martes, 9 de mayo de 2017

Macron dobla a Le Pen, pero....


Una vez más, Francia ha dicho “no” a la extrema derecha. El candidato centrista, Emmanuel Macron, se alzó con la victoria en las elecciones presidenciales con el doble de votos (un 66,06%) más que Marie Le Pen (33,94%) su contrincante xenófoba del Frente Nacional. El papel interpretado por la candidata frentista en el debate televisado del pasado miércoles, incurriendo en graves contradicciones, no logró arrebatar a Macron su popularidad. Este celebró ante miles de seguidores su victoria en la Explanada del Louvre mientras no sonaba La Marsellesa, himno nacional cantado también por Le Pen, sino la Oda a la Alegría de la novena sinfonía de Beethoven, himno de la Unión Europea.

El candidato centrista deberá ratificar su victoria frente a la ultraderecha en las elecciones legislativas a celebrar dentro de un mes para poder llevar a cabo su programa socioliberal. El delfín de Hollande tiene como prioridad ratificar su victoria consiguiendo una mayoría suficiente en la Asamblea Nacional. Sin los apoyos parlamentarios necesarios, el joven exbanquero tendrá muy difícil implantar sus medidas económicas de corte liberal y se vería obligado a nombrar un primer ministro de la fuerza más votada. Los socialistas franceses, desterrados de la segunda vuelta de las presidenciales y con una fragmentación interna sin precedentes, jugarán un papel clave en la consolidación del nuevo presidente. Sus candidatos tendrán que echar números en base a los resultados de las presidenciales y ver si les conviene pasarse al bando del centrista. Lo mismo harán algunos candidatos de Los Republicanos. Pero ambas familias –gaullistas y socialistas–, cuentan con ventaja gracias al sistema mayoritario. De hecho, el Frente Nacional solo cuenta con dos diputados en la cámara actual.

Macron llega al más alto puesto en Francia tras una cortísima carrera política. Nunca hasta ahora se había presentado a elecciones de ningún tipo. Su primer acercamiento a la política fue en 2012, cuando el presidente socialista, François Hollande, lo nombró secretario general adjunto. Dos años después, ascendió a ministro de Economía, y, en agosto de 2016, renunció a ese puesto en un momento en que parecía que cualquier candidato relacionado con la presidencia de Hollande estaba condenado a fracasar en las urnas. Será el octavo presidente de la Quinta República francesa. El más joven de todos ellos, con sólo 39 años. Y el primero en llegar a ese sillón sin el apoyo de un gran partido. El resultado ha sido recibido como una excelente noticia para la Unión Europea, que temblaba ante la posibilidad de una victoria de Le Pen. Angela Merkel, Jean-Claude Juncker y Donald Tusk se han apresurado a enviar mensajes de felicitación al ganador. Y la Unión Europea ya no se ve directamente amenazada por Le Pen, quien pretendía dinamitar el futuro del proyecto comunitario. ¿Pero cuánto durará el antídoto?

El izquierdista Jean-Luc Mélenchon, cuarto de la primera vuelta de las presidenciales francesas, ha asegurado en una comparecencia que los resultados demuestran que “una vez más, nuestro país ha rechazado la extrema derecha de forma masiva”. Tras haberse quedado a un millón de votos de entrar en la segunda vuelta, decidió no desvelar qué haría en esta ronda, una decisión muy criticada a pesar de que precisó que no votaría por Le Pen. El aspirante izquierdista convocó una consulta entre los 450.000 militantes del movimiento, Francia Insumisa, tres cuartos de los cuales se pronunciaron contrarios a votar por el socioliberal, Emmanuel Macron. En su declaración tras la victoria de Macron, celebró la derrota de la ultraderechista y aseguró que “la señora Le Pen ha quedado tercera en esta elección, después de Macron y las abstenciones y votos blancos y nulos”. Un voto que ha alcanzado un nivel inédito. A juicio de Mélenchon, el país “no está condenado ni al poder de los ricos ni al de quienes odian”, en una clara alusión al presidente electo y a Le Pen.

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