¿Un funeral o una cumbre de la hipocresía?
Trump y Zelesky se reúnen en el Vaticano.
Juanlu Sánchez, en Al
día, retrataba lo sucedido el pasado sábado en la Plaza de San Pedro, en la
Ciudad del Vaticano, para dar el último adiós a Jorge Mario Bergoglio: “Del funeral
del papa Francisco ya no sé qué queda por decir o escribir, pero si hay algo
estará en esta crónica de Natalia Chientarolli, nuestra enviada especial, que
duda de si lo que ha vivido era un funeral o una cumbre internacional de la
hipocresía. Hoy -prosigue J. Sánchez- que ya se va disolviendo el efecto del
almíbar y de la confesionalidad repentina de los no practicantes, nos centramos
en lo terrenal: las conspiraciones. Ojo a lo que nos dice un periodista experto
en estas batallas: ‘Se están creando dosieres sobre los cardenales reformistas
para chantajearlos y adulterar el cónclave’. Los que llevan años esperando, ya
maniobran para colocar en El Vaticano a un Papa opuesto a Bergoglio. Los que
veían venir este momento, ya sacan sus cartas (literalmente) para defender su
legado y defenderse ellos mismos. La delegación española que viajó a Roma pasó
de un funeral a la final de la Copa del Rey. Y a otra cosa. El resto de
líderes, lo mismo: acabado del paréntesis papal vuelven a pensar en guerras y
aranceles”.
Ayer en San Pedro
enterraron la decencia, escribe Alfredo Facchini. “No fue el funeral del Papa
Francisco. Fue el funeral de la vergüenza. Más que una ceremonia solemne, en
San Pietro se organizó el mayor circo de indecencia de las últimas décadas. Un
desfile de gente no representable, una reunión global de tumbas blanqueadas, un
festival mundial de caras de bronce. Saludar a Francesco –el Papa que
ignoraron, opusieron, insultaron – fue la habitual fraternidad sagrada de los
fariseos y sasilleurs de doble pecho: Meloni, y toda la compañía de ventura del
gobierno italiano, aquellos que van a darse la mano a los carniceros sin
pestañear.
“Para surcar la pasarela
de la vergüenza también llegaron los campeones internacionales: Ursula von der
Leyen, la diosa de la guerra, Donald Trump, la quebrada. Sin embargo, la obra
maestra le toca a Javier Milei, el liberista aullador, el argentino que hasta
ayer calificaba al Papa Francisco de ‘idiot’, ‘usurpador de la casa de Dios’, ‘sirviente
de Satanás que aquí está: rosario en mano, cara triste, llorando ‘querido amigo
Jorge’ frente a todas las cámaras del planeta.
“Más que hipocresía, aquí
presenciamos un triple salto carpiado en la prehistoria moral. Una regresión
tan descarada que hace que la época medieval parezca una era iluminada. Sin
vergüenza. Sin vergüenza. Solo la gran e imparable mentira organizada. Donde la
muerte ya no es luto, sino un selfie colectivo gigante para gastar en
visibilidad.
“Al final, incluso la
memoria – como todo lo demás – es ahora un producto consumible: desechable”.
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