Un punto y aparte inexistente.
Juan Tortosa desconoce en
“Público” la rentabilidad que podrán proporcionarle a Salvador Illa el próximo
domingo electoral en Catalunya los cinco días que su jefe anduvo desaparecido,
retirado en los cuarteles monclovitas. “Vamos a ver qué pasa el próximo día 12
de mayo. Ahí puede que empecemos a entender parte de la última jugada con fuego
de ese amante de los espectáculos de riesgo llamado Pedro Sánchez. Ya es la
tercera vez que lo hace. La primera, cuando, en 2016, lo defenestraron en su
propio partido y apenas tardó año y medio en resucitar; la segunda fue en
Europa, cuando hace dos años se enfadó en una reunión del Consejo Europeo
porque no conseguía pactar medidas para bajar el precio de la luz y abandonó la
sala tras pronunciar aquella célebre frase: ‘Me voy a airear un rato’. La
espantá de hace una semana sería la tercera, o puede que la cuarta, si
incluimos la convocatoria de elecciones generales anticipadas en mayo del año
pasado, tras el descalabro en las autonómicas y municipales.
“Su verdadera habilidad —recalca Tortosa— es que casi siempre nos
vende la nada, pero se las ingenia para crear expectativas de manera tan
magistral que los demás acabamos creyendo que pasará algo. Sabemos que va a
terminar llevando al huerto a quienes confiamos en que esta vez será la buena y
que por fin los malos van a recibir su merecido. Pero, aún así, consigue que la
mayoría experimente cierto alivio cuando sale a flote del órdago de turno
porque al final hay que admitir, si se mira a su alrededor y analizamos las
alternativas posibles, que gana en casi todas las comparaciones. Así está la
cosa...
“La derecha ultra y la
ultraderecha, por mucho que continúen con sus infectos raca-racas y sus
nauseabundas amoralidades, a veces dan la impresión de no estar del todo
contrariados con la continuidad de Sánchez. Menudo marrón haberse tenido que
preparar de prisa y corriendo para gobernar, ¿verdad, señor Feijóo? Cada día
que pasa anda el todavía líder de la oposición más cómodo en su papel de gruñón
eterno, sin gobernar porque no quiere, sin zafarse de Vox porque no quiere, sin
llamar al orden a Ayuso porque no quiere...
“Tras el domingo 12 de
mayo, ocurra lo que ocurra, los focos serán para las elecciones europeas. Así
llegaremos al 9 de junio y a las vacaciones de verano sin que, tras aquellos
cinco lejanos días de silencio, haya cambiado nada. Quienes sueñan con que
algún día acabe pegando un puñetazo encima de la mesa y resuelva algo de lo que
lleva tanto tiempo pendiente, más les vale esperar sentados. Eso solo ocurría
cuando, desde dentro del Gobierno, Podemos empujaba hasta conseguirlo. Lo
sabemos de sobra, nos cabreamos al comprobar que hemos sido ingenuos una vez
más, pero pareciera que nos resignamos al mal menor, sobre todo cuando
imaginamos cualquier escenario distinto en la Moncloa.
Juan Tortosa concluye “no ver mucha regeneración en el horizonte, no tener
claro que a corto plazo deje de haber jueces que practiquen el lawfare o
periodistas que se vean obligados a pagar caro dedicarse a la mentira. De
momento no es punto y aparte, ni siquiera punto y seguido. Como mucho, una
mísera coma”.
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