El boicot al sueño americano.
Las cifras no mienten. El
número de visitantes no estadounidenses que llegó por vía aérea a Estados
Unidos cayó un 9,7 %, en marzo de 2025, respecto al mismo mes del año anterior,
según los últimos datos de la International Trade Administration. Es una caída
masiva, y no una anécdota estacional. De hecho, Goldman Sachs estima que, en el
peor escenario, el impacto combinado del desplome turístico y los boicots
comerciales podría suponer una pérdida de 0,3 % del PIB estadounidense este
año, es decir, cerca de 90.000 millones de dólares evaporados en unos meses.
El turismo internacional
era uno de los motores clave que impulsaban la economía tras la pandemia. En
2024, los y las visitantes extranjeros/as dejaron un récord de 254.000 millones
de dólares en el país. Sin embargo, todo apunta a que ese impulso ha entrado en
barrena. El contexto actual no deja lugar a dudas: el discurso agresivo, las políticas
xenófobas y las medidas comerciales de la administración Trump están
erosionando la imagen internacional de Estados Unidos y disuadiendo a millones
de turistas.
La ofensiva
proteccionista del Gobierno estadounidense —repleta de tarifas punitivas y ataques
diplomáticos a países aliados— no ha salido gratis. Las reservas de vuelos
desde Canadá hacia EE.UU. han caído un 70 % hasta septiembre, según OAG
Aviation. En paralelo, las reservas de turistas europeos para hoteles de la
cadena Accor en EE.UU. han descendido un 25 %. Los números no dejan lugar a
dudas: la política exterior norteamericana está espantando a quienes sostenían
parte de su economía con su gasto turístico.
Un ejemplo concreto lo da
Curtis Allen, un videógrafo canadiense que ha decidido cancelar su tradicional
escapada a Oregón. No solo ha cambiado sus vacaciones por una ruta por Columbia
Británica: también ha dado de baja su suscripción a Netflix y evita comprar
productos estadounidenses en el supermercado. Su decisión no es aislada, es síntoma
de una desafección creciente entre quienes antes veían a Estados Unidos como un
destino aspiracional.
Cada turista que no pisa
suelo estadounidense es un voto de censura a su arrogancia geopolítica. El repunte del turismo internacional previsto
para este año —con 77 millones de visitantes proyectados por la ITA— se ha
esfumado en cuestión de semanas. ¿La razón? Los testimonios sobre detenciones
arbitrarias en aeropuertos, los abusos fronterizos y el ambiente hostil hacia
personas de países aliados como Francia o Alemania. Tal es la situación que
instituciones públicas canadienses, como hospitales y fondos de pensiones, han
emitido advertencias a su personal para que no viaje a EE.UU. o lo haga con
precauciones como usar móviles desechables, según reportó Bloomberg.
Y el impacto ya se
siente: según el último informe del Bureau of Labor Statistics, los precios de
hoteles, vuelos y alquileres de vehículos cayeron en marzo, y una de las causas
principales es el descenso de la demanda extranjera. En el noreste del país, la
caída en las tarifas hoteleras fue de casi el 11 %, empujada en gran parte por
el desplome del turismo canadiense.
(Spanishrevolution.net)
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