Así comenzó la Segunda República Española…Hoy, los sentimientos republicanos de los socialistas, con bridas monárquicas.
La proclamación de la Segunda República se considera un acontecimiento crucial para entender la historia contemporánea de España, según explica Enrique Moradiellos en su libro “Historia mínima de la Guerra Civil española” (Turner, 2016), ya que supuso el fin de la monarquía borbónica y puso de manifiesto la existencia de las “dos Españas socioeconómicas”: un entorno rural todavía mal comunicado y con altos índices de analfabetismo, y unos núcleos urbanos cada vez más poblados e industrializados, donde vivía la pequeña burguesía. El 9 de diciembre de 1931, se aprobó la Constitución de la República Española, la primera que reconocía el sufragio universal y el derecho de las mujeres a votar. El político y periodista, Manuel Azaña, fue nombrado presidente del gobierno y el abogado y jurista, Niceto Alcalá-Zamora, presidente de la República. Durante esta primera etapa, se llevaron a cabo reformas políticas para reducir la influencia de la Iglesia Católica sobre los poderes del estado, se aprobaron leyes sociales como la del divorcio y se mejoraron las condiciones laborales de los trabajadores. Además, el gobierno de Azaña puso en marcha una reforma educativa para reducir las cifras de analfabetismo, que afectaba en torno al 30% de la población, sobre todo en el ámbito rural, y se previó la construcción de una gran cantidad de escuelas públicas. Además, se impulsaron las “misiones pedagógicas”, un proyecto educativo vinculado a la Institución Libre de Enseñanza (ILE) que promovía el saber y la cultura popular entre los distintos pueblos y territorios de España. Llegaron ellas a las primeras poblaciones rurales que las recibieron con miradas reticentes o interrogativas, con manifestaciones de alegría y con muestras de curiosidad. Los testimonios gráficos y fotografías que ha llegado hasta nosotros nos muestra esa mezcla de sensaciones y de sentimientos que vivieron los aldeanos en su primer contacto con aquel grupo de personas tan peculiares procedentes de las ciudades. La mayoría de los habitantes de la España rural no estaban habituados a este tipo de visitas. En algunos casos, eran tan ocasionales que suponían un acontecimiento excepcional. Pero, en la mayoría de casos se trataba de visitas regulares o esporádicas de familiares o de representantes de las autoridades gubernativas o provinciales. Eran unos visitantes muy especiales, que venían en nombre de la República y traían un buen número de novedades: proyectores y películas de cine, gramófonos con discos, representaciones teatrales, retablo de títeres, reproducciones de cuadros famosos, además de historias, poesías, romances, lecturas y canciones. Su presencia no podía resultar indiferente, como de hecho sucedió. Otra de las grandes reformas de este periodo fue la aprobación de la Ley de Reforma Agraria, que consistía en la expropiación de grandes fincas que no estuviesen cultivadas directamente por sus propietarios a cambio de una indemnización. El objetivo era acabar con la desigualdad social que existía, principalmente, en el sur de España.
“Primero vimos –sigue explicando Josep Pla el 8 de mayo de 1931– la apoteosis popular, fabulosa, del 14 de abril. Siguieron luego unos días más bien tranquilos. Los observadores forasteros, la prensa extranjera, manifestaron su sombro ante un cambio d régimen tan unánime, plácido, sin efusión de sangre, pacífico. Tras tantos años –siglos– en los que los observadores habían demostrado el enorme arraigo de la Monarquía, el árbol ha caído sin que ningún rayo lo haya hendido… Las cosas ahora vuelven a animarse. Los cafés están llenos –la tarde entera y parte de la noche–. Hay innumerables tertulias, renovadas constantemente: unas se van y otras vienen. Son todas políticas. Una pequeñez cualquiera se convierte en un asunto político. Se discute encarnizadamente. El periodista no puede entrar en este hormigueo de nimiedades grotescas. La nimiedad es una de las características del provincianismo. Pero es un hecho: a la gente le gusta esta efervescencia… Cuando uno adopta ante la autoridad una postura meramente crítica –es decir, la postura llamada aquí revolucionaria– aparece siempre alguien que es más revolucionario que quien lo puede ser en un momento dado. Este segundo desbanca fatalmente al primero, con suma facilidad; posteriormente, el triunfante es desbancado a su vez por un tercero, más revolucionario…”. Tres días más tarde, Pla habla de la quema de los conventos. “Sale la primera ocanada de humo del rosetón de la iglesia del convento de jesuitas de la Flor… Ante el incendio, la reacción de la gente es francamente curiosa… Una parte de los madrileños ha podido contemplar el espectáculo comiendo churros, buñuelos y estos helados que aquí llaman polos... Es francamente curioso ver al pueblo de Madrid con un churro en la boca, el ojo lleno de curiosidad, una sonrisa festiva en la cara, mirando cómo sale el humo del convento… La gente se mira entonces con una especie de sombra d extraño terror. Se quita de encima el resquemor de la quema como buenamente puede… Una gran parte de la población de Madrid desfila mientras tanto por la Gran Vía. Los vendedores se hinchan a vender. Muchos ciudadanos, apuntalados en la pared, aprovechan el tiempo para hacerse limpiar los zapatos. Y muchos ciudadanos lo han contemplado non caras largas y tristes. Resignados, no sé. Casi me atrevería a decir que esta terrible insensatez ha gustado poquísimo a Madrid, por no decir que no ha gustado nada –entre las personas conscientes, claro está…La quema de conventos ha sido un espectáculo de los que no se ven cada día, y este pueblo paladea las novedades”.
Éibar fue la primera ciudad en alzar la bandera tricolor, la madrugada del martes 14 de abril de 1931, a las seis y media de la mañana. La corporación municipal recién elegida en las elecciones del domingo (10 concejales socialistas, 8 republicanos y 1 del PNV) proclamó en Éibar la Segunda República. La bandera tricolor fue izada por el concejal más joven de la recién elegida corporación, Mateo Careaga, que era miembro del Grupo de Acción Republicana. Este hecho suponía una profunda transformación de la distribución del poder ya que, por primera vez, accedieron a él las clases medias y los trabajadores. Cuando se confirmó la proclamación en Barcelona, el pueblo se concentró frente al ayuntamiento para retirar la placa con el nombre de Plaza de Alfonso XIII y colocar la nueva placa de Plaza de la República, improvisada en cartón. El escritor eibarrés Toribio Echeverría redacta, en su libro Viaje por el país de los recuerdos, la proclamación de la Segunda República en Éibar de esta forma: “...y antes de las seis de la mañana habíase congregado el pueblo en la plaza que se iba a llamar de la República, y los concejales electos del domingo, por su parte, habiéndose presentado en la Casa Consistorial con la intención de hacer valer su investidura desde aquel instante, se constituyeron en sesión solemne, acordando por unanimidad proclamar la República. Acto seguido fue izada la bandera tricolor en el balcón central del ayuntamiento, y Juan de los Toyos dio cuenta desde él al pueblo congregado, que a partir de aquella hora los españoles estábamos viviendo en República”.
Tras Éibar, a lo largo del martes 14 de abril se proclamó la República desde los balcones de los ayuntamientos de las principales ciudades ocupados por los nuevos concejales. Un ejemplo de lo que ocurrió aquel día puede ser Valencia. A lo largo de la mañana del 14 de abril las calles de la ciudad se fueron llenando de gente que celebraba el triunfo de la candidatura republicana-socialista, liderada por el blasquista Partido de Unión Republicana Autonomista (PURA) cuyo máximo dirigente era Sigfrido Blasco-Ibáñez, hijo del fundador del partido, el conocido político y escritor Vicente Blasco Ibañez que había fallecido tres años antes. Los otros partidos que integraban la Alianza Antidinástica eran el PSOE, la Derecha Liberal Republicana, el Partido Reformista, y el partido valencianista Agrupación Valencianista Republicana. A diferencia del día anterior en que la Guardia Civil había disuelto a los manifestantes que gritaban “¡Visca la República!” causando varios heridos, ahora se limitaba a mirar sin intervenir. Los partidos de la Alianza Antidinástica repartieron octavillas anunciando que la República era ya un “hecho definitivo”. Y pidieron que, si el Ejército aparecía en las calles, se le vitoreara, porque “ya no es la milicia de pretor, es el Ejército de la Nación y merece todos los respetos”. Luego, se dirigieron hacia el Ayuntamiento para tomar posesión del gobierno de la ciudad y se izó la senyera y la bandera republicana. Durante esa tarde, las funciones de los teatros y de los cines fueron interrumpidas para oír la Marsellesa y el Himno Regional Valenciano. A las nueve de la noche los concejales y los dirigentes de los partidos de la Alianza Antidinástica se reunieron en el Ayuntamiento (invadido por la multitud que llenaba las escaleras, los vestíbulos y los salones, y que también abarrotaba la plaza de Castelar) y eligieron como alcalde provisional de la ciudad a Vicente Marco Miranda. Así mismo, se redactó un bando al pueblo valenciano: “La República ha estat implantada per la via legal, donant al món un exemple únic en la Història. Que la seua defensa i consolidació siguen també exemplars” (“La República ha sido implantada por la vía legal, dando al mundo un ejemplo único en la Historia. Que su defensa y consolidación sean también ejemplares”). Francesc Macià, el líder de Esquerra Republicana de Cataluña, dirigió al pueblo valencino (“unido a Cataluña por gloriosos vínculos históricos de sangre y de lengua”). La respuesta del nuevo alcalde, Marco Miranda, fue: “València correspon salutació Catalunya admirable en un abras de germanor, cridant visca el poble català, visca Espanya republicana” (“Valencia corresponde saludo Cataluña admirable con un abrazo de hermandad, gritando viva el pueblo catalán, viva España republicana”). El día siguiente fue declarado festivo, y, por la tarde, hubo un desfile militar encabezado por el propio capitán general que delante del Ayuntamiento rindió homenaje a la nueva bandera.
Alrededor de la una y media de la tarde del 14 de abril, Lluís Companys, uno de los líderes de Esquerra Republicana de Cataluña que había obtenido una resonante victoria en las elecciones municipales del 12 de abril, salió al balcón del Ayuntamiento de Barcelona, en la plaza de San Jaime para proclamar la República e izar la bandera republicana. Alrededor de una hora después y desde el mismo balcón, donde ondeaba también la senyera catalana, el líder de Esquerra Francesc Macià se dirigió a la multitud concentrada en la plaza y proclamó, en nombre del pueblo de Cataluña, “L'Estat Català, que amb tota la cordialitat procurarem integrar a la Federació de Repúbliques Ibèriques”. A media tarde, Macià se dirigía a la multitud, pero esta vez desde el balcón de la Diputación de Barcelona, situado enfrente del Ayuntamiento en la misma plaza de San Jaime, para comunicarles que había tomado posesión del gobierno de Cataluña, afirmando a continuación que “d'aquí no ens trauran sino morts” (“de aquí no nos sacarán sino muertos”). A continuación, firmó un manifiesto en el palacio de la Diputación en que proclamó de nuevo el “Estat Català” bajo la forma de “una República Catalana”, y pidiendo a los otros “pueblos de España” su colaboración para crear una “Confederació de Pobles Ibèrics”. Una tercera declaración de Macià, por escrito como la segunda, se produjo a última hora de la tarde, cuando se supo que la República había sido proclamada en Madrid y el rey Alfonso XIII abandonaba el país. Después de hacer referencia al Pacto de San Sebastián”, se proclamó “La República Catalana com Estat integrant de la Federació Ibèrica”. En realidad, la actuación de Macià no iba encaminada a una ruptura con España, proclamando la independencia, sino a provocar, desde una situación de fuerza, el cumplimiento de lo acordado en San Sebastián, la concesión inmediata de una amplia autonomía, que quería federal”. Tres días después, varios ministros del Gobierno Provisional republicano viajaron rápidamente de Madrid a Barcelona para persuadir a Macià de que abandonara su idea y se mostrara favorable a la adopción de un estatuto de autonomía promulgado por las Cortes, a lo que accedió.
El 40º Congreso de los socialistas, celebrado el pasado mes de octubre, volvió a dejar fuera la enmienda de Juventudes Socialistas para apostar por un cambio de modelo de Estado.El 40º Congreso de los socialistas, celebrado el pasado mes de octubre, volvió a dejar fuera la enmienda de Juventudes Socialistas para apostar por un cambio de modelo de Estado. El Gobierno de Pedro Sánchez dejó de momento aparcada la ley de reforma de la Corona, al menos no está entre sus previsiones para este 2022. En las resoluciones del famoso Congreso de Suresnes celebrado en 1974, los socialistas declararon: “El PSOE se pronuncia por la constitución de una República Federal de las nacionalidades que integran el Estado español por considerar que esta estructura estatal permite el pleno reconocimiento de las peculiaridades de cada nacionalidad y su autogobierno a la vez que salvaguarda la unidad de la clase trabajadora de los diversos pueblos que integran el Estado español". Pero el partido tuvo que adaptarse poco después a la Transición y la Constitución de 1978, dejando aparcadas las aspiraciones republicanas y las del PCE. Algo que ya ha durado 44 años, hasta el día de hoy. La posición de los socialistas sobre el debate monarquía o república la resume una respuesta del actual secretario de organización del partido, Santos Cerdán, en una entrevista con Público realizada el pasado mes de diciembre. “En el Congreso Federal del PSOE, en València, volvieron a evitar de alguna manera el debate sobre monarquía o república. ¿Siguen apostando por el modelo actual de Jefatura del Estado?”, preguntaba este medio. “Sí –respondió Cerdán–, es el pacto que nos dimos en el 1978. No lo evitamos nunca, nosotros somos de alma republicana, nunca lo hemos negado, la gran mayoría descendemos de familiares republicanos y nuestro espíritu es republicano. Pero somos respetuosos con lo que pactamos y el pacto del 78 nos dotó de lo que hoy tenemos, esta monarquía. Por tanto, somos respetuosos con el pacto constitucional del 78, pero mantenemos nuestro sentimiento republicano, como es evidente y está reflejado en el 40º Congreso”. De esta manera se aprobó en el último congreso. “El PSOE se reafirma de forma clara y contundente en los valores republicanos y democráticos que ha defendido a lo largo de toda su historia, la igualdad, la libertad y la fraternidad, a la vez que confirma su lealtad al pacto constitucional de 1978 y a sus instituciones, que contribuyeron a alumbrar nuestra democracia y garantiza los derechos y libertades de la ciudadanía española”. La ministra portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, fue preguntada este martes por Público en rueda de prensa por las posiciones del actual Ejecutivo. “Las consideraciones republicanas del PSOE no debo abordarlas en esta sala donde represento al Gobierno”, señaló. En este sentido, consideró que la forma de Estado actual, de monarquía parlamentaria, es la más idónea, refiriéndose al pacto constitucional. El Gobierno de Pedro Sánchez ha dejado de momento aparcada la ley de reforma de la Corona, al menos no está entre sus previsiones para este 2022. Sin embargo, los guiños simbólicos del PSOE a la II República son frecuentes. Así lo demuestra, por ejemplo, el manifiesto lanzado el pasado año, pero siempre mencionando la importancia de la actual Constitución: “La experiencia democrática de los años 30 y todo aquel impulso democratizador de la Segunda República, con sus valores y sus virtudes, se mantuvo en la memoria de los españoles y españolas del exilio exterior e interior y, tras la muerte del dictador, quedó plasmado en nuestra Constitución de 1978 que nos ha dado los mejores años de avance, progreso y modernización de nuestra historia contemporánea”.
“Cuando faltan 9 años para que se cumpla un siglo de la proclamación de la IIª República Española, hay quienes seguimos lamentando que se truncara la posibilidad de desarrollarla. Haría ya casi cien años que viviríamos habiendo dejado atrás un estado monárquico corrupto que, habiendo caído un 14 de abril fruto de la decisión popular, fue nuevamente restaurado por un dictador golpista. Aquel general de infausto recuerdo se encargó de dejarlo todo bien atado, designando como sucesor en la Jefatura del Estado a un joven príncipe. Y así siguen las cosas a día de hoy. Dejando a un lado el trágala del dictador, yo diría que, desde un punto de vista razonable, no parece ético ni aconsejable que la jefatura de un Estado pase de padres a hijos, con carácter vitalicio y, por si fuera poco, dotado de inviolabilidad. Los derechos adquiridos desde la cuna contrastan con la idea de meritocracia en la que supuestamente vivimos. A cualquier demócrata se le supone, por otra parte, la idea de que dicha jefatura debería nacer de la voluntad popular, ser renovada por las urnas cada cierto tiempo y, por supuesto, estar sujeta a las mismas condiciones legales que el resto de instituciones. ¿Resulta pertinente que el primero de los ciudadanos de un estado esté blindado ante cualquier delito? ¿No tiene esto un tufillo medieval? ¿No ha servido de nada haber pasado por la Ilustración? Si bien el propio concepto de la monarquía resulta atávico y conectado a aspectos mitológicos, recordándonos la idea de la designación divina y la de un pensamiento mágico y supersticioso; en el caso español la cosa se agrava, dado el historial de nuestros borbones.
“Desde el felón Fernando, dechado de virtudes absolutistas, pasando por su viuda Mª Cristina de Borbón, con negocios poco claros en temas ferroviarios (no existía el AVE a la Meca, pero ya el caballo de hierro era un filón para los grandes comisionistas) y que, al parecer, metió también las manos en el abominable comercio de esclavos; continuando con su hija Isabel, que tampoco era manca, y que logró colocar su reinado en el top del disparate y la corrupción más chusca, hasta resultar defenestrada por la Gloriosa en 1868; siguiendo con su nieto Alfonso, que mostró sobradamente su afición por el lujo, y de quien Valle Inclán dijo ‘no echamos a Alfonso XIII por rey sino por ladrón’; continuando con la fortuna de procedencia nunca explicada de Don Juan, padre de Juan Carlos, que también deja algunas sospechas sobre la mesa; y acabando por el colofón del emérito, con sus comisiones multimillonarias, fraude al fisco y donaciones a viejas amistades, la lista se vuelve interminable y demoledora. Por cierto, aunque todos ellos, desde Fernando VII a Juan Carlos I, pasando por Isabel II y el propio Alfonso XIII, hayan sufrido en sus carnes el exilio y en algún momento de sus vidas hayan tenido que abandonar el país, como si de un bumerang perfecto se tratara, los Borbones siempre vuelven. Cabría preguntarse, acogiéndonos a la presunción de inocencia, si el actual rey Felipe VI no merecería un voto de confianza, ya que ninguna corruptela parece adornarle aún; pero, a la vez, me pregunto si no nos merecemos los españoles también el voto, para poder decidir. Esta consulta serviría para dejarnos a todos más tranquilos: a los monárquicos porque, en caso de resultar avalada su propuesta, habrían demostrado de buena ley que el pueblo español prefiere reyes a presidentes electos, y a los republicanos no nos quedaría entonces más remedio que callarnos de una vez. Pero también porque, en el caso de que se optara por la república como forma de gobernarnos, seguramente esta vez sí, a la tercera, fuera la vencida”.
Otras imágenes, fotomontajes y fotos sorprendentes:
El proceso hacia la Tercera República es imparable. Sólo es cuestión de tiempo.
Qué curioso que el destino a veces haga coincidir dos eventos, como si quisiera darnos alguna moraleja. Al tiempo que en Francia se aísla a la ultraderecha tras los resultados en la primera vuelta de sus elecciones, el PP abraza este lunes a Vox en la investidura de Mañueco en Castilla y León. El timing perfecto para los que hacen como que no se quieren enterar. El PP situará como vicepresidente, no olvidemos, a Juan García-Gallardo, un tipo que tuvo que borrar varios tuits racistas y homófobos cuando se empezó a rascar un poco para ver quién era. Además, el presidente de Vox en las Cortes de Castilla y León cobrará 15.000 euros al año más que Pedro Sánchez. (Tremending)
Las infantas Elena y Cristina acuden con sus hijos al emirato árabe de Abu Dabi, donde reside Juan Carlos I desde que abandonó España, en agosto de 2020. “Realmente –cometa Domingo Represa en Facebook–, es una foto insultante y de vergüenza para la sociedad española; las hijas engañadas con el abuelito estafador, dando una imagen de lo peor y más lamentable de nuestro país (al que dicen amar, pero lo que hacen es esquilmar) y como ejemplo a los hijos dudoso. Despreciable ejemplo para la sociedad española en momentos de crisis y de sufrimiento para gran parte de la ciudadanía de España”. Curiosamente, en la fotografía del emérito con sus hijas y sus nietos, el hijo de Cristina y Urdangarin tiene cabeza, pero le faltan las piernas.
Faltan piernas, sobra poca vergüenza. (Skakeo FanZine)El humor, en la prensa de esta semana: Forges, El Roto, Peridis, Enrique, Manel F., Vergara, Malagón, Asier y Javier, Eneko, Flavita Banana, Indígoras y Pachi, J. R. Mora, Riki Blanco, Iñaki y Frenchi…
Los vídeos de esta semana
republicana:
LA SEGUNDA REPÚBLICA en
10 minutos. Resumen HD
LA SEGUNDA REPÚBLICA
ESPAÑOLA (1931-1936) | Resumen fundamental del periodo
¿Sigue estando vigente
ser republicano o republicana?
"Es necesaria la IIIª República para vosotros, la juventud"
Premio 8 Marzo. Maestras
de la República.wmv
Cinco películas para
entender la II República: 1ª. “¡Ay, Carmela!”, de Carlos Saura.
Con un toque de humor, los personajes, representados entre otros por Andrés
Pajares o Carmen Maura, llevan su obra de teatro a favor de la República por
toda España.
En esta historia, cotada
por Berlanga, un grupo de soldados republicanos secuestran a una vaquilla en un
pueblo del bando nacional, solo para fastidiar al enemigo.
La vaquilla (1985) de
Luis García Berlanga
Las bicicletas son para
el verano. Lola Salvador Maldonado lleva al cine esta obra de teatro de
Fernando Fernán-Gómez, quien la escribió basándose en su propia experiencia
durante la II República.
Este telefilm pone en
valor la figura de Clara Campoamor a partir de la actriz Elvira Mínguez, quien
cuenta la historia de una mujer que tuvo que hacer frente a toda una generación
para anteponer sus ideales y la libertad.
CLARA CAMPOAMOR LA MUJER OLVIDADA
Tierra y libertad. Un comunista de Liverpool viaja a España, concretamente a Aragón, donde participa de las Brigadas Internacionales. Allí conoce a Blanca, una anarquista que refleja las dos caras de una misma lucha contra el fascismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario