sábado, 10 de mayo de 2025

Trompetista de departamento: el enemigo público del séptimo B

 

Ser trompetista y vivir en un departamento es básicamente jugar a las escondidas con el odio de tus vecinos. Uno no elige ser artista, ¡el arte lo elige a uno! Pero claro, el del sexto empieza a barrer el techo como si estuviera en una guerra medieval, la del frente se pone auriculares del tamaño de un satélite, y vos solo estabas haciendo un calentamiento suave… ¡ni siquiera empezaste a estudiar en volumen fuerte!

Ensayar en casa se vuelve un acto de valentía: tienes que elegir entre practicar con sordina (que suena como un pato asmático) o sacar la trompeta de verdad y asumir que esa noche alguien va a golpear tu puerta… con una escoba.

Pero lo más loco es que los mismos que se quejan después te piden que toques en la fiesta del edificio. ¡Ah, claro! ¿Querían a Louis Armstrong gratis y en vivo?

La vida del trompetista de departamento no es fácil, pero se sobrevive con humor, horarios prudentes, y mucho amor por la música… y con suerte, vecinos con tapones para los oídos.

(Matías Nieva)

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