La rebelión en Disney frena la nueva ley homófoba de Florida.
Un grupo de activistas LGBT se manifiesta en Disney en Orlando, Florida, el 3 de marzo.
El Senado de Florida ha
aprobado una normativa que restringe que los profesores hablen con sus alumnos
sobre orientación sexual e identidad de género y permite que los padres puedan
demandar a los centros si se saltan esta regla. La comunidad LGTB busca el
apoyo de Disney, que es clave para la economía de este estado como sede de sus
parques de atracciones. La presión para la empresa ya está en forma de parones
de 15 minutos entre los empleados que trabajan en los parques de atracciones de
Florida y California –este martes hubo una huelga general–, con la movilización
en redes sociales con las etiquetas #DisneyDoBetter (“Disney, hazlo mejor”) o
#DisneySayGay (“Disney, di gay”), entre otras. Disney podría ser clave en este
caso por el poder económico que tiene en el estado, ya que da trabajo a más de
77.000 personas en Florida y sus extensos parques temáticos de Walt Disney
World juegan un papel importante en la salud económica del turismo.
Aunque Disney no ha hecho
declaraciones públicas, el consejero delegado de la compañía, Bob Chapek, dijo
en un correo interno a los empleados que Disney suspenderá todas las donaciones
políticas en el estado y también se disculpó directamente con los trabajadores
LGTBI. “Está claro que éste no es solo un problema sobre un proyecto de ley en
Florida sino otro desafío a los derechos humanos básicos”, dijo Chapek. “Necesitabais
que fuera un aliado más fuerte en la lucha por la igualdad de derechos y os
defraudé. Lo siento”. En una asamblea virtual con sus empleados reconoció
también que había cometido un “error” al no criticar en público antes la ley.
Disney dice que planea crear grupos de trabajo para escuchar las
“preocupaciones” de sus empleados LGTBI.
Tras la carta interna de
Chapek, Ronald DeSantis, un político estadounidense y actual gobernador de
Florida desde 2019, dijo en un acto público que Disney no está a la altura de
sus valores para los niños. “Cuando tienes empresas que han hecho una fortuna
siendo amigables con la familia y atendiendo a familias y niños pequeños, debes
entender que los padres de niños pequeños no quieren que esto se inyecte en el
aula de las guarderías de sus hijos”, ha indicado. El político conservador también
acusó a Disney de estar “demasiado involucrado con el partido comunista de
China”, sugiriendo que los lazos comerciales de la compañía con China han
anulado su “autoridad moral”.
La medida, que permite
que los padres demanden a los distritos escolares si sienten que sus hijos han
recibido lecciones inapropiadas, ha sido criticada, además de por ser homófoba
y transfóbica, por lo ambigua que es tanto a la hora de señalar qué es lo que se
puede decir y qué no, y hasta qué edad. Los impulsores del proyecto de ley han
señalado que no prohibiría a los estudiantes hablar sobre sus familias LGTBI ni
que se discuta en el aula sobre la historia del colectivo, incluso sobre
eventos como la masacre de la discoteca Pulse, un club en Orlando donde en 2016
fueron asesinadas 49 personas. En cambio, el texto dice en su preámbulo que su
objetivo es impedir “la discusión en el aula sobre la orientación sexual o la
identidad de género”. Asimismo, el proyecto de ley en sí establece que “las
enseñanzas del personal de la escuela o de terceros sobre orientación sexual o
identidad de género no pueden ocurrir desde la guardería hasta el tercer grado
(cuando el alumno tiene entre ocho y nueve años) o de una manera que no sea
apropiada para la edad o el desarrollo de los estudiantes de acuerdo con las
normas estatales”.
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