¡Bienvenidos, refugiados! Y millón y medio de catalanes reclaman la independencia.
El Ayuntamiento de
Madrid despliega desde el pasado lunes una pancarta en la fachada del Palacio
de Cibeles con la leyenda “Refugees Welcome” ('Refugiados, bienvenidos”) Mide
ocho metros de ancho por cuatro de alto y, con esta esta iniciativa, el
Ayuntamiento quiere expresar la solidaridad de la ciudadanía de Madrid con la
dramática situación de los refugiados. De esta manera simbólica, muestra su “apoyo por los derechos humanos y
cómo, desde los municipios, se puede colaborar en este tipo de crisis, desde el
afecto y el compromiso de la ciudad con las víctimas de los conflictos bélicos”.
El Ayuntamiento madrileño quiere “expresar la solidaridad de los vecinos con la
situación dramática de miles de familias que huyen de sus lugares de origen”.
Una medida que está en la línea que propuso el Ayuntamiento de Barcelona de
crear una red de ciudades refugio, a la que se ha adherido el Ayuntamiento de
Madrid.
Millón y medio de
personas salieron el viernes a las calles barcelonesas.
Por otra parte, el pasado
viernes, 11 de septiembre, Barcelona celebró
por cuarto año consecutivo, la fiesta nacional de Catalunya. Un clamor masivo a favor de un Estado propio, a
favor de la República catalana. El acontecimiento se midió por la tradicional guerra
de cifras. La Guardia Urbana habla de
1,4 millones de personas, mientras que la organización la ha elevado a dos millones
citando a “varios medios”. Pero, el lleno absoluto de manifestantes de todas las edades en
la Avenida Meridiana convirtió en Barcelona en la “más importante movilización”
de las que ha habido en la Diada desde el 2012. La Via Lliure estaba impulsada
por la plataforma Ara és l'Hora, integrada por la Assemblea Nacional Catalana
(ANC) y Òmnium Cultural, y, en su cabecera contaba con la presencia de
dirigentes de las tres grandes formaciones independentistas: CDC y ERC ─juntas
ahora en la candidatura de Junts pel Sí─ y la CUP
Pero empecemos por lo
primeros, que se viene registrando sobre todo desde primeros de septiembre. Refugiados
de países como Siria, Afganistán o Irak, huyen todos los días de sus países,
llegando a Budapest (Hungría). Comienzan
entonces su trayecto a pie por la autopista M1, durante 27 kilómetros, desde la
mañana hasta el anochecer, en una imagen que recuerda a la de las marchas de la
dignidad españolas. Vecinos de los lugares por donde pasan y voluntarios les
ofrecen agua y comida en su recorrido, siendo a menudo escoltados por coches de
policía que intentan regular el tráfico. Viajan durante días con unas pocas
pertenencias a sus espaldas. Alrededor de la media noche acampan en el arcén de
la autopista y en unos prados cercanos. Poco después llegan autobuses
movilizados por el Gobierno húngaro para trasladarlos hasta la frontera con
Austria. Pero la desconfianza entre los refugiados hacia las autoridades
húngaras es latente, debido a anteriores engaños, por lo que piden garantías
para subirse a los autobuses. Después de varias discusiones y negociaciones
abandonan poco a poco la zona, hacinados en los vehículos. Al día siguiente, desde
primeras horas, una oleada comienza a entrar en Austria y algunos logran llegar
a Alemania, destino principal para muchos de ellos. Esta acción desesperada de
intentar alcanzar la frontera a pie se vkiene repitiendo diariamente.Otros
grupos salen hacia los países del norte de Europa ya no sólo desde la estación
de tren de Budapest, sino también desde varios centros de acogida situados en
diferentes puntos del país.
A medida que los refugiados
llegan a Hungría, el gobierno construye apresuradamente una barrera.
Los países de la UE, duramente cuestionados por su política de asilo y refugio, mantienen posiciones
contradictorias. Mientras Hungría decide endurecer su política, Alemania y
Austria abren sus fronteras. Pero, a medida que miles de migrantes y exiliados
llegan diariamente a Hungría, el gobierno construye apresuradamente una barrera
a lo largo de sus 174 kilómetros de la frontera con Serbia. Mientras éstas se acaban
de construir, decenas de miles atraviesan
las tres capas de alambre de púas y una reja de 4 metros de alto, subiendo por
encima o arrastrándose por debajo del alambre de púas. Los refugiados intentan
salir de Hungría lo antes posible y llegar a Austria o Alemania. En las últimas
24 horas, casi 12.000 refugiados procedentes de Hungría llegaron a la localidad
fronteriza austríaca de Nickelsdorf, lo que obligó a cortar el tráfico en una
autopista por “razones de seguridad”. El elevado número de personas que cruza
por ese paso fronterizo y el peligro que supone para la circulación de la
autopista A4 provoca a menudo el corte el tráfico en ambas direcciones en ese
punto Después de unos 90 minutos, la autopista vuelve a reabrir en dirección a
Hungría, pero el tráfico en dirección a Viena sigue bloqueado.
Refugiados
caminando por la vía del tren, desde Roszke hacia Szeged, en Hungría.
El sábado, 5 de
septiembre, Austria y Alemania mantuvieron sus fronteras abiertas a miles de inmigrantes exhaustos, rechazados
en Hungría por un Gobierno que intentó detenerlos pero que se vio superado por la
enorme cantidad de ellos, decididos a llegar por tierra a Europa occidental. Un
grupo llegó a la estación de trenes Westbahnhof en Viena, Austria, procedentes
de Hungría. Mojados por la lluvia, se amontonaron para tomar trenes y autobuses
a Viena, donde muchos dijeron que esperaban seguir camino hacia Alemania. La
fuerza policial austriaca señaló que más de 6.000 personas pasaron hasta el
mediodía y esperaba muchas más, destacando la peor crisis migratoria en el
continente desde las guerras de Yugoslavia en la década de los noventa. En
tanto, en Múnich, los intérpretes ayudaron a los refugiados en centros de
registro de emergencia. La recepción aparentemente eficiente de Austria y
Alemania contrasta con el desordenado sistema de Hungría. En Budapest, la
principal estación ferroviaria nuevamente se colmó de más personas en busca de
un destino mejor. Después de días de enfrentamientos y caos, el Gobierno ultraconservador
de Hungría desplegó 100 autobuses para transportar a miles de ellos hasta la
frontera austriaca. El primer ministro húngaro, Viktor Orban, declaraba el
sábado que Hungría desplegaría a sus fuerzas policiales a lo largo de la
frontera con Serbia tras el 15 de septiembre, y que el Ejército también sería
enviado, si el Parlamento aprobaba una propuesta del Gobierno. Cientos de
inmigrantes escaparon el viernes desde un campamento abarrotado en la frontera
entre Hungría y Serbia, huyendo de la policía antidisturbios por las vías
férreas. Otros decidieron caminar por la carretera. Austria ya había acordado
con Alemania permitir el acceso, pasando por alto las normativas de asilo que
les exigía registrarse en el primer Estado de la UE al que llegasen. Llegaron envueltos
en sábanas y bolsas de dormir para combatir la lluvia, muchos de ellos con
niños pequeños en brazos, y recibieron fruta y agua de parte de trabajadores de
grupos de ayuda humanitaria. Algunos ciudadanos austriacos sostenían carteles que
decían: "Bienvenidos, refugiados".
La Policía
rodea a los refugiados que acaban de cruzar la frontera
Mientras tanto, sindicatos
y partidos políticos de la oposición convocaron en toda Europa y en España
manifestaciones contra las “excusas” de la UE y del Gobierno del PP. Asociaciones
y ONG escenificaron su apoyo a los refugiados. Dos días antes presentaron un manifiesto conjunto “Por una Europa
solidaria”. Los impulsores de esta iniciativa llamaron a una movilización
cívica “vigilante” y “permanente” contra las “excusas” que puedan poner la UE y
el Gobierno español para acoger refugiados. A su vez, la Cumbre Social Estatal
respaldó esas manifestaciones de solidaridad con las 400.000 personas que,
según Eurostat, han llegado a la UE en situación de riesgo o persecución, en
2015. Las fuerzas progresistas se movilizan en toda Europa. La organización no
gubernamental Human Rights Watch (HRW) denunció en un comunicado las
condiciones “inhumanas e insostenibles” en las dependencias del centro de
refugiados húngaro en Röszke, junto a la frontera con Serbia. “La situación de
los inmigrantes y solicitantes de asilo en Hungría es inhumana e insostenible.
El Gobierno húngaro, con la ayuda de los gobiernos de la Unión Europea (UE) y
los socios de Naciones Unidas, debería adoptar medidas para poder cumplir con
sus obligaciones de proteger a las personas y tratarlas de una forma humana”,
dijo Peter Bouckaert, director de emergencias de HRW. La organización denuncia
que, en el centro de Röszke, los refugiados tienen que pasar días en
condiciones precarias, con mugre, sufriendo hambre y sin asistencia médica.
Señala que llamaron la atención sobre casos de refugiados que han sufrido
ataques cardíacos o convulsiones y hasta de “recién nacidos con fiebre alta y
vómitos que no recibieron asistencia médica”. Las condiciones en las
instalaciones de Röszke indican que las autoridades húngaras, incluida la
policía, no han sido capaces de alojar y alimentar de una manera humana al
creciente número de solicitantes de asilo e inmigrantes.
Petra Laszlo reconoce
que agredió a refugiados pero no pidió perdón.
El pasado miércoles se
conoció el nombre de una operadora de cámara de una televisión nacionalista
húngara, despedida después de aparecer en unas imágenes dando patadas a varios
refugiados y echando la zancadilla a un hombre que trataba de huir de la
Policía con su hijo en brazos. Las imágenes fueron ampliamente difundidas por
Internet y duramente criticadas en las redes sociales. La cadena para la que
trabajaba, N17V, vinculada al partido ultraderechista Jobbik, confirmaba el despido
de la periodista, identificada por los medios locales por Petra Laszlo, por
“comportamiento inaceptable”. El vídeo, difundido por el periodista alemán,
Stephan Richter, mostraba a la mujer propinando varias patadas contra
refugiados en la zona fronteriza de Roszke. Laszlo, que grababa cómo un grupo
de inmigrantes huía de las fuerzas de seguridad y llega a echar la zancadilla a
uno de ellos, que cae junto al niño que llevaba en brazos. Varios partidos
opositores húngaros adelantaron que presentarían una denuncia contra Laszlo,
que podría ser condenada a una pena de hasta cinco años de prisión, según el
periódico británico 'The Guardian'.
Osama Abdul Mohsen y
Petra Laszlo
Aunque las agresiones
de esta periodista golpeando a varios sirios son evidentes, la imagen del padre
que llevaba a su hijo en brazos, claramente zancadilleado por la periodista, es
la imagen más impactante El personaje ya
ha sido identificado en las redes sociales y, según cuenta El Mundo, se llama
Osama Abdul Mohsen y es originario de la ciudad siria oriental de Deir Ezzor.
El hijo al que portaba en brazos tiene siete años y se llama Zaid. Los datos que
están trascendiendo sobre su vida, según ha narrado uno de sus hijos desde
Turquía, es que era entrenador de fútbol en Siria, que sufrió, como millones de
sirios, la guerra civil primero con la represión de Al Asad y luego la de
diferentes ocupantes, especialmente de la de los yihadistas del Estado
Islámico. El hombre, que se ha convertido en un símbolo, es un ejemplo
paradigmático de los refugiados sirios. Como muchos de ellos, huyó primero de
la guerra, viviendo en Turquía, pero, cansado de la pobre situación en la que
sobrevivía, emprendió el viaje a Europa con parte de su familia. Algunos en las
redes lo presentan como un activista, pero es un extremo que no ha podido ser
confirmado. El hijo mayor de Al Mohsen ha escrito en Facebook el siguiente
comentario sobre su padre, según ha recogido ABC: “Eres un gran hombre, un
hombre ambicioso que no conoce lo imposible. Has arriesgado tu vida y tu
dignidad para darnos una vida digna y un futuro mejor para que continuemos con
nuestra educación y ayudemos a construir una nueva Siria. Que Dios te ayude a
tener la cabeza bien alta y a sentirte orgulloso. Que Dios te proteja, te dé
paciencia y te acompañe”.
El ministro español del
Interior, Jorge Fernández Díaz, declaraba el martes, en París, que no se podía
descartar que entre los miles de refugiados que habían entrado en Europa
procedentes de Siria, podía haber elementos yihadistas del DAESH, infiltrados.
“No podemos descartar esa posibilidad", advertía a los periodistas tras su
participación en la Conferencia Internacional sobre las Víctimas de Violencia
Étnica y Religiosa en Oriente Próximo. “Tiempo atrás, DAESH (Estado Islámico)
hizo una amenaza en ese sentido y yo creo que, en esa cuestión, hay que ser
prudentes. A los ministros del Interior, que nos corresponde garantizar la
seguridad, esa es una realidad que debemos tener presente. No podemos descartar
esa posibilidad y debemos tomar las medidas adecuadas”. Fernández Díaz defendía
la adopción de medidas para que la “necesaria” acogida de los refugiados “sea
compatible con la seguridad. Si una persona no es un refugiado, sino otra cosa,
la podremos detectar para que no sea un riesgo para la seguridad”. Para él esa
era su máxima preocupación, más que el hecho de aceptar a refugiados e
inmigrantes. Desde que Rajoy se pronunció la semana pasada sobre la crisis de
refugiados y lanzó el mensaje de que el “origen” del problema era Siria, los
dirigentes del PP han incluido esta tesis en su argumentario. Margallo también
empezó reconociendo que hay que sentarse a hablar con Bashar Al Assad, el
dictador sirio ("La paz se hace con los enemigos"). Y aseguró, horas
más tarde, estar de acuerdo con la solución de bombardeos propuesta ya por
Alemania o Francia, una estrategia que, en principio, iría encaminada a acabar
con el Estado Islámico. Las palabras de Margallo son las palabras del propio
Rajoy, con quien el ministro de Exteriores habla directamente y sin
intermediarios. Sin embargo, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría
matizaba horas después sobre el “diálogo” con Al Assad, que el dictador sirio “fue
el principio del problema y no puede ser la solución principal”. Y pedía
públicamente, en una entrevista en 'Al Rojo Vivo' (La Sexta), ser “prudentes
con estos temas” y “hablar con cada uno de los foros” para conocer todos los intereses
regionales. La portavoz del Gobierno evitó respaldar a Margallo y no concretó
medida alguna de actuación sobre Siria, asegurando, únicamente, que el
Ejecutivo trabajará “sobre los acuerdos de la legalidad internacional” haciendo
"lo que le corresponda".
Señora ministra, a las reuniones se va a trabajar y con papeles.
El mismo marte, se
celebró una reunión insólita. La ministra de Empleo y Seguridad Social
convocaba a representantes de todas las Comunidades Autónomas, pero no fue
capaz de traer un solo papel ni una sola idea concreta. A la señora Báñez todo
se le fue en felicitarse por la gran solidaridad española, pero ni una palabra
sobre cifras, ni sobre los criterios con que se repartirán los refugiados, ni
como se organizará su integración. “Me he quedado estupefacta. En mi vida he
estado en una reunión de trabajo tan inútil y vacía”, comentó a la salida la
vicepresidenta valenciana Mónica Oltra. “A las reuniones de trabajo hay que ir
con algo preparado”, regañó a la ministra. Pero algo sí dijo la ministra. Por
ejemplo, que los refugiados serán distribuidos según “sus perfiles”. No se sabe
muy bien qué quiso decir. ¿Los que tengan educación superior irán a las
ciudades? No, seguramente tiene otro significado. Ojalá lo aclaren pronto. En
cualquier caso, los consejeros querían otras cosas. Por ejemplo, que la
ministra les diera cifras, y si eso no es todavía posible porque hay que esperar
a una reunión previa en Bruselas, al menos que se les fuera explicando, por
ejemplo, si se les acogerá de forma escalonada o llegarán de golpe en pocos
días, o con qué financiación van a contar; si será necesario organizar desde
aquí su traslado a España o si llegaran por otros medios… “Fátima
–escribe Almazán en Kabila– cumplió su misión, se encomendó a su virgen y
cumplió su cometido: No hacer nada, ganar tiempo, parecer que hacía algo. Y es que
Báñez es un paquete. Y las CC.AA. pensaron que al abrirlo encontrarían algo y
encontraron la nada, era una trampa, un paquete vacío. Una reunión inútil, sin
ningún resultado… Pero, qué se puede esperar de un
personaje como Fátima Báñez cuyo gran éxito ha sido una reforma laboral, que le
han confeccionado desde la patronal, y cuyos resultados han dado una
precariedad que aumenta de forma exponencial. Un personaje que ha confiado sus
éxitos a la Virgen del Rocío o que llama a la emigración obligada de nuestros
jóvenes, movilidad exterior. O que hace pocos días, dice que la recuperación
económica ha quedado para quedarse justo cuando los datos del mes (agosto) han
sido los peores de los últimos 18 meses Y es que en el fondo
les molesta acoger refugiados, aunque ahora no tengan más remedio, Europa y la
campaña electoral mandan. Y yo, ingenuamente me pregunto: ¿Por qué tenemos que
sufrir tanta tomadura de pelo?… “
Bernardo Rabassa,
presidente del Club Liberal español.
España acogerá a 14.931
refugiados de un total de 120.000. La cantidad es la tercera más alta, detrás
de Alemania (31.443) y Francia (24.031). El total de refugiados que llegarán es
de 17.680 refugiados (14.931 asignados ahora más los 2.740 asignados en mayo).
“Esto es el comienzo –escribe Bernardo Rabassa en su artículo ‘Bashar Al-Asad y
el ISIS origen del problema y ¿su solución?’, publicado en Diariocrítico–,
porque se habla de recibir a más de 500.000 y eso es positivo y solidario.
Curioso es también que, todos al tiempo vayan a Europa. Más de 3 millones de
personas habían abandonado sus casas buscando protección en los países vecinos,
en particular Líbano, Jordania, Irak, Turquía y Egipto. Alrededor de 1.170.000
refugiados en el Líbano, más de 612.000 en Jordania, más de 832.000 en Turquía
y alrededor de 217.000 en Irak, mientras que Egipto estaban acogiendo a otros
138.000 refugiados. Además, más de 6,5 millones de sirios están desplazados
dentro del país, que cuenta con 22 millones y medio de habitantes. Los niños
son los principales afectados por este conflicto: 5,5 millones de menores están
desplazados y 10.000 han fallecido a causa de una guerra que, en total, se ha
cobrado unas 240.000 vidas. La crisis siria es la mayor emergencia humanitaria
a la que se enfrenta ACNUR actualmente. El 13 de noviembre de 1970, Hafez
al-Asad tomó el poder mediante un golpe de estado, llevando al gobierno al
Partido Baath Árabe Socialista. Al-Asad gobernó durante casi 30 años y, a su
muerte, fue sucedido por su hijo Bashar al-Asad. En diciembre del 2010, la
Revolución de los Jazmines en Túnez marcó el inicio de la Primavera Árabe. El
levantamiento exitoso de los tunecinos, inspiró una inestabilidad similar en
los países a lo largo del norte de África y Medio Oriente que, como Túnez, experimentaban
un desempleo elevado, corrupción y represión política de parte de sus
presidentes. El gobierno de al-Asad inició una represión contra los activistas
sirios que exigían prosperidad económica, y libertades políticas y civiles. Por
lo mismo, muchos civiles comenzaron a armarse, primero para seguir
manifestándose y luego para proteger su seguridad. Empezó la actual guerra civil y a ella se
añadió el avance del integrista Estado Islámico por amplias zonas del norte de
Irak hacia las regiones autónomas kurdas que también crecieron y hacia Siria.
Fue tras el retiro de las tropas de Estados Unidos cuando esta facción
integrista creció en número de militantes hasta unos 2.500, y, con ese salto,
se animó a entrar en la guerra civil siria. Esta decisión produjo una disputa
entre Al Baghdadi y Ayman al Zawahiri, el heredero de Osama bin Laden al frente
de Al Qaeda. Pero finalmente Al Baghadi se impuso. Y el 29 de junio, la
organización pasaba a llamarse Estado Islámico (ISIS) tras fundar un país
califal en las zonas que secuestró a Siria e Irak y él asumió como el califa
Ibrahim”.
La pisa del terror.
“El propósito último
–añade Bernardo Rabassa–, como el de su ente originario, Al Qaeda, es resucitar
los extintos imperios islamitas en un área tan vasta como el España y Marruecos
hasta Pakistán y parte de la India. Fue una amenaza igual para Occidente, que
se unió con Al-Asad para la expulsión de este califato, no reconocido por
ningún Estado. La guerra civil dio un giro fuerte. Siria abrió así la puerta a
bombardeos de los Estados Unidos contra el Estado islámico, y propició que más
occidentales se sumasen a la ofensiva, como Gran Bretaña, Francia y Turquía,
mientras que Rusia e Iran apoyan a Bashar al-Asad. ‘¿La solución a los
refugiados? Expulsar de Siria a El Assad y el ISIS’ dice Ugar, escritor sirio
refugiado en Barcelona. En marzo del 2011, empezó una revolución contra Assad.
Desde entonces, ha habido más de 210.000 muertos y 4 millones de desplazados.
¿Cuándo empezó a fracasar la revolución? Cuando no se quiso sacar del poder a
El Assad, apoyado por Irán y Rusia. Naturalmente Siria, se ve expuesta a
diversos frentes, y a múltiples bombardeos, que han provocado la huida de las
zonas atacadas, en la guerra que cumple cuatro años con más de 210.000 muertos.
Reprimido por el régimen de Al Assad y asediado por los terroristas de ISIS, el
país árabe no encuentra salida a su crisis. Siete millones de sirios debieron
refugiarse y el 60% de la población vive en la pobreza… En Siria no puedes
casarte, buscar empleo, cambiar de casa o hacer algún gasto importante sin el
consentimiento de la policía secreta, que tiene un control absoluto de la
gente, de las escuelas, universidades, medios de comunicación o el deporte. La
prensa es propiedad del gobierno y la mitad de la economía siria es propiedad
de la familia del actual presidente. El régimen ha matado 300.000 personas y
detenido a un millón, al margen de 150.000 discapacitados. Ahí, hay pues es
donde hay que intervenir, y curiosamente es lo que preconizan Ximo Puig y
Mónica Oltra de Compromis, La vicepresidenta, portavoz y consellera de Igualdad
y Políticas Inclusivas de la Comunidad Valenciana”.
“Mueren ahogados once
refugiados cerca de Grecia. Italia socorre en un día a 1.200 personas a la
deriva. Por Serbia han pasado 115.000 refugiados desde principio de 2015. Unas
3.000 personas acampan cerca de la estación de tren de Budapest para viajar a
Alemania… –Así comienza Xavier Caño Tamayo su artículo titulado: ‘Esperanza
ante esta crisis de refugiados’, publicado en LQSomos–. Guerra, detenciones
arbitrarias, torturas, abusos sexuales y asesinatos han sido realidad cotidiana
de seis de cada diez personas que llegan en masa a Europa este 2015. Porque no
son inmigrantes sino refugiados. Según la Convención de Naciones Unidas de
1951, refugiado es quien abandona forzado su país y no puede regresar por temor
fundado a ser perseguido, encarcelado, maltratado o asesinado por raza,
religión, nacionalidad, pertenencia a grupo social concreto o político. Hasta hoy
han solicitado asilo en países europeos más de 400.000 personas. No huyen de la
pobreza, sino de la guerra de Siria, de conflictos armados en Kosovo, Albania,
Afganistán e Irak o de la violación sistemática de sus derechos humanos en
Eritrea, Somalia, Nigeria o Pakistán. Y siempre de la violencia armada. Es la
peor crisis de refugiados en Europa desde el final de la Segunda Guerra
Mundial… Tras dos meses de discusiones, los líderes europeos pactaron acoger a
32.256 refugiados procedentes de Italia y Grecia, aunque ahora hablan de que
sean 120.000. Pero nada deciden. Europa olvida que en los últimos cien años
inundó el mundo de refugiados que huían de sus guerras y conflictos. España es
paradigma de esa actitud miserable ante los refugiados. (…) Pero hay esperanza
porque, mientras los gobiernos marean la perdiz, los municipios gobernados por
equipos de unidad popular, vencedores en las pasadas elecciones municipales en
España, organizan una red de ciudades-refugio para desplazados. El Ayuntamiento
de Barcelona ha creado un registro con personas y familias que ofrecen sus
domicilios para acoger a refugiados y el de Madrid ha aprobado un plan de
urgencia de 10 millones de euros para atenderlos. A ellos se suman los
ayuntamientos de Las Palmas, Vitoria, Valencia, Zaragoza, Pamplona, Málaga, la
Coruña… Y en Alemania, la ciudadanía rescata a los refugiados de la dejadez
institucional del gobierno; familias alemanas los acogen y grupos de
voluntarios reparten alimentos, agua y mantas en los asentamientos, mientras
pancartas en los estadios de fútbol y portadas de periódicos locales dan la
bienvenida a los refugiados”.
Un millón y medio de
personas salieron a las calles de Barcelona. Por cuarto año consecutivo, el 11
de septiembre, la fiesta nacional de Catalunya, se convirtió en un clamor masivo
a favor de un Estado propio, a favor de la República catalana. Aunque ha habido
la tradicional guerra de cifras ─la Guardia Urbana ha hablado de 1,4 millones
de personas, mientras que la organización la ha elevado a dos millones, citando
a “varios medios”─, es indudable que la Via Lliure consiguió llenarse absolutamente de personas de todas
las edades en un ambiente festivo y pacífico. Dirigentes políticos han afirmado
que se trata de la “más importante movilización” de las que ha habido en la
Diada desde el 2012.
Un año más y la
manifestación independentista de la Diada volvió a congregar una gran multitud.
Según la Guardia Urbana de Barcelona, 1,5 millones de personas. Según los
organizadores (Òmnium y ANC), 2 millones. Pese a la divergencia de cifra, la
realidad es que un gentío colapsó los poco más de cinco kilómetros de la
avenida Meridiana. Desde 2012, cuando las entidades cívicas se pusieron al
frente, cada año han conseguido el objetivo. 48 horas antes, solo se habían
registrado medio millón de inscritos. Pero, a media tarde del viernes, el norte de la ciudad de Barcelona quedó
colapsado. Y los presidentes de la ANC y Òmnium Cultural, Jordi Sànchez y Quim
Torra, articularon un discurso muy en clave de los comicios del 27-S: “Ganando
hoy la calle, sabíamos que teníamos ganadas buena parte de las urnas”. Las
palabras de Sànchez llegaron pocas días después que una operación policial
hiciera recaer nuevamente las sospechas de corrupción en CDC, el partido de Artur
Mas. Según Torra, se trata de “un pueblo que quiere ser normal. Y lo normal es
tener un estado propio”. El dirigente de la entidad cultural añadió que “lo extraño es que tengamos que
malvivir en un estado impropio, un estado que utiliza todos sus poderes para
alimentar el discurso del miedo”.
Los manifestantes
tardaron 45 minutos en recorrer los cinco kilómetros. A su paso, la gente gritó
independencia y mostró su puntero hacia el parque de la Ciudadela, en donde se
levanta el Parlament y esperan las autoridades. Ni el president, Artur Mas, ni
la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, estaban presentes. Cada uno por razones
distintas. Pero aunque pueda parecer que el millón y medio largo de asistentes
eran todos votantes de Junts pel sí (CDCy ERC) no estaba del todo claro. Hubo
gentes de las CUP, de otras organizaciones, como “Catalunya sí que es pot”, y
muchos catalanes en los balcones que parecían más observadores que
manifestantes. Y no está claro el 27S vayan a votar a la candidatura
independentista. Sea lo que sea, sólo el domingo, 27 de septiembre, se conocerá
el resultado definitivo.
Larga marcha
de refugiados, en la autopista M1 que conduce de Budapest a la frontera con
Hungría.
David Trueba escribe en
El País: “Mentirnos a nosotros mismos se convierte en un consuelo, y así
nuestros Gobiernos, como entes superiores, nos mienten a nosotros mismos para
tranquilizar conciencias por institución interpuesta. Lo raro en la crisis de
los refugiados sirios de estas últimas semanas es que parte de la población
europea le ha gritado a sus Gobiernos que no estaban dispuestos a aceptar la
mentira un segundo más. Y entonces los Gobiernos se han visto obligados a
cambiar el paso. Sucede siempre cuando la mentira es tan intragable que obliga
a vomitar a los ciudadanos. En la Europa de los tirones de orejas económicos,
ha aparecido un bloque insumiso a la caridad, fortalecido por la esencia
nacionalista, que sostiene que el maltrato a los refugiados es la única opción
real. Países que consideran, desde las más altas instancias, que la solidaridad
se terminó con ellos mismos y ahora toca la mano dura con quienes llegan 15
minutos después de que se agotara la bondad. Son países que llamaron a la
puerta de Europa y cuando entraron decidieron cerrar por dentro. Pero una de
las líneas mayores de cinismo ha sido pronunciada por David Cameron cuando ante
las imágenes de un niño ahogado en la costa ha reconocido que como padre se ha
sentido impresionado y eso le ha hecho variar su política inflexible.
Aprovechemos la alta cotización del niño muerto en la bolsa de gestos
solidarios. Corramos a salvar alguna vida antes de que se agote la mecha y nos
quedemos sin niños ahogados con que abrir en portada. El vómito ciudadano ante
sus dirigentes ha obligado a tomar medidas, lentas, pero saludables con
respecto a los refugiados… Conviene no emocionarse demasiado con los gestos y
legislar desde una mínima humanidad que levante un poco el listón desde el que
comenzamos a mentirnos a nosotros mismos”.
“Todos podemos ser Aylan”, titula en Ütima
Hora el dibujante Pep Roig. “Me río mucho con tus chistes, suelen decirme
cuando me presentan a alguien o un desconocido me para por la calle para
comentar mis viñetas. No les rebato, pero me gustaría decirles, a veces lo he
hecho cuando hay confianza, que mis chistes no son graciosos, no es mi
intención, sino quieren ser una crítica dibujada de la estafa política a la que
nos someten, en el mundo entero. La pasada semana me sentí ‘obligado’ a
utilizar la horrible imagen de Aylan, el niño sirio que las olas arrojaron a la
orilla de la playa, la naturaleza es sabia, para que todos sintiéramos
vergüenza. Ayudó la fotógrafa Nilüfer Demir, porque sin aquella foto, como
otros miles de niños y adultos, el pequeño hubiera muerto en el anonimato, por
culpa de la codicia y el desprecio de unos, y la desidia de otros. No lo dudé,
a la hora de trasladar la imagen de la tragedia a mi sección de ‘humor’. Pero
me costó mucho esfuerzo hacerlo, no por falta de ideas, que eso lo tenía claro,
sino porque antes, durante y poco después, no podía parar de llorar y las lágrimas
me enturbiaban la imagen. ‘Todos somos
cómplices’ era el titular que encabezaba la viñeta, en la que el mar aparecía
completamente negro de luto; aunque el luto no era dedicado en exclusiva al
niño muerto de la foto sino a la humanidad entera, que lleva mucho tiempo
muriendo, si es que muerta no está ya. Hace años, publiqué en este periódico
una viñeta en la que el personaje, decía: “Cada vez que llega una patera, voy a
ver si también estoy dentro”. Porque nadie está a salvo de la barbarie de la
ambición, el fanatismo y el abuso de poder, y todos podemos ser Aylan”.
Tras volver a empezar, repasamos
los fotomontajes de esta semana. El primero es lo que ocurriría si, en lugar de
refugiados perdidos en pateras a la deriva, encontráramos a jefes de Estado
como los que se ven ésta foto. O cómo reaccionaría Obama si los refugiados
sirios tuvieran petróleo. A continuación, dos de Jon Endika Balboa
Martínez y uno de El Jueves.
Veamos ahora los dibujos
de humor de esta semana: El Roto, Peridis, Forges, J. R. Mora, Indígoras, Pachi, J.M.Nieto…
Pep Roig, desde
Mallorca, nos dibujó: Históricamente bobos (somos), Argumentario perverso, Abuso
persistente, Negociable, El negocio es el negocio y Veletas.
Terminamos ya con cuatro vídeos. El primero es La verdad sobre Siria y su dramático final.
El segundo es el caso de Hungría, desde donde llegan imágenes y vídeos que muestran escenas vergonzosas, como la forma en que se distribuye la comida a los refugiados sirios en el campamento de Roszke, cerca de la frontera con Serbia, donde son tratados como bestias.
El tercero es un vídeo de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), dirigido por Miguel Bardem. ¿Quién da menos? La subasta de refugiados de la Unión Europea.
El tercero es un vídeo de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), dirigido por Miguel Bardem. ¿Quién da menos? La subasta de refugiados de la Unión Europea.
En el último, despiden a la reportera húngara que pateó a refugiados cuando huían.
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