Muere el papa Francisco, a los 88 años.
Jorge
Mario Bergoglio, el primer Papa jesuita y latinoamericano, falleció ayer en
Roma a los 88 años aquejado de una bronquitis persistente, tras haberse
recuperado de la neumonía bilateral que los médicos le detectaron el viernes 14
de febrero. El papa Francisco había decidido posicionarse como líder global
frente al discurso antiderechos de la segunda Administración Trump, en Estados
Unidos. De hecho, una de sus últimas decisiones fue enviar una carta a los
obispos estadounidenses para que encabezaran la resistencia a las deportaciones
masivas de migrantes que comenzaron a producirse en ese país por orden de la
Casa Blanca. Un día antes de morir, había recibido a J. D. Vance, vicepresidente
de Donald Trump, y se asomó al balcón de la Basílica de San Pedro para lanzar
un mensaje por la paz mundial. Poco después de su encuentro con Vance, se asomó
por al balcón de la Basílica de San Pedro tras la misa de Pascua para felicitar
a los fieles.
El pontífice pidió a la
comunidad internacional actuar y “asistir a un pueblo hambriento que aspira a n
futuro de paz”, dedicó sus oraciones a las comunidades cristianas en Líbano y
Siria e hizo referencia a la situación en Ucrania y en Yemen. “Ante la crueldad
de los conflictos que afectan a civiles indefensos y atacan escuelas,
hospitales y trabajadores humanitarios, no podemos permitirnos olvidar que no
se ataca a objetivos, sino a personas, cada una de ellas dotada de alma y
dignidad humana”, dijo Francisco. Y pidió a los líderes internacionales no
ceder ante la lógica del miedo y usar todos los recursos para “combatir el
hambre y fomentar iniciativas para promover el desarrollo”. “Estas son las
armas de la paz: armas que construyen el futuro en lugar de sembrar las semillas
de la muerte”.
Durante sus casi 12 años
de pontificado, el papa Francisco promovió la reforma de la Curia Romana bajo
la bandera de la lucha contra la corrupción y la falta de transparencia, dos
grandes males que aquejan a una Iglesia en progresiva desconexión con sus
fieles. E impulsó una visión más inclusiva, abriendo las puertas a divorciados
y personas LGTBIQ, pensando un nuevo y más relevante papel para las mujeres. De
hecho, uno de sus últimos nombramientos fue el de una monja, sor Raffaella
Petrini, al frente de la Gobernación vaticana.
El Papa Francisco encontró
resistencia a cada uno de sus movimientos. Sus enemigos incluso intentaron
utilizar a su antecesor, Benedicto XVI, que renunció al cargo, pero siguió
viviendo en el Vaticano, para frenarlo. No contaban con que Bergoglio venía de
un país difícil, en el que no se nace con un pan bajo el brazo, pero sí con un
plus de resistencia ante la adversidad. Y se convirtió en la cabeza de una
institución en la que se encontró con la resistencia de los sectores más
conservadores.
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