Marcelino Orbés: “El mejor payaso del mundo”… El manifiesto en pro de la cultura como identidad de Europa y el homenaje de Estado a las víctimas del coronavirus.
En la película titulada “Marcelino,
el mejor payaso del mundo”, Germán Roda recupera la figura de Marcelino Orbés,
el payaso aragonés que conquistó Londres y Nueva York, admirado por Chaplin y
del que Buster Keaton asegura en unas declaraciones hoy recogidas en el libro “Buster
Keaton: Interwiews” que es “el mejor payaso que he visto sobre un escenario”. Charles
Chaplin coincidió con él en los escenarios y, a su muerte, fue quien envió las
flores que cubrieron su ataúd. Y el prolífico escritor y humorista británico E.
V. Lucas escribió en 1909: “Creo que nadie ha hecho reír a tantos niños
ingleses como él”. Y Begoña Piña se preguntaba el pasado 11 de julio por
nuestro personaje: “Quién era Marcelino Orbés, ese aragonés nacido en Jaca en
1873 que empezó de niño de los recados en el circo y se convirtió en el mejor
payaso del mundo de esa época. Con un éxito colosal que nadie antes había
conocido, su carrera, como la de muchos otros, se fue apagando con la aparición
del cine. Terminó arruinado y hundido en una depresión, pero nada de ello
explica el injustísimo silencio que ha ocultado desde entonces su existencia. El
ejercicio de investigación y recuperación de la figura de este acróbata y
payaso se debe al periodista Mariano García Cantarero, autor del libro “Marcelino,
el mejor payaso del mundo”, título que ahora lleva la película documental
dirigida por Germán Roda y que cuenta con la participación del clown Pepe
Viyuela. Una obra que comienza por el final, el 5 de noviembre de 1927, en el
Hotel Mansfield de Nueva York. Imágenes de antiguos números de circo conviven
en la película con espectáculos circenses grabados y con varios números de Pepe
Viyuela, recreando los de Marcelino. Fotografías del payaso, numerosos recortes
de prensa de la época, testimonios de clowns y expertos en la historia del
circo… se reúnen en la pantalla para narrar la historia del mejor payaso del
mundo”.
El auténtico Marcelino Orbés. Diputación Provincial de Huesca.
Marcelino, todavía un
niño, pisó su primer circo en Zaragoza. En la Plaza de Salamero, se enroló en
el Circo Alegría y entró a formar parte de la troupe de Los Martini. Tenía diez
años y era el encargado de poner las sillas para la función y recogerlas. Con
19 años, en Bruselas, comenzó a hacer su propio espectáculo, y con 22,
despuntaba como uno de los payasos que más hacía reír al público en Francia. El
mito de Marcelino comenzó poquísimo después en Ámsterdam, desde donde viajó a
Londres y comenzó una carrera de inmensa fama. El Hippodrome de Londres –hoy es el casino más grande de Inglaterra– fue el
trampolín para su deslumbrante ascenso. En aquel escenario en el que había un
tanque con 5.000 litros de agua, carruajes de caballos que rodaban a su
alrededor y donde actuaban las figuras más grandes del espectáculo, Marcelino
se convirtió en el rey de los payasos. “La primera actuación fue un show
espectacular, se llamaba Giddy Ostend”, dice el director de comunicación del
Hippodrome, que recuerda cómo allí Marcelino conoció a Chaplin, entonces un
joven que estaba en el coro.
El 8 de noviembre del 2017 se presentó, en
el Museo Pablo Gargall,o el libro de Mariano García Cantarero sobre el famoso payaso nacido en Jaca.
Dispuesto a seguir
creciendo, Marcelino Orbés aceptó un contrato para actuar en el Hippodrome de
Nueva York, el más grande del mundo, con un aforo de 5.200 localidades y un
escenario de 61 por 33 metros (tres veces el del Teatro Real de Madrid). Allí se
presentó un espectáculo estrella: Marcelino Orbés, el mejor payaso del
continente europeo, contra Slivers Oakley, el mejor payaso de América.
Marcelino, con 1,60 metros de alto, un smoking usado y su mímica especial…
arrasó. “Cada día iban a verle unas 10.400 personas. Fueron 240.000
espectadores al mes y 2,5 millones al año. Las cifras describen mejor que nada
el monumental éxito que consiguió Marcelino Orbés. Entre 1905 y 1907, no había
nadie en Nueva York que le hiciera sombra. Los empresarios del Hippodrome le
firmaron un contrato de por vida, él se convirtió en protagonista de un cómic
que se publicaba en un periódico, se hicieron muñecos de payasos con su figura…
y la prensa sentenció: “Sin duda, es el hombre más gracioso que ha existido.
Pero entonces apareció el cine. En el Hippodrome terminaron proyectando
películas y Marcelino Orbés empezó a decaer. El payaso, que había ganado
fortunas, terminó arruinado. Volvió a actuar en circos de carpa, pero ya no era
ni la sombra de lo que había sido. Se ahogó en una profundísima depresión. Tal
vez, su final hubiera cambiado si hubiera tenido la oportunidad de participar
en el cine –lo intentó con una película The Mishaps
of Marceline (1915) –, pero las condiciones de su contrato y
su ausencia de entusiasmo por el séptimo arte le dejaron al margen.
Pepe Viyuela en el papel de Marcelino.
“La dura vida que llevó
en su infancia seguramente le estimuló para dejar de ser el niño que lleva el
cubo o la comida a los elefantes y para convertirse en el más grande del mundo”,
afirma Pepe Viyuela, quien, por otro lado, añade: “Imagino que el éxito que
tuvo le convirtió en un hombre muy vanidoso y el fracaso le tuvo que doler
tanto…”. Como dice el clown José Piris, “el payaso necesita que le amen. A
partir de ahí es ya el oficio”. Begoña Piña escribe en Público. “A Marcelino le
amaron ¡millones de personas! pero él era el payaso ‘excéntrico’, el que lleva
la cara blanca dentro, el tipo que provoca sus propios accidentes y que hace
que todo el espectáculo gire sobre él. Es un payaso que, sin embargo, necesita
al público para medirse. Marcelino murió el 5 de noviembre de 1927, en el Hotel
Mansfield de Nueva York, pero había empezado a apagarse antes, cuando las luces
del circo empezaron a languidecer”.
El payaso más gracioso y triste del mundo.
De 1.900 a 1914,
Marcelino Orbés fue el mejor payaso del mundo. Triunfó en Londres y Nueva York y llegó a ser el clown
más aclamado por el público en la mayor industria del entretenimiento de la
época, tal y como recoge Germán Roda en una curiosa docuficción protagonizada
por Pepe Viyuela. “La historia de Marcelino tiene todos los ingredientes de una
buena película. Empezar desde la nada y llegar a lo más alto. Y luego volver a
caer. En lo personal, encarnó el tópico del payaso feliz en el escenario y
triste fuera de él. Las sombras de los grandes personajes siempre me han
interesado”. El director y guionista cuenta que decidió “recrear secuencias de
ficción, tanto para contar la vida de Marcelino como sus números circenses,
porque tristemente no existen imágenes en movimiento de este gran artista” y
añade que, desde el inicio del proyecto, pensó en Pepe Viyuela, “un actor y
payaso del siglo XXI con formación de mimo y clown”, para meterse en la piel de
un payaso del siglo XX: “De esta manera, es más atractivo para el público ya
que pueden hacerse una idea de las condiciones tan excepcionales que tuvo
Marcelino”. Su película, basada en el libro homónimo del periodista Mariano
García, homenajea a un artista que nació en Jaca (Huesca) y aprendió a sacarse
las castañas del fuego desde bien pequeño.
“Cuando Marcelino tenía ocho años, viajaba por Europa con la troupe de
Los Martini ordenando las sillas para los artistas. Lo debió de hacer con
gracia porque un día el público comenzó a lanzarle monedas, Marcelino dejó las
sillas para recogerlas y eso le costó una paliza”, explica Roda.
El filme recoge diversas
anécdotas relacionadas con su carrera, como aquella noche que Marcelino le
salvó la vida al rey Alfonso XII, quien acudió a ver uno de sus shows. El
artista estaba haciendo un número con elefantes y, de pronto, uno de los
animales barritó, levantó la trompa y quiso caminar hacia el monarca. Marcelino
tiró entonces su sombrero a la cara del elefante para distraerle, y este cambió
entonces de objetivo, dirigiéndose hacia él. El de Jaca tuvo entonces que dar
varias volteretas, subirse al trapecio y acabar en los techos del circo para
salvar también su propia vida. Aquel susto tuvo recompensa ya que, al día
siguiente, Alfonso XII le entregó una condecoración por la valentía mostrada la
noche anterior. “Creo que lo que diferenciaba a Marcelino de los demás era que,
además de ser un clown excepcional, era un acróbata sin parangón y eso era muy
difícil de superar”, comenta Roda cuando se le pregunta por la clave del éxito
del aragonés. “Era capaz de hacer un gesto sutil para que todos rieran y luego
hacer siete saltos mortales para que todos se quedaran con la boca abierta”.
Pero, su exitosa carrera empezaría a resentirse cuando la transición del mundo
del espectáculo empezó a gestarse. Roda nos recuerda: “La sociedad evolucionó y
el público comenzó a demandar otro tipo de espectáculos, como el cine. En lo
personal, Marcelino vivió el fracaso de su matrimonio y sus inversiones en
diversos negocios. Y para rematar, tomó varias decisiones un poco ‘arrogantes’
que hicieron que su figura se alejara del Hippodrome de Nueva York, y el
público comenzara a olvidarse de él. Entre otras cosas, Marcelino, quien
mantuvo la nacionalidad española hasta que, en 1922, le concedieron la
americana, llegó a montar su propio espectáculo para seguir siendo el
protagonista absoluto, pero la cosa no salió nada bien. Durante la gira,
sucedieron malos entendidos y situaciones críticas que hicieron que no tuvieran
la audiencia prevista y todo acabó en la suspensión del espectáculo, mala
prensa y el comienzo del fin para Marcelino”.
La noticia de su muerte en The New York
Times.
El teatro y el circo
perdieron fuelle en Nueva York, capital mundial del espectáculo en ese momento,
y el cine se convirtió a partir de entonces en el campo donde se estaba abriendo
un auténtico mercado en expansión. Marcelino fue coetáneo de artistas como
Charles Chaplin y Buster Keaton pero, a diferencia de ellos, él nunca supo
adaptarse al séptimo arte. Participó en un par de películas de las que hoy día
no queda ni rastro, pero no le convenció para nada esa industria. “Sus
espectáculos empezaron a recibir críticas negativas y, aunque ganó un dineral
en su época de máximo esplendor, el español también hizo inversiones
inmobiliarias y montó tiendas y restaurantes que nunca funcionaron. Todo ello
le llevó finalmente a la ruina económica y a verse sumido en una fuerte
depresión”. En sus últimos años de vida, Marcelino se vio obligado a trabajar
en ferias de condado y grandes almacenes. Desesperado, solo e incapaz de
vislumbrar un poco de luz al final del túnel, se suicidó a los 54 años en la
habitación de un humilde hotel neoyorquino. Dicen que en sus bolsillos se
encontró una papeleta de empeño. “Casi con toda seguridad se trataba del
alfiler de corbata con forma de herradura que le regalaron en el Hippodrome”,
se asegura en la película. Al parecer, Marcelino empeñó esa joya para poder
comprarse la pistola con la que acabó pegándose un tiro. Solo ochenta y cuatro
personas asistieron a su entierro, aunque la noticia de su muerte le brindaría
un último minuto de fama cuando el prestigioso The New
York Times decidió darla en portada.
Isabel Coixet, una de las firmantes del
manifiesto, en el rodaje de 'Nieva en Benidorm'.
Más de cuarentena
profesionales europeos vinculados al mundo de la cultura firmaban el pasado
lunes un manifiesto dirigido a la Unión Europea para reclamar ayudas al sector,
ya que consideran que en esta crisis gravísima la cultura se ha convertido en
la cenicienta. Los intelectuales de 16 nacionalidades y diferentes disciplinas
artísticas (escritores, músicos, directores de teatro y de museos, cineastas,
compositores. fotógrafos y artistas plásticos) reclaman que se ponga en marcha
un plan con el apoyo presupuestario necesario para el desarrollo del sector
cultural y de entretenimiento. La iniciativa ha sido promovida por la CEPI
(European Audiovisual Production) y la Asociación Estatal de Cine. El
documento, titulado “Una llamada para salvar el futuro de la cultura y el
entretenimiento”, está firmado, entre otros, por los cineastas Isabel Coixet y
el húngaro István Szabó; la cantante islandesa Björk, el compositor francés
Jean-Michel Jarre, el productor Agustín Almodóvar y el fotógrafo Joan
Fontcuberta. “La cultura europea está en medio de una crisis –arranca el
manifiesto–. La manera en que los responsables políticos y sociales respondan
ahora va a determinar el escenario para la próxima década de vida cultural y
creativa en nuestra Unión”. Desde el principio de la pandemia de Covid-19, los
teatros, cines, museos, salas de conciertos y similares han permanecido
cerrados y muchos de esos lugares no volverán a abrir. Los firmantes apuntan
que “el resultado ha debilitado a los sectores culturales y creativos, poniendo
en evidencia la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran”. Y
subrayan que “las industrias culturales y creativas representan un tercio de
los empleos en Europa”. Así lo recuerda el manifiesto: “La paradoja es que, a
pesar de tener un paisaje cultural tan disminuido, es en esa misma cultura en
la que la sociedad se ha refugiado durante este periodo de gran adversidad
social. Es la música que nos ha reunido en los balcones, y delante de películas
o series de TV que nos han entretenido. Son los documentales, los libros, las
actuaciones y el arte quienes nos han aliviado en nuestra soledad y nos han
ayudado a escaparnos intelectual y creativamente”. Los firmantes se lamentan
que “a pesar de los claros mensajes de los dirigentes de la Unión Europea
anunciando que nuestro sector sería firmemente apoyado, hoy vemos que las
ofertas actuales para un plan de recuperación no nos tienen en cuenta, y que el
presupuesto europeo extrañamente no considera las necesidades del sector
cultural y creativo”. Y concluye: “Esto es una oportunidad para la Unión
Europea de demostrar ampliamente que puede honrar sus valores. Ha llegado la
hora para Europa de ser ambiciosa e invertir en su futuro creativo. La cultura
es una tierra fértil sobre la que la próxima generación se una y florezca.
¡Enseñemos a la próxima generación europea qué tipo de futuro le queremos
ofrecer!”.
Vista general de la plaza, donde se celebró el 16 de julio el homenaje a
todas las víctimas del covid-19.
En el Patio de la Armería
del Palacio Real de Madrid, se celebró el homenaje de Estado a las víctimas de
la pandemia de coronavirus. Antes del rey, intervino Hernando Calleja, hermano
del periodista y colaborador de elDiario.es José María Calleja, fallecido por
el coronavirus. Y recordó a algunas de las personalidades muertas durante los
últimos meses como Lucía Bosé, Enrique Múgica, Luis Sepúlveda, Josep María
Benet, Alfonso Cortina, José Luis Capón, José María Calleja. Dijo que el
homenaje no es “para honrar las glorias de nadie sino para honrar la memoria
desnuda de quienes se fueron brutalmente, aquellos muertos anónimos y
silenciosos. Sé que cuando hablo de mi hermano estoy hablando de todos ellos”. Calleja
recordó que “la COVID nunca distinguió entre seres humanos. Ha sido y sigue
siendo una ejecutora fría, cruel y destructora” Y concluyó: “Hoy nos despedidos
de madres, padres, hijos, amigos, hermanos, tomamos sus manos, acariciamos sus
mejillas, besamos su frente. Descansen en paz y queden en la memoria de todos,
en la memoria de España”, concluyó.
Al acto asistieron unas
500 personas, entre los que estaban representantes de todos los partidos
políticos excepto de la extrema derecha de Vox. Estuvieron representadas las
más altas instituciones del Estado, así como el presidente del Parlamento
Europeo, David Sassoli; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der
Leyen, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, el alto representante
de la UE, Josep Borrell, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, el
director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom
Ghebreyesus y el secretario general de la Organización Mundial del Turismo,
Zurab Pololikashvili.
Los Reyes, la Princesa y la Infanta, a su
llegada al homenaje de Estado.
Acudió al acto la Familia
Real, el Gobierno, todos los presidentes autonómicos, además de representantes
de todos los partidos políticos, salvo Vox —por calificarla de “ceremonia
exculpatoria de un Gobierno que oculta a la mitad de los muertos”— y ERC —que
leyó que la monarquía “utiliza a las víctimas para blanquearse”—, además de
Bildu y CUP. Felipe VI pidió “respeto” y “entendimiento” para superar la crisis
del coronavirus.
El Ejecutivo enfatizó que este evento no era, en modo alguno, un acto
del Gobierno, sino una ceremonia de Estado y por ello la representación debía
ser nutrida, y de primer nivel.
1
Alberto Núñez Feijóo, Juan Manuel Moreno
Bonilla, Quim Torra e Iñigo Urkullu en el homenaje de Estado a las víctimas de
coronavirus.
El líder del PP, Pablo Casado, tras el acto, aprovechó la presencia de
las cámaras para apoyar al rey Felipe VI y hacer un mitin a favor de la Corona
y el valor de esta institución para nuestro país. “Respaldamos al Rey frente a
los ataques, que vienen ya de ministros del propio Gobierno”, aseguró.
Aroa López, la enfermera jefe del servicio
de Urgencias del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona: “No olvidemos nunca la
lección aprendida”.
Aroa López, quien comparecía
en representación de la “primera línea”, “transportistas, reponedores, cajeros,
personal de saneamiento, cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Miles de
hombres y mujeres que cuidaban de todos”, pidió a los ciudadanos que “no se
olviden” de la tragedia de la pandemia “respetando las recomendaciones
sanitarias”. Y lanzó un claro mensaje a favor de la sanidad pública: “Quiero
pedir a los poderes públicos que defiendan la sanidad de todos”. López recordó
que la labor de los sanitarios en los últimos meses ha sido “muy dura”. “Nos
hemos sentido impotentes, con la presión de tener que aprender sobre la marcha,
hemos dado todo lo que teníamos y actuado al límite de nuestras fuerzas. Muchos
compañeros tuvieron que dar su propia vida y los sanitarios fueron mensajeros
del último adiós”.
Homenaje de Estado por las víctimas de la covid-19 en el Palacio Real de
Madrid.
Gerardo Tecé, en su
artículo “Crónica de un homenaje extraño”, aparecido el viernes pasado en
Público, escribe: “Han pasado cuatro meses y unos días desde aquel fin de
semana de marzo en el que entendimos que a nuestras vidas llegaban curvas. Y
las curvas, vaya curvas, llegaron. Más de 28 mil muertos provocados por un
virus para el que no estábamos preparados nos traen a la mañana del 16 de julio
en un patio al aire libre en el Palacio Real de Madrid. En mitad del miedo a
los rebrotes, Madrid, capital estatal del drama, acoge el homenaje a unas
víctimas que siguen llegando y seguirán haciéndolo pasado el acto. Es decir, es
un homenaje extraño, porque no tiene la capacidad de cerrar un ciclo, pero que
sí pretende cerrar ciertas heridas… Hace unos meses, en lo más duro de la
pandemia, los representantes políticos de la mitad del país acusaban sin
pruebas a los representantes políticos de la otra mitad de un combo tremendo:
ser culpables de las muertes de miles de españoles y culpables también de haber
instaurado una especie de semi dictadura. No está mal para relajar una
pandemia. Ver hoy a Cayetana Álvarez de Toledo, portavoz de la histeria y el
fango en los momentos más duros, sentada junto a los supuestos sepultureros y
frente al pebetero encendido, hacía que su discurso bélico se apagase un poco
en nuestras cabezas. El PP iba al acto institucional convocado por el enemigo,
es decir, por el Gobierno, porque iba el Rey. Una actitud infantil como otra
cualquiera. El Rey iba al acto porque le tocaba ir y porque, además, en este
tipo de bolos nadie suele hablar de dinero ni de la familia… La periodista Ana
Blanco presentó a quienes tomaron el micrófono. Toda una vida al frente de los
telediarios de TVE, ya gobernase la derecha o la izquierda, la avalaban como
único ser humano disponible en la península ibérica capaz de realizar la tarea
de dar paso al orador sin provocar por ello una nueva guerra civil
veraniega…Tras el discurso de la enfermera catalana, los asistentes a la
ceremonia depositaron una rosa blanca en el monumento en recuerdo de las
víctimas del coronavirus. Para acabar, tomó la palabra el Rey Felipe VI, que
hizo el típico discurso que hace un rey en estas ocasiones. En estas ocasiones,
un rey siempre aporta claves tales como que somos un gran país. En un momento
dado, en una de esas frases plantilla que todo monarca lleva en sus discursos,
el rey Felipe VI pidió “unidad, respeto y entendimiento”. Fue la declaración
más sorprendente de la mañana. Especialmente viniendo de un rey al que no se le
ocurrió aparecer estos meses atrás para pedir ni unidad, ni respeto, ni
entendimiento cuando más falta hacían esas tres cosas. Cuando, a los momentos
más dramáticos de la crisis sanitaria se le unió la guerra civil política,
mediática y judicial... El acto de hoy, además de servir para simbolizar una
unidad social inexistente hasta el momento –simbolizarla, aunque sea en un acto
laico, no es otra cosa que rezar para que esa unidad aparezca– ha servido para
demostrar que se puede homenajear a las víctimas de una gran tragedia como la
vivida sin tener que recurrir a fórmulas injustas para la mayoría atea de este
país. Hoy, el protagonismo no lo ha tenido ningún gerifalte hiperfinanciado de
la Iglesia católica prometiendo el cielo para los fallecidos. El protagonismo
lo ha tenido hoy la enfermera Aroa pidiendo la financiación necesaria para que
la sanidad pública trabaje en condiciones dignas, para que no nos volvamos a
ver en un acto así. Sólo por esto, el homenaje ha merecido la pena”.
Incidente en Bilbao: dos guardaespaldas de
Felipe acorralan a un periodista catalán.
Al día siguiente de este
homenaje, viernes, Marc Villanueva, de ElNacional.cat, informaba que dos
guardaespaldas de Felipe acorralaron a un periodista catalán: “La relación de
la Corona y los periodistas es entre inexistente y pésima. La más alta
institución pública del Estado es opaca, y cuando filtra información es sólo a
periodistas afines y para hacer de globo sonda… En el viaje de los reyes a
Bilbao los nervios han derivado en un incidente con un periodista del diario
que ha publicado nuevas cintas de Corinna”. El periodista catalán Joan
Guirado, redactor de OK Diario, explicó el tenso encontronazo con los que
protegen al monarca y cómo le han advertido, arrinconado y perseguido todo el
trayecto, intimidándolo en Bilbao: “He tenido miedo, me han hecho un sandwich,
uno delante y uno detrás. Me escuchan hablando por teléfono, qué triste. Me
dicen qué voy a preguntar y que no lo haga. Marcaje de dos, me han afeado la
pregunta. España 2020: dos policías del rey diciendo a un periodista qué puede
y qué no puede preguntar, intimidándolo. Parece mentira que alguna prensa
proteja a esta Corona. Ha pasado en Bilbao, pero parece Corea del Norte”.
Así recibieron a felipe uve palito en Bilbao.
El diputado de Vox,
Iván
Espinosa de los Monteros cargaba el pasado martes contra el periodista Antonio
Papell en su intervención de “Los desayunos de TVE”, mandando al periodista al
psiquiatra: “Yo le aconsejaría un poco más de moderación, equilibrio, de
prudencia... y que la terapia la lleve a profesionales de la psiquiatría que es
donde uno tiene que ventilar ese tipo de problemas”. Xabier Fortes, presentador
de “Los desayunos de TVE”, intentó mediar y Papell aseguró que iba a poner sus
palabras en manos de sus abogados.
Feijóo defiende un PP “centrado y
templado” lejos del “populismo extremista” de Vox. E incluye indirectamente a
Cayetana en “el espectáculo que estamos dando a los ciudadanos, que es de
mediocridad”. Casado responde “Nadie nos tiene que llevar a la moderación
porque siempre hemos estado en ella”. Se van cogiendo posturitas por el Trono.
(Skakeo FanZine)
Mal día para los Pablos
tras las elecciones en Galicia y Euskadi... A Iglesias se le va cayendo Podemos
en cada elección mientras siguen saliendo frentes y divisiones. A Casado le
fracasa estrepitosamente su intervencionismo en Euskadi (4 escaños menos que
con Alonso y yendo junto con C´s) mientras su gran rival al trono pepero vuelve
a sacar mayoría en Galicia. Ni una le sale. (Skakeo FanZine)
El rey Juan Carlos I
introdujo durante años en España miles de euros en billetes procedentes de
Suiza por los controles del aeropuerto de Barajas.
Ojo al SPOILER sobre la relación entre Juan Carlos I y Felipe VI.
Inesperado total. (Skakeo Fanzine)
El pasado 6 de julio hubo un funeral por las víctimas del Covid en
España organizado por la Conferencia Episcopal y al que acudió la Familia Real.
Con ese acto, la Monarquía y la Iglesia Católica creen
haber cumplido con su cupo de esfuerzos durante la Pandemia.
Numerosos familiares y ciudadanos no católicos criticaron el funeral
presidido por los reyes. “El verdadero
funeral por las víctimas del COVID 19 es de Estado y Laico –escribe Eduardo
Jorquera Barriuso–. No es la payasada nazi-onal catolicista de los fascistas y
meapilas del otro día en búnker de la Almudena”.
Traducción: Hagámosla caer.
Creo que se lo puso en la nariz que no toca (Sergio de la Mata).
El amor de su vida.
“Él tiene ochenta y
tantos años e insiste en llevar de la mano a su mujer por donde anda. Cuando le
pregunté, ¿Por qué su mujer camina como distraída, como si siguiera nada? El
respondió, porque tiene Alzheimer. Entonces le pregunté, ¿Se preocupará su
mujer si usted la suelta, la deja o simplemente usted se cansa? Y respondió: “Ella
no se acuerda...Ya no sabe quién soy yo, desde hace un par de años, ya no me
reconoce”. Sorprendido, le dije: “¡Qué bien! Y, aún así, sigues, de guía por el
camino cada día a pesar de que ella no te reconoce”. El hombre sonrío, me miró
a los ojos. Entonces me dijo: “Ella no sabe quién soy yo, pero yo si sé quién
es ella: el amor de mi vida”.
Todos debiéramos tener una vida con vistas al mar.
El humor en la prensa de
esta semana: El Roto, Peridis, Vergara, Pat, J.R. Mora, Eneko, Enrique, Atxe,
Pedripol, Malagón, Santy Gutiérrez, Miki y Duarte…
Batacazos.
Pospuesto indefinidamente.
La familia Pujol al banquillo.
El que no rinde cuentas.
Añorado estado de alarma.
Padre e hijo, brote y rebote.
Uns gañan e outros non.
Pozo sin fondo.
Patriotas.
La venda.
Pep Roig nos presenta, con su humor: Aquellos polvos…, Usos, Mascarillas multiuso, Los 'tontolhabas', Mascalva, Muñecovi...
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