Las procesiones de Semana Santa y sus tradicionales hogueras.
Llegaron de nuevo, como
cada año en Semana Santa, las interminables procesiones en las que, tanto en la
vida real como en los medios de comunicación, “se disfruta, una vez en la vida,
de las tradicionales procesiones”. La celebrada hoy, Miércoles Santo en
Granada, conocida como del Cristo de los Gitanos, con sus tradicionales
hogueras “debe vivirse al menos una vez en la vida, alcanzando su punto más
álgido con una experiencia que une tradición, emoción y una atmósfera imposible
de reproducir”.
Así nos la describe Sara
Castellanos en ElConfidencial.com. “Con las hogueras en la ladera del
Sacromonte, el eco de las saetas flamencas y una imagen iluminada por antorchas,
cada Miércoles Santo, Granada se transforma al paso de una de las
procesiones más largas, emotivas y genuinas de toda Andalucía. Pero esta
no comienza donde muchos creen, ni acaba cuando la ciudad duerme.
“El Santísimo Cristo del
Consuelo y María Santísima del Sacromonte, conocidos popularmente
como Los Gitanos, protagonizan una de las estaciones de penitencia más
icónicas de la Semana Santa granadina. Esta hermandad fusiona lo cofrade
con lo flamenco, el incienso con el cante jondo, y lo hace durante casi doce
horas de recorrido que culminan de madrugada en un entorno único: la Abadía
del Sacromonte”.
La procesión, así como su
descripción, es sacrosanta hasta límites que rozan con lo absurdo. “Mientras
avanza por el Albaicín y asciende la colina del Sacromonte, los vecinos
encienden hogueras a ambos lados del camino. El fuego ilumina el empedrado y
los muros blancos del barrio, mientras las saetas brotan espontáneamente desde
los balcones y rincones. Es un momento de fervor colectivo, en el que el cante
gitano y la devoción popular se funden en una estampa que permanece grabada en
la memoria de quienes la viven. Ver al Cristo del Consuelo regresar a su casa
entre antorchas y cantes flamencos es una imagen difícil de describir. Es la
primera cofradía que inicia la Carrera Oficial ese día, y también una de las
últimas en recogerse. Por eso, más allá del arte sacro o el folclore, lo que se
vive con esta hermandad es una manifestación única de la espiritualidad
andaluza”.
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