La Iglesia como refugio de la memoria franquista.
Me permito recordar el reportaje que Inés García Rábade publicó el 6 de los corrientes en el diario Público sobre cruces, placas y monumentos a los caídos conservados entre los muros de las iglesias. “Corría -recuerda García- el 3 de agosto de 1936. Un caluroso día de verano. Todavía de madrugada, el zumbido de un avión que sobrevolaba la ciudad a baja altura despertó a los zaragozanos. Al aproximarse a la zona de la Basílica del Pilar, dejó caer hasta cuatro proyectiles. Cuatro bombas que, sin embargo, nunca explotaron. Una cayó sobre el Ebro; otra en mitad de la plaza. Las dos últimas hicieron diana en la iglesia, provocando algunos daños menores. La anécdota -cuya veracidad continúa discutiéndose- no pasaría desapercibida. El bando sublevado, acantonado en la ciudad, la convirtió enseguida en su munición moral. La virgen del Pilar les había salvado. Dios estaba de su parte. Con los buenos, la España católica. Las bombas se recogieron y se exhibieron en el interior de la basílica. Como trofeo de guerra y evidencia del milagro. ‘Por la virgen, por el Papa y por la Patria’, reza la inscripción que las acompaña. Porque sí, casi 90 años después, ahí siguen. Expuestas a la vista de todos sus visitantes. Más de 4 millones a lo largo del año pasado, según las cifras oficiales de la diócesis de la capital aragonesa. ¿Son los únicos restos de la dictadura que quedan en edificios patrimonio de la Iglesia? ¿Se puede hablar de símbolos neutros, reflejo de una época, o se trata más bien de una forma de propaganda, de reforzar una narrativa muy concreta sobre la Guerra Civil y la dictadura? No es un tema menor. Los ejemplos de vestigios franquistas en iglesias y parroquias se cuentan por cientos. ‘Lo más habitual son las cruces. Siempre de piedra, con la idea de que perduraran en el tiempo’, explica Miguel Ángel del Arco, director del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada y autor de Cruces de memoria y olvido. Los monumentos a los caídos de la guerra civil española. ‘Además del escudo franquista y el de Falange, solían incluir la leyenda 'Caídos por Dios y por España' y una lista de los mártires de cada pueblo, a menudo encabezada por el caído por excelencia, José Antonio Primo de Rivera’, desarrolla el historiador. La mayoría se han conservado. Retirando -si eso- la inscripción que las identificaba como homenaje a los caídos del bando golpista. O dándole la vuelta: A todos los caídos de España. De un día para otro no se les puede ni resignificar ni hacer pasar por símbolos meramente religiosos, como intenta muchas veces la Iglesia. ‘Son homenajes levantados en un momento y con un propósito muy concretos’, insiste Del Arco. En otras palabras, el patrimonio tiene su significado histórico. ‘Por detrás de estos elementos siempre subsistirá la lectura franquista de la historia’, incide el docente. Cruces, santos, festividades. La religión en sí misma funcionó como un pilar fundamental de la construcción simbólica de la dictadura. La religión y la institución de la Iglesia jugaron un papel bastante relevante y no precisamente positivo durante todo el franquismo. En ningún momento se mantuvieron neutrales, apunta Ricardo Gayol, abogado y miembro de la Coordinadora Estatal de Redes Cristianas. ‘Desde la coartada de la santa cruzada contra los enemigos de España durante la guerra hasta la legitimación de la opresión de la dictadura por el bien de la paz y la concordia de las décadas posteriores’, completa el letrado. Mantener esos símbolos, que aluden directamente a la relación dictadura-Iglesia, es un tiro en su propio pie”.
No solo son cruces.
También placas, tumbas o hasta conjuntos escultóricos. Así lo corrobora el
sociólogo Óscar Rodríguez, que recorrió España fotografiando huellas de la
dictadura de la mano de la Asociación para la Recuperación de la Memoria
Histórica (ARMH). “Algunas están incrustadas en las fachadas; otras en el
interior de los edificios. En muros, pilares o incluso en los altares. También
hay muchos ejemplos en los espacios próximos a las parroquias”, enumera. En
espacios o bien concurridos o que, por el contrario, permitieran un cierto
recogimiento para honrar a los caídos. “Uno de los mayores desafíos es ser
capaz de identificar estos símbolos, sigue contando el fotógrafo. Son elementos
que llevan ahí décadas. Que se han intentado blanquear con la retirada de las
placas. La gente ha vivido más con que sin ellos y muchas veces desconoce su
significado”, advierte Rodríguez. Con todos los peligros que supone la
desmemoria. El olvido. “Quedan, por ejemplo, muchos homenajes al decreto de unificación
de falangistas y requetés”, señala el fotógrafo. Un caso llamativo: el
Monasterio de Montserrat, en Barcelona. “Hace algunos años se retiró del
entorno del monasterio la estatua del Terç, dedicada a esta segunda
organización. No se ha hecho nada, en cambio, con el columbario", reprocha
Rodríguez. Y es que la abadía benedictina alberga una cripta en la que reposan
los restos de más de 300 soldados carlistas. “Para que entendamos lo que
significa cuando la gente sale a la calle con la cruz de Borgoña”, comenta el
sociólogo. No es tampoco -corrige Del Arco- una forma de recordar a las
víctimas de la guerra. “La Iglesia se olvida de la otra mitad de España. Es una
forma consciente de exclusión”, subraya el historiador. “Que no deja de colocar
como víctimas a los responsables del golpe de Estado, a los iniciadores de la
guerra, matiza. Als nostres morts, anuncia la entrada del mausoleo. Poco más
que decir”.
Cambiamos de comunidad (esta
vez, es Asturias), concretamente, el 19 de julio de 1936. En pleno estallido de
la Guerra Civil. Por aquel entonces, lo que hoy es el Colegio de la Inmaculada
de Gijón servía de acuartelamiento al 40º Regimiento de Infantería de Montaña
‘Simancas’. Tras el golpe de Estado, los mandos de la unidad, encabezados por
el coronel Antonio Pinilla Barceló, instaron a las tropas a sublevarse contra
la República. Como ya había ocurrido, con éxito, en la capital, Oviedo. Unos
seiscientos oficiales, suboficiales y soldados respondieron a la llamada.
Insuficientes, sin embargo, para tomar la ciudad. ¿Qué hicieron entonces?
Acantonarse en el cuartel, a la espera de refuerzos. Acabaron cayendo. Pero la dictadura convirtió
el episodio en toda una gesta de resistencia. Al estilo del Alcázar de Toledo.
Llegando a dedicar a sus protagonistas un monumento: los Héroes del Simancas.
Un conjunto escultórico que continúa adornando la fachada del ahora colegio
jesuita. “Caídos por Dios y por la Patria, presentes”, se puede leer en su
inscripción. “En toda la cara exterior del edificio, afectando al espacio
público. Es un símbolo que debería retirarse de inmediato”, juzga Del Arco. La
Federación Asturiana Memoria y República (FAMYR) ha ido un paso más allá,
presentando el pasado mes de julio una denuncia contra la inacción del
ayuntamiento y del gobierno autonómico. “La memoria no se defiende con palabras
huecas. Se defiende actuando contra los símbolos, los privilegios y las
estructuras del franquismo todavía vigentes”, reivindicaba entonces la
asociación. “La Iglesia tiene un patrimonio inmenso, de muy distinto tipo. Una
parte considerable es sustraída ilícitamente, gracias a la legislación
franquista”, recuerdo Gayol. Y al amparo, en 2006, de una modificación de la
ley hipotecaria del Gobierno de Aznar. “Pero es que, además, disfruta de una
serie de privilegios, sancionados por la propia Constitución. En un Estado que
se declara aconfesional. Lo mínimo que puede hacer es estar a la altura de
estos beneficios y apartarse de la promoción de cualquier tipo de referencias o
loas a la dictadura”, indica el letrado. Sobre todo, en lo referente a su papel
en el sistema educativo. “Hay una contradicción ética enorme en la conservación
de homenajes franquistas en sus colegios. Primero, porque va en contra de la
propia enseñanza de la historia, más allá de ideologías”, apunta del Arco. “Segundo,
porque estamos hablando de colegios concertados, que reciben financiación
pública”, subraya el historiador. “Las administraciones no pueden seguir
mirando hacia otro lado”. La pregunta se hace evidente: ¿qué hay que hacer con
estos símbolos? "Los que están dentro de las parroquias, un espacio que no
deja de ser privado, me parece que requieren de menos urgencia”, valora del
Arco. “Muchas veces son listas de curas asesinados en la guerra. Tiene su
lectura, es evidente, pero no dejan de ser sus víctimas”, continua el historiador.
“Que también las hubo por el otro lado, los famosos curas obreros. Una parte de
la historia que se ha silenciado completamente”. “En cualquier caso, lo
principal es retirar estos homenajes de cualquier lugar que afecte a la vida
pública. Para lo que haría falta una legislación más valiente, que contemple
plazos y un régimen sancionador”, concluye el escritor. Gayol, por su parte,
baraja dos posibilidades. La primera, y la que debería priorizarse, su
retirada. La segunda, para casos muy excepcionales, su traslado a algún tipo de
museo o su contextualización histórica, “si se considera que disponen de algún
tipo de valor artístico o cultural”. Una decisión que -asegura- deberá quedar
en manos de los historiadores.
Otros comentarios, imágenes, fotos y fotomontajes:
David Broncano entrevista a Pepa Bueno, en la Revuelta, y se lo pasan muy bien.
“El galgo de Paiporta y el hombre del búnker de la Moncloa”, “Pedro Sánchez hijo de puta es el ‘hit’ del verano”, “Mafiosos, trileros, puteros”, “Dictador, matón, tirano, caudillo bolivariano”, “Hay que cavar la fosa donde reposarán los restos de un Gobierno que nunca debió haber existido” y de remate, Feijóo compartiendo el “Me gusta la Fruta” medio borracho… Así empieza el curso el PP. Y no es que quieran igualar a barriobajeros a los de la clase de Vox. Simplemente, es que han decidido tirar por las formas de la delegada de clase, IDA Quirón. (Skakeo FanZine)
Miguel Tellado hablando
de fosas: Si así se expresan en tiempos de paz, habría que verlos en tiempos de
guerra con una pistola entre las manos. Feijóo pide “ponderación”; Ayuso, “terrXristas”;
Almeida lo niega. Y Marina Lobo los desmonta. Ella arranca la temporada
poniendo el foco donde más duele: mientras Israel ejecuta un gen0cidi0
televisado en Gaza, el PP en España se atraganta con la palabra prohibida.
Feijóo pide “ponderación” ante niños asesinados, Ayuso llama “terroXismo” a
levantar una bandera palestina y Almeida asegura que el término “gen0cidi0”
solo puede usarse una vez en la historia. No es prudencia, es complicidad. No
es ignorancia, es vileza. Y, en este primer programa, Marina lo dice claro: el
PP no solo blanquea la sangre de Israel, sino que escupe sobre las víctimas.
(Spanish Revolution)
El martes dejó dos
momentos televisivos que huelen a época: el choque Mariló–Broncano en La
Revuelta y la aparición de Nacho Cano en El Hormiguero. Lo de Cano no fue una
excentricidad artística. Dijo, en directo y en prime time, que “estamos
jodidos” y que “los únicos que nos pueden sacar de esta ruina son la Guardia
Civil”, mientras agitaba la cartilla del Duque de Ahumada de 1845 como si fuera
una Biblia política. Una velada petición de golpe de Estado. “El Hormiguero -dijo
el historiador Manel Márquez- fue un programa de ultraderechistas, pero lo de
Nacho Cano es directamente un llamamiento a un golpe de Estado. Eso es delito.
Si lo hubiera dicho alguien de izquierdas, ya estaría detenido”. Las reacciones
no se han hecho esperar. Desde advertencias de que lo que pasa en EEUU con
Trump es lo que nos espera aquí con PP y Vox, hasta recordatorios de que la
extrema derecha puede ser derrotada, como se ha visto con la caída de Milei en
Buenos Aires. Cano ha pasado de componer canciones para el 92 a recitar códigos
militares como receta política. Y lo hizo en uno de los programas más vistos de
la televisión española, con el beneplácito de Pablo Motos. Pero el problema no
es Cano, sino la normalización mediática de un discurso que blanquea la idea de
que “la solución” es el Ejército y no la democracia. (Spanish Revolution).
Bolsonaro pasará a la
historia como el presidente que intentó destruir la democracia y terminó derrotado
en los tribunales. Es la primera vez que un expresidente brasileño entra en
prisión por atentar contra la democracia. Los jueces lo hallaron culpable de: intento
de golpe, abolición violenta del Estado democrático, organización criminal
armada y daños al patrimonio público. La votación fue 4 a 1. Solo Luiz Fux se
alineó con el bolsonarismo, con un giro que analistas interpretan como cálculo
político. Mientras tanto, Trump y su Gobierno atacan al Supremo brasileño,
amenazan con represalias y convierten a Bolsonaro en su mártir global. El
expresidente, aterrorizado ante la idea de ir a una prisión común en Brasilia,
prepara recursos que difícilmente prosperarán.
El humor en la prensa de esta semana: El Roto, Peridis, Vergara, Eneko, Emergol, Javi Salado, Enrique, Samson, Idígoras, J.R. Mora, Padylla…
Pep Roig, desde Mallorca
Castañuelas.
Depende, todo dependeee
Los vídeos de esta semana:
Lo que debes saber de la última Flotilla y los otros intentos de llegar a Gaza
Flotilla Global Sumud navega a Gaza y denuncia
amenazas de "Israel"
Sánchez bromea sobre Feijóo: "Tienen que
aplaudirle para levantarle el ánimo"
La CONCENTRACIÓN PROPALESTINA que obligó a FINALIZAR
La VUELTA
España, Israel y el embargo de armas: claves y letra
pequeña · UN TEMA AL DÍA
Jair Bolsonaro, sentenciado a 27 años

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