que, el pasado mes de mayo, obtuvieron un buen
resultado, mejor incluso que el de la marca Podemos en algunos territorios.
Recordemos cómo en la capital de España, 'Ahora Madrid’ conseguía, con Manuela Carmena de candidata, el 40% más de apoyos que
los que cosechó Podemos en esta ciudad para elegir al candidato a la comunidad.
Y las listas formadas a la izquierda del PSOE podrían también acceder a los
gobiernos municipales de Barcelona, Zaragoza,
Oviedo, La Coruña, Santiago y Cádiz. Siete
grandes capitales donde los socialistas, como mucho, ejercerán el papel de
muletas. “De ahí la obstinación de Pedro Sánchez –asegura Pedro Castaño, en Vozpópuli–
en repetir lo de ‘somos la izquierda que atrae al centro’ cada vez que se le pregunta por el
giro que puede protagonizar el PSOE para ganar poder territorial y, al mismo
tiempo, no morir de éxito en las elecciones generales. Detrás de la frase,
admiten fuentes socialistas, se esconden las dudas sobre si le conviene girar a
la izquierda o a la derecha, a la vista de la aspiración de Mariano Rajoy de copar el espacio de centro.
Otro sociólogo, José Juan Toharia, presidente
de Metroscopia, lo tiene claro. En su opinión, lo que pase en las
legislativas dependerá de cómo se gestionen ahora las alianzas postelectorales,
de cómo se presenten y de cómo sean interpretadas por el electorado, teniendo
en cuenta que una buena parte del mismo no las verá como un pasteleo al uso
sino como una buena predisposición al pacto sin perder la identidad”.
El Barça, sancionado en 1925.
Pero eh aquí que el representante
del PSOE oyó los pitidos de miles de ciudadanos en el Nou Camp, en
la previa de la final
de la Copa del Rey del fútbol y saltó, dispuesto a proteger al rey,
al que se dirigió, escandalizado por el griterío del pueblo, para aclamarlo y
ensalzarlo. No es el único político que
intenta proteger a los Borbones ni el primero a quien molesten las pitadas o
que ignore que la gente tiene derecho a protestar. El 14 de junio de 1925, en
plena dictadura del general Primo de
Rivera, unos 30.000 aficionados
asistieron a un partido amistoso en el Fútbol Club Barcelona entre el
equipo blaugrana y una selección de marineros de la Royal Navy. Sonó el himno
nacional que, en aquel momento, era la Marcha Real y los espectadores lanzaron
también una enorme pitada contra el himno español. En cambio, los demás
asistentes ovacionaron a su país con el “Good save the Queen”. El gobernador de
Barcelona de aquel tiempo, un general derechista hasta los tuétanos , cerró de
inmediato el campo de las Corts. Y envió a Joan Gamper, el suizo fundador del Barça, a una especie de
exilio. Desde entonces, ha habido muchas otras pitadas. El gobierno del
PP y los medios derechistas insisten en decir que hay que hacer una ley dirigida
contra las pitadas y la violencia, ignorando que la
ciudadanía, en una democracia, tiene derecho a protestar. Respecto a la pitada,
es una gran falsedad presentarla como algo parecido a la violencia. Pero algún
dirigente del PSOE, como Pedro Sánchez, no sólo se ha sentido molesto por esa
pitada que silenciaba el himno nacional, sino que ha llamado a toda prisa al
monarca, ofreciéndole su apoyo y olvidando que su partido no nació para
proteger a los Borbones sino a los trabajadores y a la República.
El rey y las autoridades en el Nou Camp, intentando escuchar
el himno nacional, debilitado por la pitada monumental.
Marcos Paradinas titula “La encrucijada del Himno”
en el periódico digital Elplural.com, en el que precisa: “El problema es
que la Copa del Rey nació politizada en 1902, cuando se
organizó para celebrar la Coronación de Alfonso XIII, y lo ha seguido estando
durante más de un siglo, en el que se ha llamado Copa de Su Majestad el Rey,
Copa de su Excelencia el Presidente de la República y Copa de Su Excelencia el
Generalísimo. Esto es un anacronismo difícil de ver en
los países de nuestro entorno, incluso en aquellos que se rigen por una
Monarquía. Así, existe la Copa de Bélgica, la Copa
de los Países Bajos, la Copa de Noruega y la FA Cup inglesa, pero no hay copas
monárquicas. De hecho, en Reino Unido es normal que los
aficionados galeses y escoceses piten el God save
the Queen, y nadie inicia una caza de brujas al
respecto, pese a lo tradicionales que son en aquellas tierras con estos temas. Donde
sí se dan reacciones punitivas es en países republicanos como Francia, Alemania
o Italia, quizás porque allí sí entienden de manera generalizada que no se
puede atacar al sistema de convivencia que se han dado entre todos. Sin
embargo, en España es evidente que ese sentimiento no existe, quizás
porque muchos ciudadanos no sienten como algo propio la forma de Estado que nos
hemos dado, o porque sencillamente no creen que nos la hayamos dado, sino
que ha venido impuesta. La encrucijada es muy sencilla. O
acordamos entre todos qué clase de país vamos a querer y nos lo hacemos
respetar, o seguimos metiendo al Rey con calzador en actos deportivos, dejamos
que permanezca ese rencor y nos dedicamos a perseguir a quienes lo padecen. Es
decir, o intentamos solucionar las causas de la pitada o nos limitamos a
castigar sus consecuencias. Y solo una de
las dos soluciones tiene un final feliz”.
“Yo también silbo al rey”, titula
Aníbal Malvar en su sección Rosas y Espinas de Público.es. “No entiende uno muy
bien que se considere violencia pitar un himno. Lo digo por lo de la final de
la Copa. Unos señores muy gubernamentales, o sea, el gobierno, han decidido
trasladar al Comité Antiviolencia los silbidos con que las gradas del Camp Nou
acompañaron el himno español en esta final de copa entre el Barça y el Bilbao.
Quieren demandar a la Federación de Fútbol y a los dos equipos disputantes.
Parece ser que ahora va a ser delito acompañar con silbidos ciertas canciones,
por populares que sean. (…) Si un silbido se convierte en un delito o falta, no
descarto que puedan encarcelarte por un pedo. Un pedo es peor que un silbido,
creo yo. Imagínate que todos los asistentes españolistas al Barça-Bilbao
hubieran comido mal y, en el momento de la erupción de todas sus pasiones
patrióticas, cuando suena el himno, se les escapara un pedo. La Constitución
estaría en peligro, pues aun respira. La unidad de España, también. Se
difuminaría el Chanel 20 de la reina en la ola pestilente. La barba del rey
volvería a no ser cana. A Artur Mas se
le criogenaría la sonrisa. Habría que detenerlos. En lo personal, como creador
de fábulas, me encantaría escribir un relato fantasioso sobre un pueblo al que
se le cercena su derecho a silbar. Después el derecho a cantar. Después el
derecho a votar. Después el derecho a respirar. Respirar todos juntos (que no
otra cosa es silbar, pero apretando los labios) no es actitud peligrosa que
pueda ser fiscalizada por un comité antiviolencia. No puede ser criminalizada.
Salvo por esta gente. Yo, desde esta columna, le silbo al rey, a su padre Juan Carlos y a
su abuelo putativo, Franco,
que nos lo impuso. Y deploro cualquier presencia suya en manifestación
deportiva alguna, pues lo menos deportivo que he conocido es nuestra monarquía.
Ya que no nos deja jugar. No nos dejan refrendarla. Así gano yo también el
partido, oh, adorado Felipe. Sin dejar jugar a los demás. Quedándote callado
mientras a tu pueblo le cercenan su derecho a silbar de vez en cuando. ¿No debería
decir nada sobre esta fascistada un demócrata como tú, jefe del Estado? Pero
no. Tú nunca dices nada. Y por eso, entre otros millardos de cosas, yo también
te silbo!”.
Exposición en Can Alcocer
(Palma de Mallorca), de caricaturas y dibujos en estos años de lucha de la
Asamblea de Docentes de los Colegios Concertados, contra la política absurda
mantenida por el Gobierno de Bauzá que ahora ha sido desplazado. Su éxito –el
de la exposición, que del Gobierno del PP ha resultado un fracaso monumental– y
el resultado de las elecciones han sido evidentes, siendo prorrogada dicha
exposición. Las caricaturas (del dibujante Toni Guasp, con textos de Juan
Serra) surgen de la necesidad de hacer oír sus voces, con frecuencia silenciadas
y secuestradas por la patronal y por el Gobierno del PP. Son dibujos para
alimentar y estimular la atención sobre el debate de las políticas educativas,
sobre manifestaciones públicas o sobre las decisiones de los gobiernos
institucionales en contra de una escuela democrática en catalán. La exposición,
en opinión de estos docentes, ha sido, en parte, un ejercicio de terapéutica, una liberación
personal y colectiva ante la opresión, la mentira y la manipulación que ha
combinado el humor con el espíritu crítico. Estas ilustraciones y sátiras nada
agradables, sirven ahora para hacer una pequeña colección que, de forma
periódica, será una modesta aportación para recuperar la dosis necesaria de
sentido común a la hora de afrontar los retos que nuestra sociedad y el sistema
educativo reclaman a los políticos que recibieron órdenes de cumplir unas
consignas. Al final de la legislatura, estos docentes han querido repasar la
memoria y el homenaje del camino recorrido por la asamblea en estos dos años de
lucha por la educación.
. los chispeantes Bengoas
se preguntan quién mandó hacer la figura de cera del Pequeño Nicolás
Vean también estos quince dibujos
de crítica social de uno de los mejores artistas satíricos del mundo. Son
dibujos de critica social, basados en la sátira política, social y
económica, realizados de la mano de Pawel Kuczynski, un ilustrador nacido
en Szczecin, Polonia, graduado en Bellas Artes por la universidad de Poznan,
especializado en estilo gráfico.
Las redes sociales son nuestro confesionario.
El formato de la lectura.
Borregos.
¿Qué hay detrás del dinero?
El futuro.
Calentamiento global
Trabajo infantil.
Educación.
¿Por qué tengo que hacerlo en una
caja?
Esclavos.
Tiempo en contra.
Recursos.
El sistema educativo.
Jugamos
Crisis.
Los humoristas
de esta semana en la prensa: Forges, El
Roto, Peridis, J. R. Mora, A. López,
Mel, Ferrán…
Pep Roig, desde Mallorca, dibuja: Mercaderías, Los caminos encaminados, Pitorreo typical spanish, Pertinaces, Hipocresía absoluta y Vacío.
Entre los vídeos de esta semana, recomendamos:
Entrevista con Pilar Gallego, Presidenta de la Feria del Libro de Madrid .
Monumental pitada ensordecedora al himno español en el Camp Nou, en la final de la copa del rey 2015, presidido por Felipe VI. Una asociación independentista catalana repartió miles de silbatos, lo que, en parte, ayudó a que, prácticamente, el himno de España no se escuchara.
El periodista Jordi Évole recibía el martes el Premio José Couso de Libertad de Prensa, organizado por el Club de Prensa de Ferrol y el Colexio de Xornalistas de Galicia. El presentador de Salvados fue recibido por el alcalde en funciones, José Manuel Rey Varela (PP), y por representantes de los grupos políticos con representación, siendo también invitado a firmar en el libro de oro de esta ciudad. Jordi agradeció al jurado el haberle otorgado este premio, pero al mismo tiempo dijo tener un sentimiento “contradictorio”, ya que “es un honor recibir un premio con el nombre de José Couso” pero “una pena, porque si no hubiera sido asesinado” no lo recibiría.
El periodista Jordi Évole recibía el martes el Premio José Couso de Libertad de Prensa, organizado por el Club de Prensa de Ferrol y el Colexio de Xornalistas de Galicia. El presentador de Salvados fue recibido por el alcalde en funciones, José Manuel Rey Varela (PP), y por representantes de los grupos políticos con representación, siendo también invitado a firmar en el libro de oro de esta ciudad. Jordi agradeció al jurado el haberle otorgado este premio, pero al mismo tiempo dijo tener un sentimiento “contradictorio”, ya que “es un honor recibir un premio con el nombre de José Couso” pero “una pena, porque si no hubiera sido asesinado” no lo recibiría.
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