Las monjas “trabajan casi gratuitamente” para obispos, cardenales y para el mismo Papa.
Dos monjas, ayudando en una misa
celebrada por hombres.
L'Osservatore Romano recoge un
artículo en el que se aborda el trabajo “casi” gratuito que las monjas
desempeñan para la alta jerarquía de la Iglesia Católica. El artículo, de la
revista Denne, Chiesa, mondo”, firmado por Marie-Lucile Kubacki, aborda el tema
de las monjas que ofrecen servicios domésticos a obispos y cardenales y recoge
el testimonio de algunas religiosas bajo anonimato. Sor María, por ejemplo,
llegó a Roma hace veinte años y, en la actualidad, acoge a religiosas de todo
el mundo que viven “en situación de
servicio doméstico decididamente poco reconocido” en la Santa Sede. “Algunas,
al servicio del hombre de la Iglesia, se levantan al alba para preparar el
desayuno y se van a dormir una vez que la cena ha sido servida, la casa
ordenada y la colada lavada y planchada”.
Este tipo de servicio las
religiosas no tienen un horario preciso y regulado, como el de los laicos, y su
retribución es aleatoria, a menudo muy modesta. La religiosa citada en el artículo
lamenta que esas monjas “raramente son invitadas a sentarse a la mesa en la que
sirven”. Sor María ve, según los testimonios que conoce, que estos hechos “suscitan
en algunas de ellas una rebelión interna muy fuerte” porque sienten “una
profunda frustración” pero “tienen miedo de hablar porque detrás de todo puede
haber historias muy complejas”. En el artículo se reconoce que la situación de
las religiones “no se trata sólo de dinero”, sino que el problema “más grande”
reside en el reconocimiento de su labor. “Muchas religiosas tienen la sensación
de que se hace mucho para revalorizar las vocaciones masculinas pero muy poco
por las femeninas”, se indica.
Cabe preguntarse, se pregunta
Jesús Bastante en Eldiario.com, qué ocurriría si el 8 de marzo las mujeres
hubieran hecho huelga y no hubieran participado de las misas, ni ayudado en la
catequesis, ni hubieran abierto la puerta de las capillas… “Seguramente, no
habría ninguna misa en España”, señala
una religiosa, que prefiere no dar su nombre y se lamenta que “Seguimos
sin tener voz ni voto”. Una realidad que, por primera vez, ha reconocido el
diario oficial vaticano, L'Osservatore Romano. “Hasta ahora –subraya Luceta
Scaraffia, directora del suplemento–, nadie
ha tenido el valor de denunciar estas cosas. Dentro de la iglesia, las mujeres
son explotadas”.
Las experiencias de esas monjas,
dice el artículo, podrían transformarse “en una mayor riqueza para toda la
Iglesia, si la jerarquía masculina lo ve como una ocasión para una verdadera
reflexión sobre el poder (en la institución)”. En el pasado, la mayoría de las
monjas que trabajaban como ayuda doméstica en residencias dirigidas por hombres
o instituciones como seminarios eran ciudadanas locales con redes de apoyo. En
los últimos años, muchas han llegado de África, Asia y otras partes del mundo
en desarrollo. El propio Papa Francisco criticaba, en 2016, “el reclutamiento
de candidatas de otros países con el único fin de salvaguardar la supervivencia
del monasterio” algo que calificó de “inseminación artificial” de conventos sin
vocaciones. Una situación que, por desgracia, es una constante en países como
España, donde se “importan” monjas de países como India, Congo o Sudán, y que
en muchos casos llegan a los monasterios en condiciones de semiesclavitud, para
trabajar más como sirvientas o asistentes de religiosas y sacerdotes que como
monjas dedicadas a la oración. El mismo papa Bergoglio lamenta que “siga
persistiendo cierta mentalidad machista” en la Iglesia y critica que “en la
propia Iglesia, el papel de servicio al que todo cristiano está llamado, se
deslice, en el caso de la mujer, algunas veces, hacia papeles más bien de
servidumbre que de verdadero servicio”.
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