La ayusomaquia
David Torres mostraba a
principios de este mes en Público cómo poblar la Comunidad de Madrid de toreros
parecía ser el próximo objetivo de la presidenta, ya que más de dos décadas de
gobiernos del PP habían conseguido, según los resultados de las últimas
elecciones, que la región rebosara de millonarios. “En Madrid hemos hecho
realidad aquel chiste de ‘Los siete magníficos’, cuando al reclutar pistoleros,
se encuentran a Charles Bronson cortando troncos a hachazos, sudando como un
burro, y le preguntan si necesita pasta: ‘No’ responde Bronson sin soltar el
hacha, ‘hago esto porque soy un millonario excéntrico’.
“Madrid, en efecto, está
llena de millonarios excéntricos con dinero de sobra para pagarse una sanidad
privada y una educación a la carta, oligarcas castizos que podrían darse la
vida padre en Saint-Tropez o en Mónaco, pero que prefieren embutirse en un vagón
de metro a las siete de la mañana, disfrutar de los atascos en la M30 y tomarse
luego unas cañas con los colegas en una terraza para respirar ese clima de
libertad que brilla como en ninguna otra parte del mundo. De ahí que, puestos a
elegir entre unos hospitales bien administrados, con personal suficiente y bien
pagado, los millonarios excéntricos que votan a Ayuso prefieren unos hospitales
kafkianos, con citas médicas a uno o dos años vistas, pero con el orgullo de
costear una academia taurina que sea la envidia del orbe, donde puedan
consultar los treinta tomos del Cossío, aprender a pegar chicuelinas y revisar
las mejores estocadas de Cagancho.
“Ayuso, que había
prometido acabar con los chiringuitos, ha inaugurado una Oficina del Español,
con Toni Cantó al frente, cobrando un sueldo anual de 75.000 euros y manejando
un presupuesto que ni se sabe, sólo para que el idioma castellano se haga
fuerte en la capital, donde sufre el imparable avance del rumano, el suajili y
en quechua. Una cantidad similar cobra el director del Centro de Estudios
Taurinos, el diestro Miguel Abellán, aunque también se ignora el monto total de
este tinglado subvencionado a tocateja del bolsillo de usted con el único fin
de promocionar a bombo y platillo no sólo la tauromaquia sino también la
ayusomaquia, que es el arte de ganar elecciones haciendo el paseíllo, lanzando
puyazos, pinchando en hueso y mirando al tendido con ojos como cornadas.
“Desde hace mucho, los
toros cuentan –remata Torres–con partidarios y detractores tanto en la derecha
como en la izquierda. Hace sólo unos días Carmen Calvo aseguraba: ‘No hay nada
más moderno que una tarde de toros o una ópera. A nuestra sociedad le cuesta
mucho entender la muerte’. Sobre todo, la muerte cerebral. Más allá de los
poemas de Lorca, Hernández y Alberti, en uno de los mayores monumentos que ha
producido, la teleserie Juncal, Paco Rabal decía, en el papel de un maltrecho y
casi póstumo matador de toros, que las mujeres están en el mundo para amar a
los toreros, los poetas para cantar a los toreros, los arquitectos para
levantar plazas de toros, los músicos para componer pasodobles y los médicos
para curar a los toreros. No iban a estar para curarlo a usted. El mundo entero
gira alrededor del toreo por la misma regla de tres que Madrid órbita alrededor
de Las Ventas. Música, maestro”.
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