David Trueba: “Nunca me he sentido español”
El nuevo Premio Nacional
de Cinematografía declaraba el día que recibía su premio que no sabía qué era
el “sentimiento nacional”. Añadía que “no me he sentido español ni cinco
minutos”, que le habría gustado que “Francia hubiera ganado la Guerra de la
Independencia y que, por contra, estaba muy agradecido porque el premio era
remunerado y el dinero me va a venir muy bien”. Con la boca abierta se quedaron
no pocos de los que asistieron a la ceremonia, preguntándose si el reconocido
cineasta había tirado de la ironía o, simplemente, había tenido un ataque de
sinceridad. Trueba aseguró que no merecía el galardón, aclarando la afirmación
no por su falta de modestia – “tengo un ego como una casa”- sino porque, como
en su momento dijo Azcona, los premios deberían ser secretos y con dotación
económica. Con respecto a esto último aseguró que como éste la tiene y “me va a
venir muy bien”. De paso, añadió que la palabra Nacional no le gustaba nada. “Nunca
he tenido un sentimiento nacional”, para acabar con la frase que dicen que dejara
helado al ministro que le premiaba. Y terminó dedicando una parte de su
oratoria a los políticos, gobiernos y partidos, a los que reclamó “libertad y
protección”. Al mismo tiempo dijo soñar con “televisiones públicas, organismos
independientes y cosas al servicio de los ciudadanos” y todo por los impuestos
que estos tienen que pagar. Las caras de los que le escuchaban se quedaron un
tanto sorprendidas, salvo la de aquellos que le conocen mejor. Y muchos de
ellos siguen a estas horas cuánto de real había en sus palabras y qué
porcentaje de irónico había en ellas.
Trueba diseñó su
discurso en torno a las tres palabras que componen el nombre oficial de este
galardón (Premio Nacional de Cinematografía). El cineasta, avalado por un
Óscar, un Premio Europeo del Cine y varios Goya, exigió a los políticos, a los
partidos y a los gobiernos “libertad y protección, que es lo que un ciudadano
pide al Estado”. “Muchos ciudadanos se desentienden del Estado porque éste se
dedica a controlarte, castigarte y vigilarte, en vez de a defenderte y ayudarte
a crear espacios donde la libertad y la creación puedan tener lugar y
desarrollarse”. Declaró que sueña “con un instituto nacional de lo audiovisual
y con una televisión que sean independientes y no dependen del Gobierno”. Sobre
la palabra nacional, aseguró que le generaba “muchos conflictos” porque se
declaraba partidario de suprimir las fronteras y que le hubiera gustado que la
Guerra de Independencia la ganara Francia. Y añadió que encontraba sentido a la
palabra cinematografía, pero que se había mostrado en contra de la teoría de
que las artes tuvieran “un origen sagrado”, convencido de que su génesis era
“pornográfica”.
Ïñigo Méndez de Vigo,
ministro
de Educación, Cultura y Deporte, algo contrariado por las palabras de Trueba, recordó el Óscar que el cineasta recibiera en
1993 y aseguró que muchos como él se sintieron “muy próximos” al cineasta por
ese reconocimiento. El ministro confesó que llevaba escrito un elogioso
discurso a favor del premiado, pero comenzó diciendo: “Yo sí me siento español.
Y me alegro de las victorias de España…”. Ejemplificó su sentimiento patriótico
en la alegría que le produjo la victoria de España frente a Francia en su
propio terreno con ocasión de la semifinal del Europeo de Baloncesto. Sin
embargo, afirmó que no coincidía con el cineasta en que “las identidades se
contraponen” porque “la riqueza de las personas existe en la variedad”. Se
refirió a los “tiempos complicados” que ha vivido España en los últimos años,
una época “difícil” en la que los hombres del cine mostraron un gran talento, y
las cifras así lo demostraban. “España está muy bien situada en el horizonte
cinematográfico y ese talento merece recompensa”, resaltó el ministro, quien
declaró “tolerancia cero a la piratería”. Para el ministro, la nueva Ley del
Cine incorporaba un sistema de ayudas que “fortalecerá el sector”.
“Mi intención –aclara
Trueba dos días más tarde ante la avalancha de críticas y de protestas– era una
charla sin conflictos ni provocaciones”. El cineasta manifiesta que no quería
generar ningún conflicto y subraya: “Hay tantas cosas en el cine por hacer,
tanto que reivindicar, que pensé que mejor que hacer una charla reivindicativa,
que siempre estoy igual, me dije que mejor no, que mejor que se rieran un
ratillo. De este modo, opté por una charla que no fuera conflictiva ni provocadora
ni nada y mira –se lamenta– aquí estamos…
Es curiosa la vida, pasa lo mismo con las películas; uno quiere hacer una
comedia y le sale un drama”.
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